El perdedor del Greenwich Village
'A prop¨®sito de Llewyn Davis' recorre escenarios del folk en un lugar rico en historias legendarias
Cuando, ya en los cr¨¦ditos, el espectador de A prop¨®sito de Llewyn Davis lee que lo que acaba de ver es una obra de ficci¨®n y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia piensa que hay algo que no encaja. Tampoco encaja lo que ve poco despu¨¦s, cuando entre los cr¨¦ditos de la banda sonora lee los nombres de Mozart, Beethoven, Chopin, Mahler y Schumann. ?No acaba de ver una pel¨ªcula sobre el mundo de la m¨²sica folk en el Greenwich Village a principios de la d¨¦cada de los sesenta? ?En qu¨¦ momento ha o¨ªdo los fragmentos que aparecen detallados con tanta precisi¨®n en la pantalla? [La lista completa incluye: ¡®Lacrimosa Dies¡¯, del R¨¦quiem en re menor (Mozart); Sonata n¨²mero 15 en re mayor para piano, opus 28 (Beethoven); Balada n¨²mero dos en fa menor, opus 38 (Chopin); ¡®Sehr Behaglich Wir Geniessen¡¯, ¡®Die Himmlischen Freuden¡¯, del Cuarto movimiento de la sinfon¨ªa n¨²mero 4 en Sol (Mahler), y Tres romances en fa sostenido mayor, opus 28 (Schumann)]. Desconcertante, sin duda, pero si algo ilustra a la perfecci¨®n la sutil textura emocional que Ethan y Joel Coen logran imprimir a sus trabajos son los vuelcos de este tipo. Lo mismo cabe decir de la evocaci¨®n de lugares, acontecimientos y personajes que aparecen en A prop¨®sito de Llewyn Davis.Su parecido con la realidad, huelga decirlo, no es ninguna coincidencia.
Tanto literaria como musicalmente, es dif¨ªcil encontrar un enclave m¨¢s rico en historias legendarias, protagonizadas por personajes m¨ªticos que la min¨²scula ret¨ªcula de calles que constituyen el Greenwich Village, s¨®lo que no hay nada que interese menos a los creadores de A prop¨®sito de Llewyn Davis que cuanto guarda relaci¨®n con la cartograf¨ªa de la fama. Por el contrario, el fin de la pel¨ªcula es llevar a cabo una minuciosa anatom¨ªa del fracaso. La radiograf¨ªa del village llevada a cabo por los Coen tiene mucho en com¨²n con introspecciones como la que realiz¨® Anatole Broyard en Kafka hac¨ªa furor (1993), sus memorias p¨®stumas. El retrato que hace Broyard del ambiente art¨ªstico e intelectual del village a mediados del siglo pasado permite comprobar que la personalidad del barrio estaba perfectamente definida hac¨ªa d¨¦cadas. Como har¨¢n despu¨¦s los Coen, a Broyard, uno de los cronistas m¨¢s brillantes y ¨¢cidos del village, lo que le interesa de verdad es algo que no logra captar el radar de la fama. El ejercicio no es f¨¢cil.
En la pel¨ªcula hay ecos de A Freewheelin¡¯ Time. A memoir of Greenwich Village in the sixties (2008), de Suze Rotolo, as¨ª como de Positively Fourth Street (2001), de David Hajdu, dos cr¨®nicas que permiten observar de cerca a sus personajes antes de que los devore el c¨¢ncer de la fama. Bob Dylan se enamor¨® de Suze Rotolo cuando ella ten¨ªa 17 a?os y ¨¦l 20. La imagen de Rotolo dio la vuelta al mundo en 1963, cuando apareci¨® cogida de su brazo en la portada de Freewheelin', paseando por un village nevado. En Cr¨®nicas, Volumen 1 (2004), Dylan dedica mucha m¨¢s atenci¨®n (tres cap¨ªtulos) a los sucesos de 1961 (el a?o de su llegada al village, durante el cual transcurre tambi¨¦n la acci¨®n de A prop¨®sito de Llewyn Davis) que a la ¨¦poca en que se empez¨® a hacer famoso. En todo caso, la fuente de inspiraci¨®n m¨¢s directa de la pel¨ªcula de los Coen es El rey de MacDougal Street (2005), memorias p¨®stumas de Dave van Ronk, int¨¦rprete y compositor folk de considerable importancia hist¨®rica. Llewyn Davis es, con matices, Dave van Ronk. En cuanto a Van Ronk, uno de los comentaristas de sus memorias, que tuvieron una magn¨ªfica recepci¨®n, lo caracteriz¨® como un m¨²sico del talento de Dylan, pero sin su fama.
Entre los cr¨¦ditos de la banda sonora se leen los nombres de Mozart, Beethoven, Chopin, Mahler y Schumann
En un momento de la pel¨ªcula, atisbamos fugazmente la car¨¢tula de un elep¨¦ titulado A prop¨®sito de Llewyn Davis que es un calco de la de Inside Dave van Ronk, ¨¢lbum publicado originariamente en 1963. En la portada del disco ficticio, Oscar Isaac, el actor que encarna a Davis, remeda descaradamente a Van Ronk. Los dos llevan una chaqueta gastada, barba recortada y miran de soslayo, apoyados en una desvencijada puerta de madera, con la mano izquierda en el bolsillo y en la derecha un cigarrillo. Van Ronk era uno de los personajes m¨¢s conocidos de la escena folk cuando Dylan tom¨® el village por asalto. En sus memorias Dylan lo caracteriza como ¡°una marioneta sin hilos¡±, y cuenta que su arreglo de House of the Rising Sun le gust¨® tanto que decidi¨® apropiarse de ¨¦l.
A prop¨®sito de Llewyn Davis nos muestra visiones fugaces de lugares emblem¨¢ticos como la fachada de Village Cigars, los bancos cubiertos de nieve de Washington Square, un restaurante italiano y un caf¨¦ sin distintivos que sabemos que son el Rocco¡¯s y el Reggio. La pel¨ªcula se abre con Isaac, excelente m¨²sico y cantante por derecho propio, interpretando Hang Me, Oh Hang Me, un tema cl¨¢sico de Van Ronk, en el Gaslight, un local de la calle de MacDougal, donde a lo largo de los a?os actuaron, entre otros, Richie Havens, Tom Paxton, Phil Ochs, Ramblin¡¯ Jack Elliott y, por supuesto, Dylan. No obstante, la escena que constituye el centro de gravedad emocional de la pel¨ªcula tiene lugar en otro local y otra ciudad: el Gate of Horn de Chicago.
Como hizo Van Ronk en su d¨ªa, Llewyn Davis viaja en autoestop a la capital del Medio Oeste a fin de entrevistarse con el due?o del Gate of Horn, Albert Grossman (Bud en la pel¨ªcula), c¨¦lebre promotor en cuyo poder estaba otorgar la fama o negarla. Tras un sinf¨ªn de incidencias, el cantante contempla la fachada del legendario local en medio de la nieve y se decide a entrar. Bud Grossman no est¨¢. Cuando llega, una hora despu¨¦s, accede a escuchar al reci¨¦n llegado en medio del local vac¨ªo. Davis hace una interpretaci¨®n exquisita de The Death of Queen Jane. Tras un largo silencio durante el cual contemplamos su rostro inexpresivo, Grossman emite su dictamen:
Un retrato cruel
Tras las recientes pel¨ªculas sobre la beat generation, cab¨ªa imaginar que la pr¨®xima parada de Hollywood ser¨ªa el folk revival,aquel movimiento disidente que politiz¨® a buena parte de la mocedad estadounidense y mundial. Pero se adelantaron los hermanos Coen y jodieron la marrana.
No hay romanticismo en A prop¨®sito de Llewyn Davis. Es invierno en la ciudad y en el coraz¨®n de los personajes. El protagonista, anta?o seductor, ahora sufre el rechazo de sus mujeres. Literalmente, no tiene ni techo para dormir. El Greenwich Village es hostil, con angustiosos pasillos y descarnadas habitaciones.
Las visiones de la industria del folk resultan devastadoras. El due?o de su discogr¨¢fica es taca?o y paternalista. En Columbia, le despluman. La poca humanidad est¨¢ en el trasunto de Tom Paxton, un soldado aspirante a folkie.
Ni rastro de la vitalidad de O brother, Where art thou?: all¨ª brillaban m¨²sicas con ra¨ªces, productos del f¨¦rtil delta del Misisipi; las del Village son fr¨¢giles plantas de interior. Y la puntilla final: la irrupci¨®n del carism¨¢tico Dylan, que relegar¨¢ a los Llewyn Davis a notas a pie de p¨¢gina.
¡°No veo mucho dinero ah¨ª¡±.
Es todo. El perdedor emprende el regreso a Nueva York en autoestop. Aprovechando que el due?o del veh¨ªculo que lo ha recogido duerme profundamente mientras ¨¦l conduce, Davis se sale de la autopista para ir a visitar a su padre, que vegeta en un asilo de Akron, Ohio. Viendo que no lo reconoce, Llewyn interpreta una canci¨®n que tocaba para ¨¦l cuando era ni?o. Por toda respuesta, el anciano defeca involuntariamente. Cuando, al principio de la pel¨ªcula, tras su interpretaci¨®n de Hang Me, Oh Hang Me, Davis sale del Gaslight por la puerta trasera, un tipo que le est¨¢ esperando la emprende a pu?etazos con ¨¦l. La escena se repite al final, con la diferencia de que ahora se nos permite entender por qu¨¦. S¨®lo que lo que importa de verdad no es la paliza, sino lo que ocurre un momento antes, cuando la c¨¢mara nos muestra qui¨¦n se sube al escenario inmediatamente despu¨¦s que Llewyn Davis: un Bob Dylan jovenc¨ªsimo que ataca los primeros acordes de Farewell. Mientras el eco de los pu?etazos se mezcla con los de la canci¨®n, Llewyn Davis levanta el rostro del suelo nevado y contemplando las luces traseras del taxi en que se aleja su agresor dice con un deje de iron¨ªa, despidi¨¦ndose no sabemos muy bien de qu¨¦: Au revoir.
Tr¨¢iler de 'A prop¨®sito de Llewyn Davis'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.