U.S.E.
Esta crisis empez¨® con la sobrevaloraci¨®n de nuestras posibilidades reales para afrontar la enfermedad y desemboca en desolaci¨®n e incapacidad
Espa?a ha alcanzado las portadas de todos los peri¨®dicos y noticiarios del mundo. No hay medio que no abra con la noticia sobre el primer contagio de ¨¦bola fuera de ?frica y sit¨²e a Espa?a en punto de foco, ese foco en el que nunca quieres estar y m¨¢s cuando los responsables de la marca Espa?a pelean por sacudir la imagen de improvisaci¨®n, chapuza y corrupci¨®n generalizada que salpica al pa¨ªs. El contagio de la auxiliar de enfermer¨ªa contiene elementos de duda sobre el proceso de repatriaci¨®n de los misioneros afectados, pero, m¨¢s a¨²n, deja un reguero de incompetencia terrible desde el mismo d¨ªa en que detecta su estado febril y ni es ingresada ni tratada de manera conveniente en casi una semana. El sacrificio de su perro comparte los rasgos que marcar¨¢n para siempre esta crisis, que empez¨® con la sobrevaloraci¨®n de nuestras posibilidades reales para afrontar la enfermedad y desemboca en desolaci¨®n e incapacidad.
Pero, aunque el estallido de la situaci¨®n conlleve la histeria colectiva y los medios no hagan nada por atenuarla, es conveniente dejar espacio para una reflexi¨®n algo m¨¢s ambiciosa. La revista Science ha presentado un estudio que determina que el origen del sida tuvo lugar en Kinshasa en los a?os veinte. De los monos, la cepa v¨ªrica afect¨® a los humanos de ?frica central y por contagio lleg¨® a Hait¨ª. Nosotros supimos de la gravedad cuando comenz¨® el rosario de muertes en el mundo occidental, sesenta a?os despu¨¦s. Al d¨ªa de hoy ha matado a m¨¢s de 36 millones de personas en el planeta.
Mientras los estadounidenses discuten si es bueno proteger las fronteras y cursar medidas m¨¢s duras contra la emigraci¨®n, sabemos que el ¨¦bola surgi¨® a mitad de los a?os sesenta. En todo ese tiempo, se ha tratado con cierto desprecio por estar limitado a los rincones m¨¢s pobres, pasto para hechiceros y supersticiones. Ser¨ªa bueno, ahora que la noticia nos ha colocado en portada, conocer nuestras limitaciones y entender que los problemas ocultos se hacen realidad con una terquedad irrebatible. El ideal ser¨ªa aceptar que vivimos en los Estados Unidos del ?bola, y, por lo tanto, la lucha es global o no es lucha, solo parche. Y de parcheo e improvisaciones dram¨¢ticas sabemos demasiado los espa?oles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.