La ¨®pera de la consolaci¨®n
La antigua casa de la l¨ªrica de Bayreuth vuelve a la vida tras una larga restauraci¨®n
Se pasaba de largo para subir hasta el teatro de Richard Wagner (1813-1883) a soportar el ciclo del anillo. Esa es la verdad. Me lo dejaron ver una vez, tras mucho insistir, cuando todav¨ªa hab¨ªa andamios y una zona del techo trasero estaba apuntalado amenazando ruina. No era un teatro de corte m¨¢s sino una joya ¨²nica. Su decadencia tuvo que ver mucho con el mismo Wagner, que lo visit¨® con desd¨¦n varias veces y solamente pis¨® su podio para dirigir una novena de Beethoven en 1872. A Wagner le repugnaba la decoraci¨®n y lo ¨²nico por lo que mostr¨® un cierto inter¨¦s fue por las generosas dimensiones del escenario, calculando en su cabeza calenturienta que all¨ª cabr¨ªan centenares de nibelungos y numerosas tropas de valquirias. Por fin se har¨¢ un festival anual de ¨®pera y ballets antiguos, la restauraci¨®n est¨¢ durando a?os y se lucha, con el uso de madera, para recuperar la sonoridad de anta?o. Ayer precisamente hubo funci¨®n de La valquiria en el nuevo teatro de los festivales, unos cientos de metros m¨¢s arriba del retablo modelo del absolutismo.
Si queremos poner un mote cari?oso a este coqueto cofre de noble ac¨²stica puede ser algo as¨ª como ¡°la ¨®pera de la consolaci¨®n tard¨ªa¡±, y se concibi¨® para que Guillermina (1709-1758), la hermana preferida de Federico el Grande (1712-1786), el rey flautista, se entretuviera mientras a¨²n se lamentaba, tres lustros despu¨¦s, de no haberse podido casar con quien quiso: un pr¨ªncipe ingl¨¦s. En vez de esa so?ada boda, su padre la cas¨® con el Margrave de Bayreuth (que era el hazmerre¨ªr de todos por su ceceo y, como apunta Will Cuppy, cecear en alem¨¢n es un asunto muy serio), un acuerdo ventajoso para los prusianos pues todo quedaba m¨¢s o menos en casa, o muy cerca.
La Markgr?fliches Opernhaus de Bayreuth se inaugur¨® con algunas dependencias a¨²n sin terminar el 27 de septiembre de 1748 con ocasi¨®n de la temprana boda de la ¨²nica hija de Guillermina y Friedrich (casi todo el mundo por all¨ª se llamaba Federico y algo m¨¢s), la princesita Elizabeth Friederike Sophie, con Carlos Eugenio II, duque de W¨¹ttemberg. Esta boda tambi¨¦n se arregl¨® por asuntos parecidos a la anterior. A su t¨ªo Federico le hab¨ªa pasado lo mismo: se quer¨ªa casar con Amelia Sof¨ªa Eleonora (otra princesa brit¨¢nica) pero su padre lo oblig¨® a desposarse con Isabel Cristina de Brunswick-Bevern, una gu?lfa que le daba repel¨²s y este hecho es probable que lo lanzara definitivamente a tocar la flauta y redactar insufribles y largos poemas ejemplarizantes.
Guillermina, tras una infancia desgraciada (Federico tambi¨¦n quer¨ªa jugar a las mu?ecas y a cocinitas pero no los dejaron a ninguno de los dos), so?aba con una carrera de compositora de ¨®peras, padec¨ªa de melancol¨ªa (una enfermedad de ricos para cuya cura se recomendaba gastar dinero, ya fuera construyendo castillos, pabellones de caza o jardines: la cosa era entretener el tedio) en una ¨¦poca en que a las mujeres esa carrera las estaba, en la pr¨¢ctica, casi vedada. Pi¨¦nsese en el destino, por poner un ejemplo contempor¨¢neo y relativamente cercano, de Ana Magdalena Bach (le llevaba siete a?os) una soprano de ¨¦xito con talento para la composici¨®n que acab¨® como acab¨®. Pero Guillermina ten¨ªa recursos, y a pesar de aquel entusiasmo mel¨®mano y decorativo, llev¨® a toda la corte a una bancarrota t¨¦cnica. Voltaire, que era muy chismoso, habl¨® de esto, pues era un visitante asiduo de Bayreuth; incluso est¨¢ documentada alguna visita de Federico el Grande y el escritor franc¨¦s juntos. Voltaire fue, durante esa ¨¦poca, uno de los entretenimientos favoritos de la familia real prusiana.
A Wagner no le gust¨® la decoraci¨®n y s¨®lo se interes¨® por el escenario
Guillermina ten¨ªa verdadera pasi¨®n por participar en los actos musicales, y en cuanto pudo, se lanz¨® a componer sobre sus propios libretos; al coger carrerilla, se subi¨® al escenario y hasta dirigi¨®: ya nadie la pod¨ªa parar y se la notaba menos melanc¨®lica (la aconsejaba en todo su hermano). Es evidente que ten¨ªa la cabeza ocupada en otras cosas que no recapitular sobre su desgraciada vida marital (hab¨ªa hasta cancioncitas populares sobre las muchas amantes del Margrave, el del ceceo).
La arquitectura del teatrito era una feliz combinaci¨®n de la mejor tradici¨®n francoitaliana en este tipo de f¨¢bricas, encargada a Joseph Saint Pierre (los exteriores) y a Giuseppe y Carlo Galli Bibiena (los interiores y la maquinaria esc¨¦nica). Saint Pierre no se rompi¨® demasiado la cabeza y copi¨® una fachada cercana a la que agreg¨® algunas estatuas en la cornisa balaustrada. Despu¨¦s de su primera visita a las obras, Guillermina le escribi¨® a su hermano Federico, entusiasmada por el resultado y por haber escuchado una vez m¨¢s sus sugerencias.
La ¨®pera serv¨ªa tambi¨¦n para celebrar banquetes y lujosas fiestas
Los Galli Bibiena eran una familia de larga tradici¨®n en la mec¨¢nica teatral y la pintura de trampantojo; hasta el siglo XIX avanzado en muchos teatros italianos se copiaban sus cartones y maneras, y la importancia de la ¨®pera de Bayreuth est¨¢ en ser la primera de una serie de edificios subsistentes de este estilo, como son el de Curvilli¨¦s (Munich, 1755) y el de Drottningholm (Estocolmo, 1766), aunque este ¨²ltimo fue el primero en proyectarse y el ¨²ltimo en construirse. Hoy todav¨ªa, su maquinaria esc¨¦nica de efectos especiales (tormenta, lluvia, marejadas) se usa all¨¢ en Suecia. La vi funcionar en 1992, cuando el core¨®grafo e investigador Ivo Cram¨¦r (1921-2009) estren¨® su reconstrucci¨®n de?Figaro o el barbero de Sevilla (inspirado en el ballet original de Louis Duport de 1808 ideado en Viena). Fue Cram¨¦r qui¨¦n me alert¨® sobre esa irradiaci¨®n del rococ¨® muniqu¨¦s trufado de la herencia barroca italiana en la arquitectura teatral de todo el continente, y el punto cardinal de esto est¨¢ en la antigua sede de Bayreuth, cuyo escenario serv¨ªa tambi¨¦n para dar banquetes en una mesa especial para 80 comensales.
Mientras, en el nuevo teatro contin¨²a el festival wagneriano hasta el 28 de agosto. Hoy se ver¨¢ Lohengrin y el 11, otra Valquiria.
Babelia
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