Locos por los debates pol¨ªticos
Los grandes picos de concentraci¨®n de audiencia se registran en eventos como el veterano Festival de Sanremo y los partidos de la selecci¨®n de f¨²tbol
Los h¨¢bitos cat¨®dicos de los italianos se parecen a los gustos de un tipo voluble e inconstante que se encapricha de todo y no se enamora de nada. Los datos fotograf¨ªan una audiencia cada vez m¨¢s fragmentada. Los 60 millones de ciudadanos-espectadores tienen a su alcance siete cadenas nacionales principales en la televisi¨®n de toda la vida, m¨¢s una cantidad industrial en la digital y suelen distribuirse sin regalar grandes gozos a ning¨²n productor. Los grandes picos de concentraci¨®n se registran solo para eventos como el Festival de Sanremo o el f¨²tbol.
El debut de la competici¨®n musical m¨¢s tradicional del pa¨ªs fue lo m¨¢s visto de 2013: a partir de las 21.00 y durante las tres horas siguientes del 12 de febrero, una media de 14.200.000 personas asistieron desde su casa al directo del teatro Ariston. En 2014 el exitazo no se repiti¨®, aunque la media se mantuvo alrededor de los 10 millones. Cifras con las que solo los partidos de los Azzurri saben competir. Cuando el 14 de junio, la selecci¨®n italiana jug¨® su primer partido del Mundial contra Inglaterra, cerca de 15 millones de personas estaban sintonizadas, con cervezas y palomitas. A pesar de que el silbido inicial estaba previsto para las doce de la noche, el 82% de la audiencia estuvo frente a la pantalla para ver los goles de Marchisio y Balotelli.
En los ¨²ltimos a?os se multiplicaron los programas de cocina y las tertulias
M¨¢s all¨¢ de estos grandes eventos, que cautivan al gran p¨²blico y consiguen concentrarlo, los espectadores se reparten de forma homog¨¦nea frente a una programaci¨®n que tiende a uniformarse. Porque si en los ochenta, Mediaset reinaba incontestable en el campo de la diversi¨®n m¨¢s ligera y de los amorazos de los culebrones extranjeros, ahora las series criminales americanas, los formatos de cazatalentos y realities y los plat¨®s que venden entretenimiento puro y fr¨ªvolo se encuentran tambi¨¦n en las cadenas p¨²blicas. De hecho, el fen¨®meno de la temporada fue Sor Cristina, qui¨¦n gan¨® la edici¨®n local de La Voz y arrastr¨® al programa hasta superar los cuatro millones de espectadores en la final (20% de share).
Si la informaci¨®n, las tribunas y las miniseries sobre personajes italianos sol¨ªan caracterizar la RAI, en los ¨²ltimos a?os las cadenas de Berlusconi emiten importantes tertulias de pol¨ªtica y de actualidad y contemplan varias citas con la ficci¨®n made in Italy. Lo que casi desapareci¨® son las pel¨ªculas. Por el contrario, lo que se multiplic¨® fueron los programas de cocina y las tertulias.
Por el contrario, las pel¨ªculas van poco a poco abandonando las parrillas
A los italianos les gusta el debate pol¨ªtico. Un extranjero ¡ªo alguien que haya vivido una ¨¦poca en el extranjero¡ª haciendo zapping en una noche cualquiera, despu¨¦s de cenar, se da cuenta enseguida de lo que caracteriza la entera propuesta televisiva: una incre¨ªble abundancia de los talk show pol¨ªticos. Tras los telediarios de las 20.00 (el de la Rai1, con el 24%; el de Canale5, con el 19%; y el de La7, con el 6%) se abre un carrusel de directos con entrevistas y debates donde intervienen ministros, gobernadores regionales, sindicalistas, economistas, encuestadores cuyas intervenciones son orquestadas y moderadas por un conductor que pone preguntas, lanza conexiones e intenta mantener atentos a los espectadores y ordenados a los hu¨¦spedes. Este tipo de programa est¨¢ tan incrustado en los h¨¢bitos de los italianos que La7, propiedad del empresario Urbano Cairo, est¨¢ realizando una gran apuesta. Hasta ahora las dos joyas de la corona fueron Ballar¨°, en la p¨²blica Rai3, que en 12 a?os fideliz¨® a cinco millones de personas, y Servizio Pubblico, en La7 que roza los tres. A sus alrededores, superviven decenas de programas similares.
En septiembre, los juegos se han abierto otra vez porque el hist¨®rico presentador de Ballar¨° Giovanni Floris dej¨® la Rai para mudarse a La7. El martes se perfila una lucha entre el nuevo espacio y su antigua criatura heredada por Massimo Giannini.
Montalbanoman¨ªa
Cuando no se encienden con el debate entre representantes de la mayor¨ªa y de la oposici¨®n o no se amargan frente a los datos econ¨®micos, los italianos quieren entretenerse. Y eligen ver series. Sobre todo, entre las que pasan por la peque?a pantalla, aman las producidas aqu¨ª y centradas en alg¨²n personaje caracter¨ªstico de la historia nacional popular. Entre los 10 programas m¨¢s vistos de 2013, se hallaban los cap¨ªtulos de Volare, suerte de biograf¨ªa en v¨ªdeo del celeb¨¦rrimo cantante local Domenico Modugno.
Sin embargo, la gran garant¨ªa es la adaptaci¨®n a la peque?a pantalla de las novelas negras de Andrea Camilleri. Interpretado por Luca Zingaretti, tozudo, enigm¨¢tico y de dulce acento siciliano, no hace m¨¢s que regalarle alegr¨ªas a la Rai1 que lo produjo y lo emite. Y lo vuelve a emitir, cada verano, cada vez que la programaci¨®n tiene un hueco y es necesario ganar f¨¢cil.
Los delitos cometidos en una misteriosa Sicilia de tierra amarilla y silenciosa, resueltos con el ingenio nada pedante del polic¨ªa m¨¢s c¨¦lebre de la literatura aut¨®ctona contempor¨¢nea, clavan frente a la televisi¨®n a millones de personas. Hasta en pleno agosto: la r¨¦plica de La danza del gabbiano cautiv¨® a casi cinco millones de italianos. Representa el 25% del share, un cuarto de toda la audiencia de aquella noche veraniega. Ni?os, adultos, ancianos. Montalbano pone de acuerdo a todos.
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