Trinidad, una isla en la isla
La ciudad colonial fundada hace 500 a?os simboliza la pujanza de la iniciativa privada en Cuba
Quinientos a?os despu¨¦s de la fundaci¨®n de Trinidad por Diego de Vel¨¢zquez, la ciudad colonial mejor conservada de Cuba experimenta un nuevo renacimiento asociado al turismo y al auge de la iniciativa privada. La tercera villa fundada en Cuba por los espa?oles ¡ªdeclarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988¡ª ya dej¨® atr¨¢s lo peor de la crisis del Periodo Especial, cuando su n¨²cleo urbano y la isla entera estuvieron a punto de colapsar tras la desaparici¨®n del campo socialista. Eliminado este riesgo, otros retos acechan a esta ciudad de calles empedradas e incre¨ªbles casonas de los siglos XVIII y XIX que transportan al viajero a otra ¨¦poca. Si Trinidad es famosa por sus viejas techumbres de teja y sus aleros de tornapunta, tras sus ventanas voladas que acaban en estilizadas rejas a la calle hoy florecen multitud de hostales familiares y los paladares (restaurantes privados) m¨¢s extraordinarios compiten con numerosos bares y cafeter¨ªas particulares.
En el casco hist¨®rico de Trinidad hay 1.216 viviendas e inmuebles de valor patrimonial. Y hoy en la ciudad m¨¢s de 800 casas alquilan habitaciones a visitantes extranjeros y nacionales. Adem¨¢s, unos 90 paladares ofrecen sus servicios ¡ªhab¨ªa tan s¨®lo tres en 2011¡ª, 81 galer¨ªas de arte se muestran en casas particulares y cientos de artesanos y cuentapropistas (trabajadores aut¨®nomos) ofrecen sus mercanc¨ªas en mercadillos callejeros. Sin duda, lo privado en Trinidad ha ganado la partida: el turista puede pasar unas vacaciones sin gastar un euro en un establecimiento estatal, toda una paradoja en Cuba, donde el 80% de la econom¨ªa sigue en manos del Estado.
Muchos due?os de hoteles privados han rehabilitado sus casas con los recursos generados por sus negocios
Esta riqueza generada por los particulares no s¨®lo es un motor importante de la econom¨ªa de Trinidad, tambi¨¦n se ha convertido en un factor clave para la conservaci¨®n del casco hist¨®rico. ¡°La mayor¨ªa de los trinitarios invertimos en arreglar nuestras viviendas y somos conscientes de la necesidad de preservar el esp¨ªritu de la ciudad¡±, explica Mercedes Cano, due?a de una impresionante casa del siglo XVIII situada en la calle Hern¨¢ndez Echerri, antigua Cristo, a escasos 20 metros del Museo Rom¨¢ntico y de la plaza Mayor de Trinidad, donde todos los edificios son aut¨¦nticas joyas.
Mercedes se mud¨® a esta casa a principios de los a?os noventa, cuando los techos, el patio, los suelos y la cocina ¡°se ca¨ªan a pedazos¡±. ¡°Parec¨ªa que esto hab¨ªa sufrido un bombardeo¡±, recuerda, se?alando una de las cenefas decoradas con frutas y liras vegetales que ha rescatado en la sala de estar, en la primera y segunda cruj¨ªas ¡ªlas partes m¨¢s antiguas de las viviendas trinitarias, que la Oficina del Conservador no permite modificar en caso de obra¡ª.
¡°Antes el Estado era el responsable de la conservaci¨®n, ahora las familias son lo fundamental y el Estado debe estar para apoyarles y orientarles¡±, afirma Alicia Garc¨ªa Santana, acad¨¦mica e historiadora del arte, quien durante dos d¨¦cadas, hasta los a?os noventa, trabaj¨® en la conservaci¨®n de Trinidad. Pasear con ella por esta ciudad de la provincia de Sancti Sp¨ªritus ¡ªcuya capital colonial, del mismo nombre, acaba de cumplir tambi¨¦n 500 a?os¡ª es toda una experiencia. La gente la para en la calle y le ense?a las reformas que ha hecho en casa con el dinerito ganado. Le preguntan qu¨¦ tal le parece¡
Algunas est¨¢n bastante bien, como la realizada por Manuel Castillo, due?o de un hostal que ha rescatado un patio en ruinas y lo ha convertido en un jard¨ªn espectacular. Otras son ejemplo de mal gusto ¡ªcomo el del propietario de un negocio privado que construy¨® un patio sevillano¡ª y en algunos casos las intervenciones son una agresi¨®n a la cara hist¨®rica de Trinidad ¡ªla m¨¢s com¨²n es levantar terrazas en lugares que rompen con la est¨¦tica de la localidad¡ª. Este es un problema grave hoy: el dinero y un gusto kitsch, que algunos han bautizado como ¡°estilo Miami¡±, que ha calado en mucha gente por motivos obvios. Lo admite L¨¢zaro Morgado, due?o de uno de las mejores paladares de Trinidad, Sol Ananda, situado en una de las viviendas m¨¢s antiguas de la calle Real, esquina Desenga?o, en la plaza Mayor, al lado del impresionante palacio Cantero construido por Don Mariano Borrell y Padr¨®n en 1830 cuando en el cercano valle de los Ingenios la industria del az¨²car hizo ricos a los trinitarios.
¡°Es verdad que hay que regular lo que se hace, no puede ser que todo el mundo construya y modifique lo que quiera, pero la soluci¨®n no es prohibir sin m¨¢s¡±, comenta L¨¢zaro, que adquiri¨® su casa mediante una permuta hace nueve a?os (entonces la venta de casas particulares estaba prohibida). L¨¢zaro estudi¨® arquitectura en Kirguist¨¢n en los tiempos de la perestroika y, a su regreso a Cuba, se cas¨® con una trinitaria y empez¨® a trabajar en la Oficina del Conservador de Trinidad y el valle de los Ingenios, donde hizo el levantamiento de todas las casas del casco hist¨®rico.
En 1993 dej¨® la Oficina y mont¨® un paladar ¡ªlleg¨® a haber 16 en Trinidad durante la truncada apertura de los a?os noventa, de los que en 2011 quedaban tres¡ª. Hace tres a?os, con las ¨²ltimas reformas aperturistas de Ra¨²l Castro, L¨¢zaro abri¨® Sol Ananda en esta casa que poco a poco ha ido arreglando hasta convertirla en uno de los sitios con m¨¢s encanto de Trinidad. ?l mismo, que es arquitecto y cuentapropista, se pone como ejemplo de ese debate actual ¡ªa veces lucha¡ª entre dinero y conservaci¨®n, entre progreso y regulaci¨®n.
La riqueza generada por los particulares es clave para la conservaci¨®n del patrimonio, pero a la vez un reto para Trinidad
En 2012 L¨¢zaro levant¨® una peque?a terraza en Sol Ananda con el prop¨®sito de ofrecer un servicio m¨¢s amplio a los turistas. Hab¨ªa obtenido el permiso correspondiente, pero fue criticado por su amiga Alicia Garc¨ªa Santana ¡ªtoda una instituci¨®n en Trinidad¡ª y entendi¨® que ella ten¨ªa raz¨®n y que ¨¦l hab¨ªa cometido un error. Dio marcha atr¨¢s. Y desactiv¨® la terraza. Eusebio Leal, el Historiador de La Habana y director de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba, le felicit¨® doblemente: por construirla y por demolerla.
L¨¢zaro comparte que existan unas normas de urbanismo y conservaci¨®n que todo el mundo deba cumplir, pero dice que la Oficina del Conservador tambi¨¦n ha de adecuarse a los nuevos tiempos y atender a las necesidades de los due?os de negocios privados. ¡°Prohibiendo s¨®lo no se consigue nada¡±, reitera.
El propio Conservador de la Ciudad, Norberto Carpio, admite que las violaciones son frecuentes: ¡°Se construye por la noche, los fines de semana y desde atr¨¢s de la casa para adelante¡±. Cuando se han dado cuenta, ya la obra est¨¢ hecha y s¨®lo queda poner una multa.
Subido a la torre del fabuloso palacio Cantero se tiene una vista completa de Trinidad. Desde all¨ª se ve el antiguo convento de San Francisco (hoy Museo de Lucha contra Bandidos) y el palacio Brunet (el Museo Rom¨¢ntico), dos de los inmuebles que la Oficina del Conservador ha rehabilitado ¡ªjunto a la casa Malibran y la hacienda de Guaimaro¡ª con motivo del aniversario 500 de la ciudad.
Desde la altura se aprecia tambi¨¦n c¨®mo empiezan a surgir algunas terrazas que irrumpen sobre el mar de viejas tejas anaranjadas caracter¨ªsticas de Trinidad. Y c¨®mo empieza a cambiar la fisionom¨ªa de la ciudad. ¡°No se puede pedir que la gente viva como en el siglo XVIII y que no cambie nada. Hay que persuadir, la conservaci¨®n no se puede hacer sin la colaboraci¨®n de la gente¡±, afirma Garc¨ªa Santana, que vive con una mezcla de esperanza y preocupaci¨®n lo que sucede. Preocupaci¨®n, porque ante los nuevos retos o se encuentra pronto una soluci¨®n inteligente o en poco tiempo Trinidad puede cambiar. Esperanza, porque una vez m¨¢s la ciudad se ha salvado.
En el casco hist¨®rico de Trinidad hay 1.216 viviendas e inmuebles de valor patrimonial. Y hoy en la ciudad m¨¢s de 800 casas alquilan habitaciones a visitantes extranjeros y nacionales
La historia de Trinidad habla: despu¨¦s del ocaso de la industria del az¨²car, en la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad qued¨® aislada y abandonada, por eso se conserv¨® sin grandes transformaciones. En los a?os cuarenta y cincuenta fue un grupo de intelectuales el que fund¨® la Sociedad de Amigos de Trinidad para evitar que se perdiera su patrimonio. Con el triunfo de la revoluci¨®n, durante seis a?os las cercanas monta?as del Escambray fueron escenario de combates entre el ej¨¦rcito rebelde y grupos alzados en armas contra Castro, por lo que Trinidad nuevamente cay¨® en el olvido. En los a?os setenta fue el esfuerzo del historiador de Trinidad, Carlos Joaqu¨ªn Zerquera, y de otros como ¨¦l los que despertaron la sensibilidad oficial y lograron evitar que la ciudad colapsara. A partir de entonces el Estado se ocup¨®, con escasos recursos pero con cierto ¨¦xito, de la preservaci¨®n urban¨ªstica.
Pasear hoy por cualquier calle de Trinidad es como trasladarse a otra ¨¦poca. La magia de su pasado perdura y convive con una nueva realidad de hotelitos, paladares y bares que hacen que la ciudad viva un nuevo renacimiento. Al lado de La Canch¨¢nchara, un t¨ªpico establecimiento trinitario donde se bebe y se escucha vieja trova, hay dos nuevos establecimientos que representan los futuros peligros. Uno es un paladar que funciona en una terraza abierta sobre las viejas tejas trinitarias y que ha roto la est¨¦tica de una de las calles m¨¢s importantes de la villa. Al otro costado, el Estado ha abierto una franquicia de La Bodeguita de Enmedio (restaurante famoso de La Habana) en su af¨¢n por competir con los establecimientos privados.
La iniciativa ha provocado las protestas de la comunidad intelectual de Trinidad, que la ha rechazado por ser la Bodeguita totalmente ajena a la ciudad y ejemplo de una mala intervenci¨®n que desautoriza al Estado, que es quien ha de exigir a los particulares que respeten el esp¨ªritu de la ciudad y cumplan con las regulaciones. As¨ª lo creen muchos trinitarios, tambi¨¦n L¨¢zaro y Mercedes Cano, que se afanan cada d¨ªa para que sus negocios progresen. Ambos, igual que Alicia Garc¨ªa Santana, son conscientes de que si antes el peligro era que la ciudad se cayera, hoy el reto es conseguir el equilibrio para preservarla.
Lugares con encanto en la villa m¨¢s colonial de Cuba
La Botija
Calle Boca, esquina Amargura.
En la esquina de estas dos calles funciona este restaurante privado en una antigua bodega del siglo XVIII que se ha convertido en un verdadero centro cultural. Est¨¢ decorado con antiguos cepos y cadenas con las que se ataba a los esclavos de las plantaciones de az¨²car. Todos los fines de semana son invitados a actuar aqu¨ª trovadores de La Habana.
Casa Mercedes Cano
Calle Hern¨¢ndez Echerri, 57 (antigua calle Cristo).
Situada a 20 metros de la plaza Mayor, la casa de Mercedes Cano tiene tres cuartos para alquilar. Mercedes es la viuda de Rafael ?ngel Iznaga Escobar, uno de los muchos descendientes empobrecidos de la familia Iznaga, apellido prominente de Trinidad, junto a los Borrell o los Cantero, arruinados por el declive de la industria azucarera. Ha rehabilitado su casa con sus propios medios.
Casa-Restaurante Sol Ananda
Calle Real, 45
Frente a la plaza Mayor de Trinidad, este paladar regentado por L¨¢zaro Morgado es uno de los lugares con m¨¢s encanto de la ciudad. La casa est¨¢ decorada con muebles y objetos antiguos, que dan una idea de la riqueza que tuvo en su momento Trinidad. Este arquitecto convertido en restaurador ha hecho una carta donde los platos de la mejor cocina criolla se combinan con ofertas sofisticadas, como camarones al curry.
Hostal de Liliana Zerquera
Calle Hern¨¢ndez Echerri, 54
Hostal situado a un costado del Museo Rom¨¢ntico. Un lujo, pues es la casa del que fuera historiador de Trinidad, Carlos Joaqu¨ªn Zerquera.
Babelia
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