El gobierno de los borregos
Ser¨ªa faltar a la verdad si no queda constancia escrita de que la corrida tuvo instantes lucidos a tenor de la algarab¨ªa que vivi¨® el muy generoso p¨²blico de la Malagueta. No se olvide que hicieron el pase¨ªllo tres de las figuras m¨¢s renombradas de la actualidad, a quienes no les faltan resortes para conectar con los tendidos, ¨¢vidos, por otra parte, de un alegr¨ªa, aunque sea postiza, que justifique el precio de la entrada. No se le pueden negar, a estas alturas, m¨¦ritos a El Juli, Perera y Talavante, que no est¨¢n donde est¨¢n por casualidad, y en cualquier momento trazan una chicuelina vistosa, caso del primero, demuestran una suficiencia desbordante, como hizo Perera, o encandilan con destellos artistas de hondo sentimiento, que fue lo mejor de Talavante.
Lo que ocurre es que los tres gozan de las mieles del mando en plaza. Son figuras reconocidas de la ¨¦poca; los que mandan en ganader¨ªas y despachos; imponen compa?eros y emolumentos, y presionan en los corrales para que, m¨¢s all¨¢ de Madrid, Pamplona y Bilbao, salga el toro bonito de hechuras, c¨®modo de pitones, corto de casta y largo de nobleza.
Del R¨ªo/ El Juli, Perera, Talavante
Toros de Victoriano del R¨ªo, correctos de presentaci¨®n, mansos, descastados, blandos y muy nobles.
Juli¨¢n L¨®pez El Juli: casi entera trasera y baja (silencio); dos pinchazos -aviso- y tres descabellos (ovaci¨®n).
Miguel ?ngel Perera: estocada trasera y baja (oreja); estocada trasera (vuelta).
Alejandro Talavante: estocada trasera -aviso- y cinco descabellos (vuelta); pinchazo y estocada trasera (oreja).
Plaza de la Malagueta. 20 de agosto. Cuarta corrida de feria. Casi lleno.
Para entendernos: lo que esta tarde sali¨® en M¨¢laga es el toro de dise?o, hecho a mano y a gusto del cliente; el toro bondadoso, de dulce y suave recorrido, ayuno de casta y fiereza; el bomb¨®n de chocolate que permite dar muchos pases, pero que no provoca la emoci¨®n; el toro que busca el ol¨¦, pero no pone la carne de gallina ni obliga a saltar del siento impulsado por un resorte invisible. Ese es el toro de la modernidad, el que posibilita faenas interminables, irregulares, destempladas las m¨¢s de las veces, y deja poco, muy poco para el recuerdo. Cuando no hay tensi¨®n, y no la ha habido en M¨¢laga, no es posible la apoteosis. Con este material no triunfa el toreo, sino el borrego impuesto por las figuras, porque son los borregos, y no el toro de verdad, los que gobiernan el toreo actual.
Dicho lo cual, El Juli dej¨® constancia de su enorme capacidad, que bien podr¨ªa invertir en el toro aut¨¦ntico. Su primero fue un inv¨¢lido bondadoso que acudi¨® con dulzura a los capotes y lleg¨® al tercio final con el ¨ªmpetu desva¨ªdo. Alarg¨® una enormidad la faena al cuarto, noble y rajado, con el que instrument¨® meritorios naturales.
Perera sigue gozando de los meses de felicidad que proporciona un doble triunfo en Madrid. Se le ve suficiente y sobrado de facultades f¨ªsicas y mentales, pero su toreo total no se engrandece ante el borrego docil¨®n al que lidi¨® en primer lugar, ni ante el cansino y aburrido quinto.
Y, al final, quien m¨¢s piropos cosech¨® fue Talavante, que se sinti¨® artista, tore¨® con refinado regusto y dibuj¨® momentos de toreo hondo. Claro que su primero ten¨ªa pinta de ser descendiente directo de un perrito faldero, y la grandeza del torero qued¨® muy disminuida; repiti¨® fases de altura ante el sexto en una faena algo deslavazada e irregular y se march¨® a pie pero con el favor de un p¨²blico agradecido. Menci¨®n especial merece su subalterno Juan Jos¨¦ Trujillo, que puso dos extraordinarios pares de banderillas, quiz¨¢ lo m¨¢s celebrado de la tarde.
En fin, que muy bien, que este es el toreo de hoy, mec¨¢nico y sin alma, y el toro moderno, tan noble como vulgar. Mientras haya quien pase por taquilla para gozar con espect¨¢culos tan fr¨ªos como este, miel sobre hojuelas. El problema es que esta fiesta, as¨ª dise?ada, no deja recuerdos ni crea afici¨®n.
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