Una autopista en lugar del Coliseo
Rosi estrena en Espa?a el documental 'Sacro Gra', con el que gan¨® el Le¨®n de Oro, y relata sus "largu¨ªsimos" tiempos de trabajo
La llaman la Ciudad Eterna. Cuna de imperios, hogar de papas, Roma asombra a vecinos y visitantes con su historia. Y con sus s¨ªmbolos majestuosos, del Coliseo a San Pedro. Nada de esto, sin embargo, aparece en Sacro Gra. S¨ª, el documental ¡ªque se estrena hoy en Espa?a¡ª habla de Roma, pero no luce ni la Fontana di Trevi ni las hermosas ruinas de los Foros. No hay en ¨¦l ni un ¨¢pice de la ciudad que enamora a los turistas. De lo que trata Sacro Gra es de una autopista urbana, en concreto la m¨¢s grande de Italia. La M-30 de Roma se llama Grande Raccordo Anulare (Gra), rodea toda la Ciudad Eterna, y recibe d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n improperios y maldiciones de los romanos que la recorren, como suelta uno de los protagonistas del filme: ¡°Pu?etero Raccordo, blasfemar¨ªa todos los santos por ti¡±.
En el a?o en que la Roma de la nostalgia, la autoproclamada nobleza y la vacuidad obtuvo el Oscar con La gran belleza, Gianfranco Rosi (Asmara, 1964) consigui¨® llevarse el primer Le¨®n de Oro en Venecia a un documental mostrando la otra cara de la urbe: periferias decadentes, oficios de otros tiempos y gentes tan reales como incre¨ªbles. Todo ello, alrededor de la gran autov¨ªa que abraza y estrangula con sus 70 kil¨®metros la capital italiana. ¡°Ya que no soy de Roma, no conoc¨ªa el Raccordo. Pero, parad¨®jicamente, me he enamorado de la ciudad a trav¨¦s de ¨¦l¡±, relata por tel¨¦fono el director de Sacro Gra.
Quiz¨¢s fuera un flechazo. O, quiz¨¢s, m¨¢s bien una de esas seducciones por cansancio e inercia. Porque el cineasta se pas¨® dando vueltas por el Raccordo m¨¢s que cualquier romano atascado: tres a?os. Primero, acept¨® la idea del arquitecto urbanista Nicol¨® Bassetti de rodar un filme sobre la autopista, y luego fue con ¨¦l a pasear por esos lugares en busca de protagonistas. ¡°Sin una relaci¨®n profunda y cierta intimidad no consigo trabajar. Empec¨¦ con una visi¨®n amplia pero fui cerrando poco a poco el foco hasta acabar en una mirada a trav¨¦s de una cerradura¡±, relata el cineasta, diplomado en la New York University Film School. En realidad, Rosi pas¨® incluso al otro lado de la puerta, ya que lleg¨® a quedar y convivir durante meses con los sujetos de su obra.
As¨ª, de la mano del tiempo y de Bassetti, el director fue descubriendo la asombrosa humanidad que puebla Sacro Gra: el ¨²ltimo miembro de una familia de pescadores de angulas, un actor de fotonovelas, un noble de labia infinita, dos se?oras que viven en una caravana o, sobre todo, un palmer¨®logo, es decir: un cuidador de palmeras. ¡°Fue el ¨²ltimo que film¨¦ pero el que frecuent¨¦ m¨¢s. Durante dos a?os no lo grab¨¦ nunca. Pero un d¨ªa me llam¨® y me cont¨® que su oasis hab¨ªa sido devastada por los Punteruoli rossi [un tipo de insecto]. Para ¨¦l era horrible, parec¨ªa un funeral¡±, recuerda Rosi. A partir de ah¨ª por fin encendi¨® la c¨¢mara y rod¨® unas secuencias en las que el hombre pasa de mapear sus queridas palmeras y sus sonidos con un micr¨®fono a ofrecer mon¨®logos memorables.
Un triunfo pol¨¦mico
El Le¨®n de Oro a Sacro Gra en el festival de Venecia de 2013, con el jurado presidido por Bernardo Bertolucci, fue atacado por cr¨ªticos e incluso compa?eros de profesi¨®n de Rosi. Muchos lo consideraron exagerado, por encima de los m¨¦ritos reales del filme. El cineasta no parece preocuparse especialmente: "Antes elogiaban mis otras pel¨ªculas y se quejaban de que no estaban en competici¨®n. Estoy seguro de que habr¨ªa dicho lo mismo de Sacro Gra, si no hubiera optado al Le¨®n de Oro. No me esperaba el premio, ni creo que sea un gran cineasta. Es algo relativo, no absoluto".
Pero a continuaci¨®n, Rosi abandona por una vez su tono apacible y su risa permanente: "S¨ª me esperaba los comentarios de tipos sin ning¨²n valor como Pupi Avati, horrendo. Dijo que como nunca hab¨ªa dirigido a un actor no era un cineasta. S¨¦ que es amante del jazz y es parad¨®jico que me dirija el mismo ataque que se hizo en su momento a ese g¨¦nero: que no era m¨²sica. Se ha equivocado".
Se trata, al fin y al cabo, de la marca de la casa del cineasta. Rosi se empotra semanas e incluso meses en la vida de sus protagonistas, a la espera del momento apropiado para darle al Rec. En este caso, ni siquiera hay una historia que contar o un desarrollo. Nada se sabe de pasado y futuro de los personajes. Solo se ven instantes, los que valga la pena grabar. ¡°La c¨¢mara es un elemento de separaci¨®n. Cuando la cojo cambia todo, la persona se vuelve personaje. Nunca les explico lo que tienen que decir, pero tengo la intuici¨®n de que es un momento sagrado, en el que nadie sabe lo que ocurrir¨¢. Es la magia del documental¡±, relata el cineasta, que ali?a casi cada respuesta con una carcajada.
Eso s¨ª, su peculiar t¨¦cnica tiene pros y contras. Por un lado, permite encontrarse con momentos como un debate de madrugada entre una prostituta y un aspirante a cliente o quedarse encerrado en un cementerio y descubrir el trabajo de quienes se dedican a encajar los ata¨²des y optimizar el espacio. Menos a favor del m¨¦todo Rosi, aparte de desesperar a todo productor, est¨¢ su duraci¨®n, la misma que a menudo acaban teniendo sus respuestas: ¡°Hacer cine es una aventura que s¨¦ d¨®nde empieza pero no d¨®nde termina. Siempre necesito encontrar temas largu¨ªsimos, en los que pueda sumergirme a?os. Mi idea definitiva de un filme es el que yo empiece ma?ana y alguien acabe montando, p¨®stumamente¡±. Por ello el director nunca se ha dedicado a la ficci¨®n ¨C¡°me aburre terriblemente la idea de relacionarte con productores, juntar dinero, trabajar con actores¡±- sino que se ha lanzado a documentar un viaje en barco por India (Boatman), la vida en el desierto estadounidense (Below sea level) o la historia de un asesino mexicano (El sicario - room 164).
Lo ha hecho, incondicionalmente, por su cuenta: ¡°Trabajo siempre solo. Porque as¨ª puedo grabar, aplazarlo, elegir el momento correcto, la luz. Algunas veces incluso he fingido, aparentaba que estaba filmando pero no encend¨ªa la c¨¢mara¡±. Y a la soledad y las esperas a lo Matusal¨¦n volver¨¢ Rosi para su nuevo proyecto: se mudar¨¢ al menos un a?o a Lampedusa para una pel¨ªcula sobre la vida de los locales y c¨®mo afrontan una realidad hecha de barcazas de inmigrantes, naufragios, sobrepoblaci¨®n y alarmas que caen en saco roto: ¡°Hice ya dos viajes. En el segundo acab¨¦ hospitalizado por una bronquitis. Charlando con el m¨¦dico le acab¨¦ diciendo que era imposible hacer un filme sobre Lampedusa. Entonces me dio un pendrive con un material nunca visto y extraordinario. Pero no puedo decir nada m¨¢s¡±. S¨ª cuenta que el proyecto empezar¨¢ en unos d¨ªas. A saber cu¨¢ndo termina.
Babelia
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