Antena puesta
La migraci¨®n forzosa de los canales de tele para ceder espacio a la telefon¨ªa de nueva generaci¨®n es una orden europea
La televisi¨®n en Espa?a est¨¢ pendiente de Zamora. Suena raro, pero durante la semana se realizar¨¢n nuevas pruebas t¨¦cnicas en esta ciudad modelo para conocer las interferencias que causa la convivencia de las l¨ªneas telef¨®nicas de 4G con la TDT. Pero vayamos a la esencia del problema y no a su vertiente t¨¦cnica. La migraci¨®n forzosa de los canales de tele para ceder espacio a la telefon¨ªa de nueva generaci¨®n es una orden europea. Los espa?oles ya saben que la ¨²nica garant¨ªa de legalidad y buen criterio que van a encontrar para muchos ordenamientos legales llega de Europa porque en casa hay demasiada improvisaci¨®n e intereses cruzados.
Se nos dijo y se nos repiti¨® que la correcci¨®n de las interferencias en este proceso de adecuaci¨®n habr¨ªa de ser costeada por los usuarios. De este modo, en enero pr¨®ximo, en las comunidades de vecinos cuando se vieran mal los canales de TDT en todas las viviendas, ser¨ªa obligatorio llamar al t¨¦cnico, un personaje carpetovet¨®nico que una vez que entra en casa, ya nadie sabe c¨®mo terminar¨¢ la comedia salvo con una factura dolorosa. Pero en una rectificaci¨®n magistral, el Gobierno ha decidido subvencionar la reparaci¨®n. Y en un alarde de ingenio asegura que el coste ser¨¢ solo, ?solo!, de 300 millones de euros frente a los 800 que se calculaba con anterioridad. La raz¨®n es que, por accidente, muchas antenas van a seguir funcionando bien, siempre a la espera de lo que pase en Zamora.
Un total de 300 millones de euros, mejor no compararlo con otros sectores maldecidos por Hacienda, son una generosa inyecci¨®n de dinero para que los espa?oles sigamos disfrutando de la TDT. Es un arreglo obvio e inexcusable como reparar una autopista, s¨ª, pero queda un temor en el aire. Saber si el Gobierno ha cedido a la presi¨®n y tem¨ªa el cabreo de los directivos de los canales o responde a su desvelo por el entretenimiento dom¨¦stico de los ciudadanos. Y otra gran inc¨®gnita reside en que nunca sabremos si al perder la se?al los espa?oles habr¨ªan corrido a costear la reparaci¨®n o habr¨ªan ignorado el asunto, pasando absolutamente de la oferta en TDT. Para alivio del elefante televisivo espa?ol las dudas quedan resueltas al ser el Estado quien costea la resintonizaci¨®n en tiempo de recortes.
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