Gagarin enamorado
La excentricidad de 'Baikonur' roza el carisma, pero no consigue que sus elementos se articulen m¨¢s all¨¢ del capricho
Con Tuvalu (1999), su primera pel¨ªcula como director, el alem¨¢n Veit Helmer formul¨® una declaraci¨®n de principios que parec¨ªa tener en la excentricidad y un romanticismo de corte ingenuo sus dos pilares: rodada en blanco y negro y sin di¨¢logos, la pel¨ªcula colocaba a Denis Lavant en el centro de un relato de reconquista amorosa que devaluaba la herencia chapliniana en algo que se situaba entre una mala digesti¨®n de Delicatessen (1991) y la l¨¢grima (pintada) de un mimo. Rodada doce a?os m¨¢s tarde, Baikonur demuestra que Helmer ha variado en las formas, pero no en sus esencias.
BAIKONUR
Direcci¨®n: Veit Helmer
Int¨¦rpretes: Alexander Asochakov, Marie de Villepin, Sitora Farmonova, Erbulat Toguzakov, Walera Kanischtscheff.
G¨¦nero: comedia. Alemania-Rusia-Kazajist¨¢n, 2011.
Duraci¨®n: 95 minutos.
En la estepa que rodea el cosm¨®dromo de Baikonur, varios grupos de pastores kazajos se disputan los fragmentos de chatarra espacial que caen tras cada prueba aeron¨¢utica. Helmer ambienta su historia cuando el sue?o de la carrera espacial revive como su degradaci¨®n o parodia: el presente (o el inmediato futuro) del turismo espacial. Un joven radioaficionado kazajo, que se proyecta en la figura de Yuri Gagarin, cumple aqu¨ª funci¨®n parecida a la que, en la opera prima, ten¨ªa el personaje de Denis Lavant: el ingenuo enamorado al que le caer¨¢, literalmente, del cielo una Bella Durmiente francesa y rub¨ªsima que, temporalmente, le impedir¨¢ ver que quiz¨¢ su m¨¢s razonable opci¨®n rom¨¢ntica sea terrena y cercana.
La excentricidad de Baikonur roza el carisma, culmina en un plano final no por previsible menos eficaz y saca provecho de sus localizaciones, pero no consigue que sus elementos se articulen m¨¢s all¨¢ del capricho.
Babelia
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