Los lunes de la Guelaguetza
La fiesta m¨¢s importante de Oaxaca celebra las tradiciones de las etnias ind¨ªgenas de ocho regiones del Estado mexicano
Pi?as, cocos, naranjas, pl¨¢tanos y pan vuelan por los aires del Cerro del Fort¨ªn en la ciudad de Oaxaca (suroeste de M¨¦xico). Los est¨¢n arrojando mujeres en trajes regionales que minutos antes bailaban al lado de una banda. Los atrapan los visitantes. Es lunes, es julio, y es la Guelaguetza. La fiesta m¨¢s importante del Estado de Oaxaca celebra las tradiciones de las 15 etnias ind¨ªgenas de ocho regiones y honra el significado de la palabra en lengua zapoteca que le da su nombre: ofrendas que se dan, regalos que se reciben.
Las celebraciones de la Guelaguetza --que tienen su origen en la ¨¦poca de la Colonia espa?ola cuando se agradec¨ªa a la diosa del ma¨ªz por la cosechas-- se prolongan durante 10 d¨ªas pero tienen su cenit en los dos ¨²ltimos lunes de julio cuando todo los grupos representados suben al cerro para mostrar su herencia ind¨ªgena, bailar y compartir.
?En las calles empedradas del centro de Oaxaca, el inicio de los festejos lo marca el desfile de las regiones que participan el s¨¢bado previo a la principal celebraci¨®n. Las aceras llenas de gente que esperan el paso de la cabalgata se extienden a lo largo del andador tur¨ªstico del centro hasta llegar al atrio de la Catedral de la ciudad.
Mujeres en tradicionales trajes de tehuana o de itsme?a se acercan bailando al lado de una banda que toca sones de la regi¨®n. ¡°?Viva Oaxaca! ?Viva la Guelaguetza!¡±, gritan las mujeres y despu¨¦s explotan varios cohetes. La fiesta ha comenzado. Hombres con trajes de manta y huaraches ofrecen mezcal -- un destilado de agave originario de Oaxaca-- servido en un chile a los transe¨²ntes. Hay rostros de sorpresa al descubrir el sabor ardiente de la bebida, mientras la multitud se lanza por fruta y pan que los grupos folcl¨®ricos lanzan por la calle.
El lunes en el Cerro del Fort¨ªn bajo los rayos del sol y con una panor¨¢mica de la ciudad como escenario, los grupos bailan frente a unas 10.500 personas que aplauden, gritan y cantan. Tambi¨¦n reciben los regalos de fruta que vuelan por los aires. Llegan las chinas oaxaque?as que bailan un jarabe del valle de Oaxaca sosteniendo con una mano una canasta que llevan sobre la cabeza. Despu¨¦s un grupo de j¨®venes saltan al escenario en un baile en el que se les ve livianos, es la Danza de la Pluma, que representa la conquista espa?ola. Los sonidos de las trompetas, los violines, la tambora y los platillos recrean sones, marchas y pasos dobles. Pero cuando los locales reconocen las primeras notas de la Canci¨®n Mixteca, la multitud canta al un¨ªsono:
?Qu¨¦ lejos estoy del suelo donde he nacido!
inmensa nostalgia invade mi pensamiento;
y al verme tan solo y triste cual hoja al viento,
quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento
La pieza compuesta por el compositor oaxaque?o Jos¨¦ L¨®pez Alavez, a principios del siglo XX, captura la nostalgia por el hogar, una estampa com¨²n entre los habitantes de la mixteca de Oaxaca que emigran de sus pueblos hacia Estados Unidos. Pero en la Guelaguetza se convierte en una especie de himno y emblema de orgullo para los locales.
El p¨²blico disfruta durante cuatro horas de esta tradici¨®n ¨²nica en M¨¦xico y espera pacientemente hasta el final por el baile Flor de Pi?a. Mujeres en coloridos huipiles --una especie de vestido bordado t¨ªpico de la regi¨®n-- sostienen una pi?a en el hombro y coordinan con gran precisi¨®n una coreograf¨ªa que representa a la regi¨®n de Tuxtepec.
¡°Es la fiesta m¨¢s importante de los oaxaque?os¡±, comenta Jos¨¦ Zorrilla, secretario de Turismo del Estado, y lo sabe porque durante los 10 d¨ªas, en los que la fiesta de las etnias de la regi¨®n invade las calles de Oaxaca, llegan unos 135.000 turistas que ocupan el 84% de las habitaciones de hotel de la ciudad. La mayor¨ªa son de origen nacional y s¨®lo el 5% de pa¨ªses de Europa, Estados Unidos y Canad¨¢. Con suerte alguno de ellos ha pillado una pi?a o un coco y ha continuado con la esencia de la Guelaguetza: compartir y recibir.
Babelia
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