Leonard Cohen: hasta siempre, Marianne
La mujer noruega que inspir¨® la famosa canci¨®n de Leonard Cohen evoca los a?os con el m¨²sico
¡°Conocer¨¢s a un hombre que habla con lengua de oro¡±, le vaticin¨® su abuela a Marianne Ihlen, la joven y atractiva noruega que Leonard Cohen inmortaliz¨®, hace ya casi cinco d¨¦cadas, en la c¨¦lebre canci¨®n que lleva su nombre: So Long Marianne. A punto de cumplir los 80, el 21 de septiembre, es probable que el artista no haya conseguido resolver sus dudas sobre el amor, el deseo, la fe y la existencia, pero su voz, cada vez m¨¢s grave y desvencijada, volver¨¢ a susurrarnos su poes¨ªa a partir del d¨ªa 23 en Popular Problems, su nuevo disco. Al mismo tiempo, sus d¨ªas griegos y su musa vuelven a la actualidad debido la reciente publicaci¨®n de la versi¨®n inglesa del libro So Long Marianne: A Love Story, escrito en noruego por Kari Hesthamar en 2008.
?¡°Todo esto ocurri¨® hace muchas vidas. A mis a?os yo ya no contar¨ªa la historia como lo hace la joven Marianne, protagonista del libro¡±, dice Marianne Ihlen, al otro lado del tel¨¦fono, quejosa, en cierto modo, de las contradicciones que le provoca tener una parte importante de su vida unida a una personalidad tan pronunciada como la de Cohen. Aun as¨ª dice sentirse muy agradecida al hombre que supo ver lo que ella desconoc¨ªa de s¨ª misma. ¡°Es muy honesto, uno de los hombres m¨¢s honestos que he conocido, eso es lo que le hace ser tan buen poeta¡±, a?ade.
Creo que le di coraje para escribir y no tirar la toalla¡±
La historia comenz¨® cuando, el por entonces desconocido poeta canadiense, lleg¨® a la isla griega de Hydra, llevando consigo su guitarra, su famosa gabardina azul y su Olivetti verde: la misma en la que se ve escribiendo a Marianne en la contraportada de su disco, Songs from a room. Hambriento de experiencias, ve¨ªa la vida como un bufet con distintos sabores a probar, sin ataduras.
Transcurr¨ªa 1960. La peque?a comunidad de artistas expatriados, residentes en la isla, representaba una continuidad del movimiento contracultural iniciado por los beatniks. Cohen, un rebelde con aspecto convencional, no tard¨® en integrarse. Inmerso en la simplicidad de la vida, en la ¡°salvaje y desnuda perfecci¨®n¡± de la isla, que describe Henry Miller, en El coloso de Marusi, sinti¨® que hab¨ªa llegado a casa. ¡°Viv¨ªamos bajo el sol, descalzos. ?ramos muy pobres, pero muy felices. No hab¨ªa agua corriente, ni coches, solo burros y tardamos en tener electricidad¡±, recuerda hoy con nostalgia Marianne, desde su casa en Larkollen, un pueblecito cercano a Oslo donde vive con su actual marido, dedicada a pintar.
Fue en la terraza de la tienda de comestibles del muelle, d¨®nde el poeta invit¨® a Marianne por primera vez a compartir su mesa. ¡°Es perfecta¡±, escribir¨ªa de ella. Hac¨ªa tres a?os que la joven hab¨ªa llegado a Hydra, en compa?¨ªa de Axel Jensen, una de las voces emergentes dentro de la literatura noruega, con quien se cas¨® y tuvo un hijo, Axel. Pero su relaci¨®n era turbulenta; ¨¦l se fug¨® con otra mujer y Cohen aprovech¨® la oportunidad: su relaci¨®n dur¨® siete a?os de forma intermitente, interrumpida por la necesidad del artista de salir en busca de sus ¡°afiliaciones neur¨®ticas¡±. ¡°Creo que le di coraje para escribir y no tirar la toalla¡±, dice Marianne de forma en¨¦rgica. ¡°Estando conmigo public¨® tres libros de poemas y dos novelas. Era extremadamente creativo¡±.
Instalado en su casa con Marianne y Axel, consigui¨® una paz hasta entonces desconocida para ¨¦l. Con la primera luz de la ma?ana y con m¨²sica de Ray Charles de fondo, el poeta jud¨ªo se sentaba a escribir en la terraza, en la misma en la que consultaba el I Ching y fumaba en compa?¨ªa de su musa. El orden, la frugalidad y la rutina adquir¨ªan un aire mon¨¢stico que solo se romp¨ªa cuando bajaban las empinadas calles, en busca de la diversi¨®n del puerto ¡ªel amor libre de los hippies hab¨ªa llegado a Hydra antes de lo esperado¡ª o con celebraci¨®n del S¨¤bat. ¡°Los dos ¨¦ramos anticuados, en cuanto a que ten¨ªamos un sentido muy asceta y ordenado de la vida¡±. ¡°?l sol¨ªa decir que era eso lo que m¨¢s le gustaba de m¨ª¡±, comenta Marianne ri¨¦ndose. ¡°Me hubiese gustado tener un hijo suyo, pero ¨¦l no quer¨ªa. Nunca me lo dijo, pero yo lo intu¨ª: yo no era jud¨ªa¡±.
Me hubiese gustado tener un hijo suyo, pero ¨¦l no quer¨ªa. No era jud¨ªa¡±
Marianne vivi¨® la transici¨®n del artista hac¨ªa la m¨²sica. La poes¨ªa no pagaba las facturas y adem¨¢s hab¨ªa cedido paso a la m¨²sica como transmisor de la contracultura, as¨ª decidieron marcharse a Nueva York. ¡°En el Chelsea Hotel la gente hac¨ªa siempre aquello que no estaba permitido. Sus hu¨¦spedes eran igual de locos y libres que nuestro grupo de Hydra, pero rodeados de tr¨¢fico¡±, comenta. ¡°Yo entonces estaba abierta a cualquier tipo experiencia, aceptaba la escena tal y como era, sin miedo¡±.
?Y qu¨¦ puede decir sobre la canci¨®n? Ella responde sin dudar: ¡°Lleva mi nombre, pero no es con la que m¨¢s me identifico. Me siento m¨¢s cercana a Bird on a wire. Recuerdo aquella ma?ana cuando al abrir la ventana nos encontramos que hab¨ªan puesto el cableado del tel¨¦fono. Para Leonard, So Long Marianne siempre ha tenido mucho significado, supongo que por varios motivos; en su letra aparece un parque de lilas, que podr¨ªa ser el mismo que aparece en un poema dedicado a Anne Sherman. Creo que ella fue el gran amor de su vida¡±.
Nuestra historia estuvo rodeada de desdicha, pero me hizo despertar¡±
Come on Marianne era el nombre original. Cuando Cohen comenz¨® a escribirla, la relaci¨®n ya estaba muy resquebrajada, Marianne la interpret¨® como un ¡°?venga! intent¨¦moslo de nuevo¡±. Pero un a?o m¨¢s tarde, en el estudio de grabaci¨®n, el m¨²sico dudaba sobre las dos palabras que variaban el significado de la canci¨®n-¡ªopt¨® por so long, hasta pronto, en ingl¨¦s¡ª. ¡°Yo no pensaba que estuviera diciendo adi¨®s, contar¨ªa el m¨²sico a su bi¨®grafa Sylvie Simmons, pero supongo que era as¨ª¡±. ¡°Usted sabe que yo soy m¨¢s bien un escritor de eleg¨ªas¡±.
¡°Nuestra historia estuvo rodeada de mucha desdicha, pero me hizo despertar¡±. Marianne da por finalizada la conversaci¨®n tomando prestado un estribillo de su antiguo amante: ¡°Todo tiene una grieta y as¨ª es como entra la luz¡±.
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