?Qu¨¦ es esto, se?or Eastwood?
Desear¨ªas que la longevidad art¨ªstica del cineasta estuviera siempre a la altura de su obra
Leo en la entrevista con Clint Eastwood que public¨® ayer este peri¨®dico que este afirma poseer algo tan venturoso como no tener miedo a nada a estas alturas de su carrera (qu¨¦ envidia, qui¨¦n pudiera) y tambi¨¦n la prohibici¨®n que le ha hecho a su vejez de entrar en casa, o sea, mantenerse siempre ocupado para espantar la decadencia, la pasividad o la esclerosis que impone la edad. Y cualquiera que est¨¦ agradecido a los poderosos momentos est¨¦ticos, narrativos y an¨ªmicos que nos ha proporcionado gran parte de su cine celebra enormemente que se sienta tan seguro ante todo tipo de retos art¨ªsticos y que a los 84 a?os siga neg¨¢ndose a esperar sentado en su casa la llegada de lo inevitable. Igualmente, constatas con notable alegr¨ªa que algo ha cambiado en la inflexibles normas de las compa?¨ªas de seguros y las productoras que negaban la continuidad laboral a los directores a partir de cierta edad (algunos de los m¨¢s grandes, como Ford y Wilder, ten¨ªan proyectos a los que fueron obligados a renunciar), ya que los 79 a?os de Woody Allen y los 84 de Clint Eastwood no son impedimento para que sigan contando historias a trav¨¦s de una c¨¢mara. En el caso de Allen, met¨®dicamente una todos los a?os, lo cual tambi¨¦n puede ser compulsivo, adem¨¢s de una forma de supervivencia mental.
Pero desear¨ªas que la longevidad art¨ªstica de Eastwod estuviera siempre a la altura de su extraordinaria obra. Y juro que si no existieran los t¨ªtulos de cr¨¦dito iniciales nunca podr¨ªa imaginar que el director de Jersey boys es Eastwood, que la mirada compleja, amarga, profunda, en alguna ocasi¨®n dolorosamente rom¨¢ntica, sobre las personas, los sentimientos y las cosas que caracteriza al cine de este hombre est¨¦ ausente en este tedioso, inane y olvidable musical, que todo desprenda olor a disparate, a adaptaci¨®n desganada de un ¨¦xito de Broadway, a tributo tontorr¨®n a una m¨²sica melosa y blandita que jam¨¢s podr¨ªas imaginar entre los exquisitos gustos mel¨®manos de Eastwood, el hombre que produjo un maravilloso documental sobre el arte sublime del pianista Thelonious Monk y dirigi¨® Bird, aquella biograf¨ªa en carne viva de Charlie Parker y su tr¨¢gica imposibilidad para salir del hoyo.
Y por supuesto que alguien que ha acertado tanto tiene derecho a equivocarse. Jersey boys no es el ¨²nico fiasco de Eastwood en los ¨²ltimos tiempos. Invictus era tan almibarada como convencional. Y la pretendida negrura y ambig¨¹edad de J. Edgar deven¨ªan en monoton¨ªa e irrelevancia.
Sospechas que el prestigio de Eastwood todav¨ªa le permite elegir guiones, tratar con mimo a sus proyectos. Por ello, resulta dif¨ªcil de entender qu¨¦ ha podido atraerle en la historia del cantante Frankie Valli y su grupo The Four Seasons. A su curr¨ªculo no le pasar¨ªa nada grave porque faltara en ¨¦l un musical. Pero nada tiene el menor atractivo ni gracia en este retrato de unos chavales italoamericanos de Nueva Jersey destinados gen¨¦tica y ambientalmente al gansterismo y que fueron salvados por la m¨²sica Y de acuerdo en que todos hemos cantado Can¡¯t take my eyes off you, incluyendo los que part¨ªan a la guerra de Vietnam al d¨ªa siguiente en una preciosa secuencia de El cazador. Pero una canci¨®n tampoco justifica hacer una pel¨ªcula tan inocua sobre la vida de sus creadores. Incluyendo esos desastrosos maquillajes (en J. Edgar ocurr¨ªa lo mismo) con los que Eastwood pretende hacernos creer que los ni?os llegaron a viejos.
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