El mar literario
Una antolog¨ªa de casi seiscientas p¨¢ginas re¨²ne textos ficci¨®n, poemas y cr¨®nicas, para sumergir al lector en el evocador tema marino
Una vez, en medio del S¨¢hara, conoc¨ª a un hombre que no hab¨ªa visto nunca el mar. Era un beduino apuesto, inteligente, y cuando le cont¨¦ que hab¨ªa cruzado el mar Mediterr¨¢neo para venir a Algeria, me pregunt¨® qu¨¦ era ese "mar" del cual hab¨ªa o¨ªdo hablar otras veces. Trat¨¦ de explic¨¢rselo, comparando el mar al desierto que nos rodeaba, y dici¨¦ndole que imaginara esa gran extensi¨®n cambiante y ondulada, pero hecha no de arena sino de agua. No s¨¦ si lo logr¨®, pero despu¨¦s de reflexionar un tiempo, me pregunt¨® si esa cosa que yo llamaba "mar" ten¨ªa fin o era, como su desierto, ilimitada.
S¨®focles compar¨® el mar a las mareas de la miseria humana. Jorge Manrique, a la muerte. Joseph Conrad sinti¨® que el mar era, como los sue?os, una imagen de la vida misma, y en Lord Jim escribi¨®: ¡°Un hombre que nace, cae en un sue?o como quien cae al mar. Si trata de remontar a la superficie como hacen las personas inexperimentadas, se ahoga, nicht wahr? ?No! Le digo: lo que se debe hacer es someterse al elemento destructivo¡±. Otros sintieron que el mar era una prisi¨®n (Robinson Crusoe), un emblema de la libertad (Baudelaire), una met¨¢fora de nuestra soledad (Terence Rattingan) o del populoso universo (Melville). Marta Sal¨ªs resume esa ambigua riqueza diciendo que el mar ha sido siempre una "gran fuente de inspiraci¨®n literaria" cuya lectura refleja "toda su belleza, misterio y crueldad".
La selecci¨®n de textos que Sal¨ªs propone en esta antolog¨ªa sobre este vasto tema no es "hist¨®rica", en el sentido de verse obligada a retrazar los pasos de Mois¨¦s, Ulises o Jas¨®n, pero s¨ª cronol¨®gica, e incluye no solo ficciones sino cr¨®nicas de aventuras aut¨¦nticas que merecer¨ªan serlo. As¨ª leemos de la nave que perdieron los marineros de Col¨®n, de los piratas que acosaron la ciudad de Maracaibo, de una seudorrobinsonada contada por el inventor de la primera, Daniel Defoe, de los sufrimientos de esclavos como Olaudah Equiao y de los razonamientos de negreros como el capit¨¢n Hugh Crow, de aventuras m¨¢s recientes como la del circunnavegador solitario Joshua Slocum (que, al parecer de Richard Ford, fue uno de los mejores escritores de lengua inglesa).
Las ficciones (o ficciones m¨¢s evidentes, porque sospecho que muchas de las cr¨®nicas llamadas veraces fueron embellecidas por la ambici¨®n o la memoria inventiva de sus autores) est¨¢n representadas por varios cl¨¢sicos de la literatura del mar: Edgar Allan Poe, Julio Verne, Robert Louis Stevenson, Henry Melville, Emilio Salgari, Jack London, Ernest Hemingway. Sal¨ªs ha sabido evitar, sabiamente, los lugares comunes (fragmentos de Moby Dick, de Nostromo, de El Viejo y el mar) y nos ofrece en cambio textos que (al menos para este rese?ador) menos famosos: el extra?o John Marr de Melville, La historia de Conrad, Despu¨¦s de la tormenta de Hemingway.
No resume el inmenso tema, pero ofrece una suerte de tentador muestrario de conceptos
Sin embargo, y felizmente, porque todo lector de antolog¨ªas quiere encontrarse con viejos amigos entre los reci¨¦n venidos, est¨¢n textos m¨¢s conocidos: Un descenso al Ma?lstrom de Poe, la c¨¦lebre descripci¨®n de una tempestad marina de David Copperfield de Dickens, la f¨¢bula de Los tres eremitas de Tolst¨®i, la tragedia de El bote salvavidas de Stephen Crane, el muy kafkesco El cazador Graco de Kafka. Curiosamente (pero la ausencia es una de las caracter¨ªsticas inevitables de toda antolog¨ªa) falta alg¨²n cuento de Las mil y una noches, alg¨²n episodio de Los viajes de Gulliver, alguna aventura de las sagas escandinavas. Estas ausencias no disminuyen en nada el encanto de esta colecci¨®n.
Las traducciones son cuidadas. Catorce traductores (entre ellos Javier Mar¨ªas) han asegurado la calidad y la fidelidad de las versiones castellanas, y la pluralidad de estilos conviene perfectamente a la diversidad de voces de los originales.
S¨®focles compar¨® el mar a las mareas de la miseria humana y Jorge Manrique, a la muerte
Las casi seiscientas p¨¢ginas de esta antolog¨ªa no resumen, inevitablemente, el inmenso tema, pero ofrecen una suerte de tentador muestrario de los conceptos y met¨¢foras que el mar evoca desde siempre. Raymond Queneau dijo que todo libro es una Odisea o una Il¨ªada, porque toda historia es un viaje o una batalla. Hubiese podido decir que toda vida es una lucha y tambi¨¦n traves¨ªa, y que el espacio de agua que se extiende m¨¢s all¨¢ de la costa hacia un horizonte que parece eternamente postergado, refleja para nosotros, como reflej¨® para el rey de ?taca, las dificultades y sufrimientos de toda criatura, y tambi¨¦n la promesa del arribo. Sospecho que esta amenaza y esta promesa la sienten todos, incluso aquellos que nunca han visto el mar.
Relatos del mar, de Col¨®n a Hemingway. Antolog¨ªa de Marta Sal¨ªs. Varios traductores. Alba. Barcelona, 2014. 584 p¨¢ginas. 34 euros
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