P¨®quer de ases
Los actores de 'Jugadores' forman un cuarteto de lujo. La obra de Pau Mir¨® triunfa en Madrid
Els jugadors, escrita y dirigida por Pau Mir¨®, se estren¨® en el Lliure en 2011 con un estupendo reparto: Boris Ruiz, Jordi Boixaderas, Jordi Bosch y Andreu Benito. Dos a?os m¨¢s tarde se present¨® en N¨¢poles ¡ªI giocatori¡ª a las ¨®rdenes de Enrico Ianniello, con la compa?¨ªa Teatri Uniti, y se llev¨® el Premio Ubu (el m¨¢s importante de la escena italiana) a la mejor obra extranjera. A finales de agosto ha llegado a Madrid, a los Teatros del Canal, en versi¨®n castellana y puesta del propio autor, con otro cuarteto fenomenal: Jes¨²s Castej¨®n, Luis Bermejo, Gin¨¦s Garc¨ªa Mill¨¢n y Miguel Rell¨¢n. Jugadores es una comedia ¨¢cida, concisa (hora y veinte), muy bien armada, cuyo tono, escrib¨ª con motivo de su estreno barcelon¨¦s, me hace pensar en un cruce entre Pinter y Kaurism?ki; si tuviera que relacionarla con un novelista, lo har¨ªa con el Echenoz de Cherokee. Personajes desesperanzados, a la deriva, sin trabajo, perdidos en un mundo que ya no es el suyo, aparentemente ¡°normales¡± (¡°Todo el mundo es normal hasta que le conoces¡±, como dice Xavier Theros), pero con un fondo de misterio y turbulencia que van mostrando poco a poco. Jugadorestrata, a mi entender, de los p¨¢ramos de la mediana edad y la adicci¨®n al riesgo, a ponerse en peligro: el v¨¦rtigo como v¨ªa de escape de una realidad opaca. Los cuatro protagonistas anhelan ¡°esas mil¨¦simas de segundo en que una carta puede decidir el giro de la noche¡±, y quien dice carta dice la bola de la ruleta, o esa decisi¨®n irracional que puede enviarlo todo al traste. Es tambi¨¦n una historia sobre la amistad: esos cuatro no son unos santitos, se enga?an, se ponen verdes, dicen que no son una familia, pero est¨¢n juntos y acuden siempre para echar una mano al amigo en apuros. No es optimista ni pesimista; no sabemos si al final se liberan o entran en bucle.
La acci¨®n transcurre en la cocina donde tienen lugar las partidas, de las que asistimos al antes y al despu¨¦s. Y lo que se acaba jugando, en ¨²ltima instancia, es una pieza de caza mayor que no conviene revelar.
Jugadores trata, a mi entender, de los p¨¢ramos de la mediana edad y la adicci¨®n al riesgo
Los personajes no tienen nombre: les conocemos como el barbero, el actor, el enterrador y el profesor. Jes¨²s Castej¨®n interpreta al barbero, cuyos clientes menguan d¨ªa a d¨ªa: ¡°O se quedan calvos o mueren¡±. Un hombre con algo de buf¨®n y de escudero, que hace gala de una iron¨ªa tras la que poco a poco afloran ¡°pensamientos negros, extra?os¡±, y una tristeza y una soledad crecientes. El profesor es Miguel Rell¨¢n. Suelta frases breves y certeras, como ¡°si te miras al espejo, puedes ver el futuro¡±. Ese hombre al que todos respetan ha cometido un error, un estallido que puede costarle su carrera. Desde entonces vive pendiente de ese asunto, y de los dictados nocturnos de su padre muerto, que le dej¨® el piso (viejo, destartalado) y una cajita con una bala, un pa?uelo, un cristo de pl¨¢stico y un disco de Dean Martin. Hay un v¨ªnculo, una relaci¨®n refunfu?ona y conmovedora entre el barbero y el profesor, que me recuerdan a Jean Gabin y Ren¨¦ Dary, los viejos g¨¢nsteres en Touchez pas au grisbi, de Jacques Becker. Y un v¨ªnculo entre Castej¨®n y Rell¨¢n, que juegan en la misma liga: el tono, la humanidad, la forma de colocar las r¨¦plicas y pasarse la pelota. Y esas miradas, que no se las regalaron. Rell¨¢n volvi¨® a pasmarme este verano en Santander, donde le vi haciendo El pianista del oc¨¦ano, de Baricco, que ahora se repone los lunes en la Sala T¨²: no se lo pierdan. A Castej¨®n no le ve¨ªa desde Cosm¨¦tica del enemigo: cinco a?os sin pisar escenario son un esc¨¢ndalo, as¨ª que hay que celebrar tenerle ah¨ª arriba de nuevo, y que dure.
Dos enormes actores que saben lat¨ªn: es un placer verles trabajar juntos. Luis Bermejo tambi¨¦n es otra gran elecci¨®n para su papel: el actor clept¨®mano y enamorado de los ¡°blancos¡±, esos vac¨ªos que aterran a cualquier int¨¦rprete, pero que a ¨¦l le sacan de la rutina, le hacen sentirse vivo. Hay algo en la mirada de Bermejo (esos ojos fijos, abiertos, de p¨¢jaro desvelado) que aqu¨ª viene al pelo. Pienso en Bermejo y le veo, sobre todo, en El traje o en El se?or, obra y pel¨ªcula de Cavestany, porque tiene enigma, y extra?eza, y un humor glacial, y la melancol¨ªa electrizada del ni?o mal crecido. Dir¨ªa que a¨²n no tiene agarrado del todo el personaje del actor: conociendo su calibre, puede hacerle volar mucho m¨¢s. Voy a ponerle una pega peque?a y concreta: no me convence el gui?o que baja al p¨²blico cuando acaba de cantar la canci¨®n de Dean Martin. Imagino que Pau Mir¨® se lo habr¨¢ marcado, pero me parece buscar la risa de una manera un poco f¨¢cil, que rebaja su historia adolescente (y es una bella historia).
Gin¨¦s Garc¨ªa Mill¨¢n es el enterrador. Trabaja en eso a la espera de algo mejor, algo que posiblemente no llegue nunca. Garc¨ªa Mill¨¢n gasta un curioso aspecto a lo Jos¨¦ Coronado en No habr¨¢ paz para los malvados, bigot¨®n incluido. Ese aire de malandra me despist¨® un poco y me cre¨® un prejuicio. Yo siempre he visto a Garc¨ªa Mill¨¢n como un gal¨¢n rom¨¢ntico en el mejor sentido del t¨¦rmino, vulnerable, elegante, con una poderosa tendencia al ensue?o: pienso, para citar funciones recientes, en el Trigorin de Los hijos se han dormido o el fabulador Zavala de Kathie y el hipop¨®tamo. Ese romanticismo palpita, oscuro y tenso, en su relaci¨®n con la ucraniana Yrina, una Sherezade cautiva, pero pens¨¦, al principio, que a sus explosiones de ira les faltaba algo m¨¢s de convicci¨®n. Pens¨¦ luego: no, es un santo var¨®n que juega a t¨ªo duro. Y si rascas un poco m¨¢s adviertes que le pasa lo que a sus compa?eros: tras la segunda o tercera capa aflora el peligro, y quiz¨¢ por eso su trabajo me gusta mucho m¨¢s en el ¨²ltimo tercio, cuando hace lo que hace, para probarse que no es un cobarde.
Enric Planas firma la escenograf¨ªa, dir¨ªa que la misma, muy lograda, que levant¨® en el Lliure. Me gustan siempre las luces del maestro G¨®mez Cornejo, pero tengo la impresi¨®n de que a ratos (dir¨ªa que en su parte central) entenebrecen un poco la comedia. Lo fundamental es que tenemos a cuatro actorazos sirviendo un brillante texto. Jugadores est¨¢ funcionando muy bien en el Canal: el d¨ªa que vi la funci¨®n estaba lleno, y la gente todav¨ªa no hab¨ªa vuelto de vacaciones. Sorprende al p¨²blico sin confundirle: comunica con nitidez sus claroscuros y alza un espejo inusual, pero de reflejos claramente reconocibles. A por ella.
Jugadores. Escrita y dirigida por Pau Mir¨®. Int¨¦rpretes: Luis Bermejo, Jes¨²s Castej¨®n, Gin¨¦s Garc¨ªa Mill¨¢n y Miguel Rell¨¢n. Teatros del Canal. Cea Berm¨²dez, 1. Madrid. Hasta el 5 de octubre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.