El mundo ¨ªntimo de Onetti
Casa de Am¨¦rica de Madrid ofrece una muestra del autor que recrea su ¨¢mbito m¨¢s ¨ªntimo
En la cabecera de su cama, Juan Carlos Onetti (1909-1994) ten¨ªa pegado un cartel plastificado con los estatutos del Club de los que Nacieron Cansados: ¡°Se nace cansado y se vive para descansar. Ama a tu cama como a ti mismo. Descansa de d¨ªa para dormir de noche.¡± No era s¨®lo la pereza, sin embargo, la que mantuvo al escritor de los ojos desolados en la comodidad de su cama los ¨²ltimos a?os de su vida. ¡°Ten¨ªa disminuida la movilidad de una pierna porque le hab¨ªan puesto una serie de inyecciones en el mismo lado. Eso influy¨®. Bueno, eso y tambi¨¦n que le encantaba leer en la cama y estar ah¨ª todo el tiempo, es verdad¡±, dice con media sonrisa Dorothea Muhr, Dolly, viuda del autor de El Astillero. Esa cama y numerosos objetos personales y fotograf¨ªas de Juan Carlos Onetti pueden verse, a partir de hoy y hasta el pr¨®ximo 15 de noviembre, en la Casa de Am¨¦rica de Madrid.
Informaci¨®n ¨²til
Fecha: del 25 de septiembre al 15 de noviembre.
Lugar: Sala Frida Kahlo.
Hora: De lunes a viernes de 11.00 a 19.30.
S¨¢bado de 11.00 a 15.00.
Domingos cerrado.
Entrada libre hasta completar aforo.
Recuento con Onetti: veinte a?os despu¨¦s es una exposici¨®n que recrea el ¨¢mbito m¨¢s ¨ªntimo del autor uruguayo. Claudio P¨¦rez y Ra¨²l Manrique, creadores del Museo del Escritor, se han encargado de seleccionar y estructurar para el p¨²blico buena parte de los muebles, libros, cartas, manuscritos, primeras ediciones, obras dedicadas, gafas, pasaportes e instant¨¢neas de momentos cotidianos que Onetti ten¨ªa en su piso de la Avenida Am¨¦rica, en Madrid, donde vivi¨® desde 1976, dos a?os despu¨¦s de haber estado en la c¨¢rcel de Montevideo por haber formado parte del jurado que premi¨® un cuento que no le gust¨® a la dictadura de Jos¨¦ Mar¨ªa Bordaberry.
El Premio Cervantes 1980 fragu¨® la leyenda del hombre permanentemente acostado en la habitaci¨®n de una octava planta que ten¨ªa una ventana con macetas. Ah¨ª, sin levantarse, le¨ªa, fumaba, beb¨ªa whisky, recib¨ªa a amigos y periodistas. Ah¨ª, sin levantarse, escribi¨® sus ¨²ltimos libros sobre p¨¢ginas de agendas viejas. Ah¨ª, sin levantarse, provocaba los gru?idos y ladridos de La biche, una perra fox terrier que tuvieron que sacrificar una semana antes de la muerte del escritor, en mayo de 1994. ¡°Porque ya ten¨ªa 14 a?os y se hab¨ªa comido muchos postres que Juan le daba. Pero, no s¨¦, de haber sabido que Juan iba a morir, la habr¨ªa tenido m¨¢s tiempo¡±, dice Dolly, de 89 a?os, violinista jubilada, que ahora vive en Buenos Aires (Argentina) con su hermana y 14 gatos y que sigue estudiando composici¨®n.
En la cabecera de la cama, pegadas con chinchetas o cinta adhesiva, Onetti tambi¨¦n ten¨ªa fotos familiares y un retrato de su admirado cantor de tangos Carlos Gardel. En la mesita de noche, un globo terr¨¢queo, un par de ceniceros y varias novelas policiacas. ¡°Le encantaba ese g¨¦nero. Un estante enorme de la biblioteca estaba lleno de esos libros. Dec¨ªa que Simen¨®n escrib¨ªa muy bien y le gustaban mucho Chase y Chandler¡±, enfatiza Dolly. ¡°Yo iba a la cuesta de Moyano y volv¨ªa a casa cargada de libros. Porque a Juan le gustaba, sobre todo, leer. Pod¨ªa pasarse d¨ªas enteros as¨ª. En la cama, por supuesto.¡±
Si a media madrugada se le ocurr¨ªa alguna idea para sus novelas, Onetti despertaba a su mujer para que la apuntara en una libreta. Le ped¨ªa tambi¨¦n que pasara a m¨¢quina sus textos escritos con bol¨ªgrafos de tinta azul o negra. Y que le hiciera fotos para el pasaporte. Y que le llevara al oculista a su habitaci¨®n para que le graduara las gafas. Y que en la portada de un ejemplar de El pozo, su primera novela, recortara un c¨ªrculo donde cupiera la medalla del Premio Cervantes. Y Dolly, su cuarta esposa, lo hac¨ªa con gusto. ¡°Porque ¨¦l era todo para m¨ª, porque yo quer¨ªa que siempre estuviera contento, feliz. Hasta que muri¨®. Al principio, la vida sin ¨¦l fue muy dif¨ªcil. Tuve que ir al psicoanalista durante diez a?os. Despu¨¦s mi m¨²sica me ayud¨® mucho.¡±
En la exposici¨®n tambi¨¦n est¨¢ el comedor de los Onetti, cerca de una peque?a mesa con un tel¨¦fono de disco. Su acta de matrimonio, fechada en Veracruz (M¨¦xico). ¡°Porque en Argentina no hab¨ªa divorcio y era la cuarta vez que Onetti se casaba y quer¨ªa validar su uni¨®n con Dolly de alg¨²n modo¡±, apostilla Claudio P¨¦rez. Un amarillento directorio telef¨®nico con los nombres de los primeros amigos y conocidos en Madrid. De las paredes cuelgan fotos de ¨¦l en casa, solo o con sus hijos, y otras tantas al lado de escritores como Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez o Juan Rulfo. Sobre su mesa de trabajo hay libros desordenados. Una vitrina contiene todas las primeras ediciones de los cuentos y novelas del autor de El infierno tan temido. En otra est¨¢n sus premios. M¨¢s all¨¢, su globo terr¨¢queo y su m¨¢quina de escribir port¨¢til. Y hay, adem¨¢s, una muestra de los libros de misterio que no paraba de leer, de d¨ªa y de noche, en su cama.
Babelia
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