El mito rom¨¢ntico
De obra deslumbrante y vida irreverente, el conocido como Byron ruso fue represaliado y censurado
1. Rebelde sin causa. Mija¨ªl L¨¦rmontov (1814-1841), el Byron ruso, sigui¨® el guion del mito rom¨¢ntico: desenlace prematuro y tr¨¢gico en duelo a los 27 a?os, que engrandeci¨® su figura, dejando tras de s¨ª una obra deslumbrante pero truncada y una vida irreverente, desmedida. Tras la muerte de Pushkin, tambi¨¦n en duelo, este cantor del individualismo acus¨® de esta p¨¦rdida a la corte zarista con un poema, lo que le vali¨® su primer destierro al C¨¢ucaso, la "Siberia del sur". L¨¦rmontov es uno m¨¢s en la larga lista de escritores rusos censurados y represaliados. En Ciscaucasia, el imperio ruso impuso su expansi¨®n a sangre y fuego. Su paisaje monta?oso, escenario ideal para la desaz¨®n rom¨¢ntica, constitu¨ªa tambi¨¦n un lugar de encuentro con la otredad musulmana y un espacio de libertad para los proscritos. Como se sabe, el conflicto en el C¨¢ucaso ha permanecido latente en la ¨¦poca postsovi¨¦tica. Diario ruso, de Anna Politk¨®vskaya; La guerra m¨¢s cruel, de Arkadi B¨¢bchenko; Patolog¨ªas, de Zajar Prilepin; Cuadernos rusos, de Igort o Salam, Dalgat, de Alisa Gan¨ªeva, dan buena cuenta de ello.
2.?Grigori Pechorin. "Un h¨¦roe de nuestro tiempo, muy se?ores m¨ªos, es, efectivamente, un retrato, pero no el de un hombre solo: es un registro constituido por los vicios, en pleno desarrollo, de nuestra generaci¨®n", escribi¨® L¨¦rmontov en el pr¨®logo a la segunda edici¨®n de esta obra, en respuesta a las cr¨ªticas vertidas contra este ciclo de cinco historias. Aqu¨ª tienen un espejo en el que verse, viene a decir, y no se sorprendan. A Pechorin, protagonista de la primera novela en prosa significativa de la literatura rusa, nos acercamos por distintos narradores y con un orden cronol¨®gico dislocado. C¨ªnico y arrogante, carcomido por el aburrimiento, demoniaco, pesimista, magn¨¦tico, sensible, rayano en el nihilismo, lo ¨²nico que mantiene el inter¨¦s de Pechorin es viajar.
3. L¨¦rmontov versus Nabokov. Como traductor, Nabokov s¨®lo se midi¨® con las cimas literarias, un valioso ejercicio para escribir en la lengua de Shakespeare. Un h¨¦roe de nuestro tiempo fue una de esas ascensiones. El autor de Lolita cre¨® un texto que es fusi¨®n de traducci¨®n, comentario, creaci¨®n y duelo intelectual. Las notas al pie son de lo m¨¢s jugosas. En la 122 reprocha a L¨¦rmontov que Pechorin no se levante cuando entra la princesa Meri: "?Extra?o comportamiento!". Cuando el narrador dice: "En los corazones sencillos, el sentimiento de la hermosura y majestad de la naturaleza es cientos de veces m¨¢s vivo que en nosotros, los que narramos, admiramos, vali¨¦ndonos de la palabra y del papel", Nabokov ¡ªexperto entom¨®logo¡ª niega la mayor en la nota 38: "Esta es, por supuesto, una noci¨®n rom¨¢ntica. Es completamente falsa".
4. La ruleta rusa [no contiene spoilers]. Para un rom¨¢ntico, ?hay mejor forma de comprobar si uno es due?o de su destino que apunt¨¢ndose con un arma sin saber si est¨¢ cargada y apretar el gatillo? Es la cuesti¨®n que se plantea en El fatalista, la historia que cierra Un h¨¦roe de nuestro tiempo. El teniente V¨²lich acepta la apuesta de Pechorin hasta las ¨²ltimas consecuencias: se lleva a la sien el ca?¨®n de una pistola escogida al azar. ?sta es la primera referencia literaria a este juego-apuesta tal como hoy lo conocemos.
5.?Del C¨¢ucaso a T¨¢nger.En las letras hispanas, la huella m¨¢s honda que ha dejado la l¨ªrica de L¨¦rmontov se encuentra en la novela de Juan Goytisolo Reivindicaci¨®n del conde don Juli¨¢n, inspirada en unos versos del ruso. Desde el tangerino caf¨¦ Hafa como atalaya, Goytisolo tram¨® su ajuste de cuentas literario con la sociedad espa?ola de la d¨¦cada de 1960, sirvi¨¦ndose del bardo eslavo como catalizador de su rabia. En la periferia cauc¨¢sica, cruce de Oriente con Occidente, L¨¦rmontov lanz¨® una invectiva en verso contra la madre Rusia, nido de d¨¦spotas, sumisos y soplones. Goytisolo toma el testigo desde otra frontera y la adapta. Su alter ego, dispuesto a acometer la destrucci¨®n simb¨®lica de los mitos y valores espa?oles, lermontovianamente recita el negro ensalmo: "Adi¨®s, Madrastra inmunda, pa¨ªs de siervos y se?ores; adi¨®s, tricornios de charol; adi¨®s, pueblo que los soportas; tal vez el mar del Estrecho me libre de tus guardianes; de sus esp¨ªas que todo lo registran, de sus malsines que anotan cuanto saben".
La editorial Alba acaba de publicar un volumen que re¨²ne Un h¨¦roe de nuestro tiempo y una antolog¨ªa de Mija¨ªl Y. L¨¦rmontov con traducci¨®n e introducci¨®n de V¨ªctor Gallego Ballestero. En mayo C¨¢tedra public¨® Poemas. Poes¨ªas l¨ªricas en edici¨®n de Mija¨ªl Ch¨ªlikov.
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