La mano y la tableta
Con la mano los tertulianos avisan al moderador de que ya es su turno, y con la tableta se distraen mientras habla el otro
Los tertulianos de la televisi¨®n (y los de la radio, aunque a ¨¦stos no se les ve) tienen a mano dos armas que usan sin descanso: la mano y la tableta. Con la mano avisan al moderador de que ya es su turno, como si eso fuera el mercado o la peluquer¨ªa, y con la tableta se distraen mientras habla el otro. Una vez un moderador (Sergio Mart¨ªn, La noche en 24 horas, TVE) llam¨® la atenci¨®n en p¨²blico a uno de los suyos. Vino a decirle: ¡°Aqu¨ª quien pone los tiempos soy yo¡±.
Pero no es frecuente que en ese guirigay que se forma en las tertulias, sobre todo en las televisivas, los periodistas concurrentes caigan en la cuenta de que al otro lado de esa frontera en la que se sienten solos pero mirados existe de veras la audiencia, y que ¨¦sta no recuerda cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que habl¨® qui¨¦n. Por otra parte, al respecto de estos turnos que los propios tertulianos se adjudican sin permiso del presentador llama la atenci¨®n la importancia que dan a la opini¨®n propia. Pues parece que van a anunciar que han visto un elefante y luego muestran un alfiler.
El uso de la tableta es a¨²n m¨¢s desconsiderado, para el oyente y para los otros compa?eros de mesa. Parece que no van informados, pues se pasan las horas muertas d¨¢ndole al dedito que lo sabe todo mientras los dem¨¢s discurren. Buscan ah¨ª, seguramente, el resultado de sus tuits o el halago de la audiencia que ya llevan cautiva de otras ocasiones en que ellos han dominado el espect¨¢culo.
He visto estas ¨²ltimas semanas la televisi¨®n brit¨¢nica, la comercial y la BBC; ah¨ª he observado que estos informativos que fueron cl¨¢sicos siguen los c¨¢nones de la legendaria televisi¨®n p¨²blica, que para informar se basa en lo que ocurre, y no en lo que se supone que ocurre, procura dar escaso p¨¢bulo a las declaraciones, y en sus programas de debate llevan a expertos, algunas veces a periodistas expertos, pues esa contribuci¨®n no se desde?a sino que se modera.
Me he fijado tambi¨¦n en que esos expertos (incluso periodistas) no levantan la mano para reclamar su hipot¨¦tico turno; tampoco levantan la voz, o no suelen hacerlo, y adem¨¢s ninguno se va all¨ª con la dichosa maquinita. En Espa?a hemos descubierto el iPad y la mano y con su uso desconsiderado tenemos mareados al presentador y al que mira.
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