C¨¦sar Aira, proyecto interminable
Los textos de 'Continuaci¨®n de ideas diversas' atraen y abruman, pero no ofrecen consuelo al lector
C¨¦sar Aira act¨²a seg¨²n las reglas de una pasi¨®n: multiplicar. Decenas de traducciones, m¨¢s de un centenar de novelas y ficciones diversas ¡ªdesde los a?os setenta del siglo XX, dos libros fundamentales que re¨²nen sus conferencias sobre Alejandra Pizarnik y Copi¡ª e innumerables variaciones editoriales. No s¨®lo interviene sobre la tradici¨®n. Su movimiento es tambi¨¦n conscientemente institucional. Act¨²a frente al mercado: publica en grandes monopolios, en firmas con reputaci¨®n de exquisitas (espa?olas, chilenas, argentinas importantes o argentinas cartoneras; estas ¨²ltimas surgieron en este pa¨ªs con la crisis del a?o 2001). No se puede entender su obra sin advertir que la saturaci¨®n del espacio es su gesto de vanguardia, su procedimiento, y que ¨¦ste no se limita a la escritura sino al soporte: libro, folleto, revista. El movimiento perpetuo le permite sobrevolar las mil mesetas en las que se exhibe, como en un inmenso quiosco mil veces reproducido; como en aquellas p¨¢ginas de Deleuze y Guattari que probablemente iluminaron su juventud, quiz¨¢ de modo involuntario, pero en absoluto ingenuo.
Es dif¨ªcil proponer en su obra una pauta evolutiva, aunque una mera cronolog¨ªa permite advertir que, a partir de su madurez, Aira encontr¨® placer en la pr¨¢ctica de los usos laxos de la conferencia y despu¨¦s del ensayo. En uno de ellos, en 1998, defendi¨® la actitud de la vanguardia, como gesto autoconsciente: ¡°Al compartir todas las artes el procedimiento, se comunican entre ellas: se comunican por su origen o su generaci¨®n. Y, al remontarse a las ra¨ªces, el juego empieza de nuevo. El procedimiento en general, sea cual sea, consiste en remontarse a las ra¨ªces. De ah¨ª que el arte que no usa un procedimiento, hoy d¨ªa, no es arte de verdad. Porque lo que distingue al arte aut¨¦ntico del mero uso de un lenguaje es esa radicalidad¡±. Pocos a?os m¨¢s tarde, en 2001, en El ensayo y su tema, proclam¨®, tras un elegant¨ªsimo recorrido hist¨®rico por los hitos del g¨¦nero: ¡°El ensayo es la pieza literaria que se escribe antes de escribirla, cuando se encuentra el tema. Y ese encuentro se da en el seno de la combinatoria: no es el encuentro de un autor con un tema, sino el de dos temas entre s¨ª¡±. La literatura es una combinatoria de los procedimientos de la ficci¨®n; el ensayo lo es de los temas, s¨®lo que los temas entran y salen de la literatura: Copi y Pizarnik, el exotismo, los sue?os, la cr¨®nica, los mecanismos de la invenci¨®n.
En las 86 p¨¢ginas de Continuaci¨®n de ideas diversas, Aira est¨¢ m¨¢s cerca de 1998 que de 2001: pone al lector ante ¡°ocurrencias, recuerdos, an¨¦cdotas, chistes y otros mil azares del discurso, materia inagotable de la Asociaci¨®n¡± y los convierte en ¡°un volumen facetado, un cad¨¢ver exquisito 3D, que tambi¨¦n quiere ser un tablero de juego, y un retrato¡±.
Las ideas diversas, acumuladas y a la vez interruptas poseen un rasgo reconocible en ¨¦l: multiplicaci¨®n y recorte van juntos, veros¨ªmil y artificio se neutralizan. Su arte recuerda ¡ªcomo en el arcaico Superman del que dice nacer su pulsi¨®n literaria¡ª aquella primitiva pantalla de videojuego en el que un mu?equito saltaba de meseta en meseta. El juego consiste, precisamente, en no caer al abismo y tener que reanudar el movimiento desde el principio. Esa conciencia atenta a la progresi¨®n del argumento ¡ªde meseta en meseta¡ª no es lineal, sino que deja visualizar los abismos ¡ªlos lapsos¡ª en los que proclama, incansable, la radicalidad del arte ¡°aut¨¦ntico¡±, que no es otra cosa que alguna forma controlada de la vanguardia. En Continuaci¨®n de ideas diversas hay sue?os, recuerdos de primeras lecturas, observaciones sobre la edad y el olvido, vindicaciones de la libertad de las elecciones de los libros, reiteradas fascinaciones ante las trampas, torpezas y delicias de la ficci¨®n.
Se ha observado cien veces: Aira usa los recursos cl¨¢sicos del relato, pero desplaza su funci¨®n. No tranquiliza: irrita y hace visible el car¨¢cter disruptivo de la narraci¨®n. Y obliga a aceptar el suplicio de un severo aunque disimulado silicio: el de la tijera de las emociones y la astringencia de la identificaci¨®n. Aira se niega a consolar al lector. Puede atraerlo, fascinarlo, divertirlo, abrumarlo; jam¨¢s consolarlo. No repara nada, desmonta todo. Su conciencia de la m¨¢quina literaria es incansable, absorta en los resortes infatigables de las historias que inicia y el registro de los abandonos que promueve: Aira es a la vez narrador y castrador. Se dice de ¨¦l: ¡°Empieza muy bien y termina muy mal¡±. Gracias a esa mezcla y no a pesar de ella ¡ªy no es el menor de sus m¨¦ritos¡ª en sus relatos hay un rasgueo de la realidad, un n¨²cleo de representaci¨®n del mundo. El repertorio es infinito e hist¨®rico; usos, costumbres, ciudades, gadgets, modas, gustos. ?sa es una estrategia, cercana ¡ªno similar¡ª a la del arte aquejado de horror vacui de los locos que menciona en uno de estos escritos.
Pero la saturaci¨®n no es ca¨®tica ni enigm¨¢tica. Aqu¨ª, en este volumen que combina ¡°el tablero de juego¡± y ¡°el retrato¡±, no hay claves ni secretos, sino el ejercicio habil¨ªsimo del arte de lo incompleto, ese rasgo que, para Aira, atestigua una cierta verdad de la escritura: esa verdad s¨®lo consiste en la promesa de una continuaci¨®n.
Continuaci¨®n de ideas diversas. C¨¦sar Aira. Ediciones Universidad Diego Portales Santiago de Chile, 2014. 86 p¨¢ginas. 17,90 euros?
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