Un toque de censura
El veto abarca todas las ¨¢reas de la vida cultural del pa¨ªs
La censura china es como el aire: no se ve, pero est¨¢ en todas partes. La literatura, la prensa, el cine, la radio, la televisi¨®n, las artes pl¨¢sticas, Internet. Todos deben someterse a unos dictados cuyas normas no se divulgan, pero que tienen efecto en cualquier ¨¢rea cultural. A escritores como Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz, o Liao Yiwu (El paseante de cad¨¢veres) les ha costado la c¨¢rcel o el exilio. A otros, el que sus obras est¨¦n prohibidas en el pa¨ªs.
Organismos como el todopoderoso Departamento de Propaganda ¡ªtan secreto que ni siquiera cuenta con un cartel que identifique su sede en Pek¨ªn¡ª, la Administraci¨®n del Estado para la Televisi¨®n, Radio y Cine ¡ªencargada de censurar la prensa y las artes audiovisuales¡ª o la Administraci¨®n General de la Imprenta y las Publicaciones ¡ªresponsable de la censura de las obras escritas¡ª tienen la ¨²ltima palabra sobre aquello a lo que los chinos pueden acceder y a lo que no.
Se decide caso por caso. Cada obra debe recibir su autorizaci¨®n
No hay un listado oficial y abierto sobre lo que est¨¢ prohibido y lo que no, aunque las normas parecen haberse endurecido. Hay l¨ªneas maestras, que abarcan asuntos pol¨ªticos ¡ªMao Zedong, Tiananmen o el T¨ªbet son algunos de los tab¨²es¡ª, cuestiones hist¨®ricas, o temas considerados de mal gusto, en general relacionados con el sexo o la violencia. Pero se decide caso por caso. Cada libro, cada pel¨ªcula, debe recibir su autorizaci¨®n.
No siempre es predecible el criterio: V de Vendetta se ha mostrado en la televisi¨®n oficial china sin cortes, y la serie House of cards ha recibido elogios del jefe de la Comisi¨®n de Disciplina del Partido Comunista, Wang Qishan. En cambio, series aparentemente inocuas como The Big Bang Theory quedaron vetadas.
Esta impredicibilidad es uno de los factores que m¨¢s dificulta el trabajo de los creadores. Fomenta la autocensura, la forma m¨¢s insidiosa de hacer callar. Yan Lianke, autor de libros como El sue?o de la aldea Ding (publicada en Espa?a por Autom¨¢tica Editorial), ha hablado del ¡°gran dolor de cabeza¡± de saber d¨®nde est¨¢ la l¨ªnea entre lo aceptable para los censores y lo que no y hasta d¨®nde se est¨¢ dispuesto a negociar con uno mismo. Yan sabe de lo que habla. Novelas suyas como Wei Renmin Fuwu (Servir al pueblo) o Shouguo est¨¢n prohibidas en China. Otras, como su ¨²ltimo libro, Zhalie Zhi (La cr¨®nica explosiva) s¨ª se han distribuido. Pero la censura ha dado ¨®rdenes a los medios de que no le den publicidad.
El que una obra est¨¦ censurada no quiere decir que no se pueda encontrar en China. Una censura activa genera una pirater¨ªa floreciente. Se calcula que quiz¨¢ la mitad de las ediciones de libros pueden ser pirateadas. Y las pel¨ªculas que no pasan la censura pueden encontrarse ¡ªy no necesariamente con menor calidad¡ª en las tiendas de DVD. Un toque de violencia no se ha exhibido en China, y no est¨¢ claro si lo har¨¢. Pero el que quiera verla no tiene m¨¢s que entrar en un establecimiento del ramo. Por una decena de yuanes (1,2 euros) podr¨¢ llevarse una copia.
Babelia
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