Los papeles de Bazlen
Bobi Bazlen (Trieste, 1902-Mil¨¢n, 1965) fue un legendario ¨¢grafo que le¨ªa mucho y no ensalzaba a casi nadie, pero festej¨® como un loco la aparici¨®n de Gombrowicz: ¡°Uno de los aliados m¨¢s honestos que podemos tener en la verdadera revoluci¨®n contra el amor, el arte, los principios inmortales y todas las tonter¨ªas de siempre¡±. Fue tambi¨¦n un perfecto detector de la falta de talento de sus contempor¨¢neos y de la reca¨ªda constante de muchos de estos en ¡°las tonter¨ªas de siempre¡±.
Huy¨® tanto de la escritura que acab¨® apasion¨¢ndose por la intervenci¨®n directa en la vida de las personas. Una de sus amigas le record¨® as¨ª: ¡°Era mal¨¦fico. Se pasaba el tiempo ocup¨¢ndose del vivir ajeno, de las relaciones de los otros, lo liaba todo: en suma, un fracasado que viv¨ªa la vida de los dem¨¢s¡±.
Opinaba que casi todos los libros de sus coet¨¢neos no eran m¨¢s que notas a pie de p¨¢gina
Como este ¡°fracasado¡± opinaba que casi todos los libros de sus contempor¨¢neos no eran m¨¢s que notas a pie de p¨¢gina, apenas escribi¨® nada, salvo un cuaderno de notas, una novela inacabada, y un mont¨®n de dict¨¢menes literarios entregados a editoriales de Tur¨ªn. Cuando hace dos a?os una selecci¨®n de sus Informes de lectura (acompa?ados de unas cuantas cartas al poeta Montale) fueron publicados por la editorial argentina La bestia equil¨¢tera, algunos se enteraron entonces de que Bazlen no escrib¨ªa, pero se le pod¨ªa leer. En sus papeles hablaba de los mismos libros que publicaba entonces Carlos Barral en Barcelona: la prueba de que al menos en el terreno editorial no and¨¢bamos en nuestro pa¨ªs tan atrasados como en todo lo dem¨¢s.
En esos informes califica a Blanchot de ¡°acr¨®bata inconsistente¡±, pero ensalza su ensayo La mirada de Orfeo. Confiesa no haber pasado de la p¨¢gina 30 de Los reconocimientos, de William Gaddis. Se r¨ªe de un modo infinitamente serio de Garc¨ªa Lorca, de Neruda, de Robbe-Grillet. Y, al ocuparse de El hombre sin atributos, de Musil, sentencia que es un libro important¨ªsimo, pero nada comercial, pues la novela le parece ¡°demasiado larga¡±, ¡°demasiado fragmentaria¡±, ¡°demasiado lenta, o aburrida, o dif¨ªcil¡± y ¡°demasiado austr¨ªaca¡±.
En una reciente rese?a, Christopher Dom¨ªnguez Michael observa c¨®mo Bazlen nunca se olvidaba del factor comercial de un libro; parec¨ªa no perder jam¨¢s de vista que si sus dict¨¢menes enga?aban a la editorial y ¨¦sta se arruinaba, ¨¦l ir¨ªa directo al paro. Deber¨ªa escribirse, propone Dom¨ªnguez Michael, la historia del informe literario junto a la historia de su hermana-enemiga, la contraportada. Creo que sin duda dar¨ªa para un exquisito relato: los informes de lectura eran siempre ferozmente sinceros; las contraportadas, en cambio, modosas y art¨ªsticamente hip¨®critas, aunque mucho m¨¢s decorosas que el Blurb de nuestros d¨ªas, esa ¡°m¨¢xima para tarados¡±, lo llama Dom¨ªnguez Michael, para quien si la contraportada pertenece al dominio de las virtudes p¨²blicas, el informe de lectura se origina en los vicios privados¡ ?Mi conclusi¨®n? Pues que a medio camino entre el texto hip¨®crita y el excesivamente sincero, se encuentra el manuscrito ideal: aquel que alguien ¡ªtal vez un ¨¢grafo tr¨¢gico¡ª escribir¨¢ alg¨²n d¨ªa.
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