Las verdades de Houellebecq
El escritor protagoniza un falso documental sobre su desaparici¨®n y supuesto secuestro en 2011
Cuando el periodista lanza la pregunta, Michel Houellebecq (Saint-Pierre, isla de La Reuni¨®n, 1958) se toma su tiempo. Cinco segundos. Diez. Un titubeo. Paciencia, el escritor tiene fama de hura?o, de ausente hasta lo enfermizo. Transcurren otros 20, y el silencio del patio del c¨¦ntrico hotel se vuelve atronador. A los 40 segundos el escritor regresa de ese lejano espacio mental en el que parece almacenar respuestas. El equipo de prensa del filme El secuestro de Michel Houellebecq, fabulaci¨®n sobre su desaparici¨®n en 2011 en la que se interpreta a s¨ª mismo, respira de alivio. Tambi¨¦n el periodista. Da igual lo que conteste: suena a gloria.
En cualquier caso, los atemorizados periodistas coinciden en que el escritor parece estar de buen humor. Su figura desgarbada, su piel blanca hasta la transparencia, ese cuerpo que parece haber sufrido m¨¢s de lo que permitir¨ªa su edad inspiran incluso ternura. Este lado afable se corresponde con el que muestra en lo que le ha tra¨ªdo hasta su adorada Espa?a, el estreno el 29 de agosto de este filme producido por la cadena Arte y estrenado en la Berlinale, una especie de falso documental sobre uno de los episodios m¨¢s conocidos de su turbulenta historia medi¨¢tica.
Me reconozco m¨¢s en la pel¨ªcula que en mis novelas
¡°La primera estrella literaria desde Sartre¡± (como le defini¨® la revista Le Nouvel Observateur) acababa de ganar el premio Goncourt, la medalla de oro de la novela francesa, por El mapa y el territorio. Sus agentes le esperaban para comenzar una gira por los Pa¨ªses Bajos, pero el escritor no acudi¨® a la cita, ni contestaba a correos electr¨®nicos ni llamadas. Alarma, p¨¢nico. ?Habr¨ªa reca¨ªdo en la depresi¨®n psic¨®tica que sufri¨® en los ochenta??Habr¨ªa desaparecido del globo, como hac¨ªa en su libro el personaje llamado Houellebecq??Le habr¨ªa secuestrado Al Qaeda en respuesta a sus ofensas al islam, como se lleg¨® a rumorear en la web? Decepci¨®n: el escritor apareci¨® a los tres d¨ªas. Simplemente la l¨ªnea telef¨®nica de su casa en Almer¨ªa no funcionaba. O eso aseguraba.
Lo sigue afirmando, aunque el filme de Nicloux parte de otra idea: ?Y si la hip¨®tesis del secuestro hubiera sido cierta? Para ello, sit¨²a al escritor real en medio de una situaci¨®n ficticia. ¡°Todo eso de Al Qaeda era finalmente muy l¨²dico y me serv¨ªa como coartada ficcional para mostrar momentos de Michel que los medios no han expuesto. Es de las personas que m¨¢s me hacen re¨ªr, y me parec¨ªa una pena que el espectador no pudiera tener acceso a esa parte de su personalidad¡±, explica el director, que ya hab¨ªa trabajado con el literato en su pel¨ªcula para televisi¨®n L¡¯affaire Gordji (2012). El escritor parece haberle cogido el gusto a la actuaci¨®n. En breve estrena el largometraje Near death experience (dirigido por Beno?t D¨¦l¨¦pine y Gustave Kervern), en cuyo trailer se le puede ver bailando rock.
Trailer de El secuestro de Michel Houellebecq.?
En esta farsa autobiogr¨¢fica se presenta como un c¨®mico nato, al menos cuando es fiel a su personaje, tratando de ped¨®filos a sus cong¨¦neres escritores, montando en c¨®lera por una discrepancia literaria (¡°Tengo una muy d¨¦bil tolerancia est¨¦tica. ?Hay una falta de inocencia en no amar El se?or de los anillos que me molesta!¡±) o bebiendo m¨¢s vino de la cuenta. ¡°Me reconozco m¨¢s en la pel¨ªcula que en mis novelas. En mi libro no soy tanto yo, como una exploraci¨®n de potencialidades que est¨¢n en m¨ª pero no han sido. Por ejemplo, si hubiera sido alcoh¨®lico de verdad, cosa que no ha pasado, pero que podr¨ªa¡±, farfulla el escritor en su baj¨ªsimo tono de voz mientras el realizador, a su lado, r¨ªe entre dientes.
Al menos, el Houellebecq de la vida real fuma como el Michel de la pel¨ªcula, colocando el cigarrillo en la primera falange entre los dedos coraz¨®n y anular, a cort¨ªsimas caladas desde la comisura de los labios. Unas maneras extraterrestres que se corresponden con su at¨ªpica vestimenta: el uniforme de verano (el de invierno consiste en una parka, habitualmente verde) consta de una camiseta sin mangas y un chaleco del mismo corte semejante al de un reportero gr¨¢fico. En el filme, Michel asegura que ese gesto repetido hasta la saciedad se debe a que se rompi¨® un dedo jugando al baloncesto. Verdad o mentira, imposible saberlo.
El director asegura que todo en el filme ha surgido de la improvisaci¨®n
Ah¨ª, en esa zona gris entre realidad y ficci¨®n, es donde reside el poder de la obra. Y lo saben. La decena de periodistas que esperan su turno en un caos calmo hacen corrillo para interrogarse sobre la veracidad de lo mostrado. A aquel le han asegurado que todo es cierto, mientras aquella dice haber le¨ªdo que el escritor pone distancia entre ¨¦l y su papel. Cuando se interroga al realizador sobre cu¨¢nto de improvisaci¨®n y cu¨¢nto de guion hay en la obra, interrumpe: ¡°Espere, queremos hacerle antes una pregunta a usted. ?Le ha gustado? Porque tenemos discursos distintos seg¨²n lo que responda¡±. M¨¢s tarde asegurar¨¢ que El secuestro de Michel Houellebecq ¡°no es una pel¨ªcula¡±, que solo se hac¨ªa una toma por escena, que cada situaci¨®n se desarrollaba a tiempo real y que todas han sido ¡°grabadas tal cual se vivieron¡±. Pero claro, qui¨¦n sabe.
Hablan, por ejemplo, de un episodio en el que, tras mucho insistir, Houellebecq acaba conduciendo el coche con el que su secuestrador le devuelve a la sociedad. El escritor acelera hasta los 300 por hora ("correr es uno de mis vicios") ante el pasmo de su acompa?ante. Asegura Nicloux que el autor dej¨® escrito su testamento antes de la escena, lo que hizo entrar en p¨¢nico al otro actor, tambi¨¦n amateur, ante la posibilidad de un ¡°suicidio organizado¡± de la estrella. Hay otro momento, m¨¢s emotivo, cuya verdad reivindica el autor. ¡°Me reconozco cuando en el filme digo que mi vida ha estado bien y puede parar ya¡ Las palabras de Kant son en efecto mis ¨²ltimas palabras favoritas. ¡®C¡¯est suffisant. Es suficiente¡±, dice en castellano, sonriendo. Su confesi¨®n crea un instante de recogimiento, como si se estuviera ante la revelaci¨®n final, la ca¨ªda de la m¨¢scara. Aunque, cuidado: como ha advertido antes Nicloux, ¡°es m¨¢s f¨¢cil decir la verdad utilizando la mentira¡±.
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