¡°Soy demasiado viejo para sentirme intimidado¡±
Frank Gehry recibe ma?ana el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes El arquitecto acaba de construir la Fundaci¨®n Vuitton en Par¨ªs
En la primera planta del Centro Pompidou, todo el mundo desea sus cinco minutos con Frank Gehry (Toronto, 1929). Le r¨ªen las gracias, le persiguen por todos los rincones, se toman selfies junto a ¨¦l y le agarran del brazo para apartarlo de la multitud. El arquitecto se deja llevar, exhibiendo una sonrisa inoxidable y esquivando las decenas de maquetas que forman parte de la retrospectiva que le dedica el museo. Hasta que, unos minutos despu¨¦s, lo descubrimos derrotado, sentado en el ¨²nico punto ciego donde podr¨¢ tener algo de paz. Al descubrir que tiene visita, se reincorpora. ¡°Preg¨²nteme lo que quiera¡±, solicita con otra sonrisa.
El artista recibe el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes
A los 85 a?os, el arquitecto se ha convertido en protagonista de la temporada cultural en Par¨ªs. Adem¨¢s de la muestra en el Pompidou, acaba de inaugurar la nueva Fundaci¨®n Louis Vuitton, deslumbrante templo de cristal que acoger¨¢ el ¨²ltimo arte contempor¨¢neo en la zona oeste de la ciudad. Su viaje a Europa est¨¢ comportando ¡°una agenda cargada¡±, como reconoce. Gehry tambi¨¦n recibir¨¢ ma?ana el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes. ¡°Fue una sorpresa. La verdad es que no sab¨ªa mucho sobre el premio, pero me sent¨ª honrado¡±, confiesa. ¡°Cuando supe qui¨¦n formaba parte del jurado, todav¨ªa me gust¨® m¨¢s. Ser¨¢ una buena ocasi¨®n para conocer a los Reyes¡±.
El jurado ¡ªen el que figuran personalidades de la cultura como Enrique Gonz¨¢lez Macho, Elena Ochoa, Benedetta Tagliabue, Patricia Urquiola, Carlos Urroz y Miguel Zugaza¡ª le concedi¨® el galard¨®n por ¡°la relevancia y la repercusi¨®n de sus creaciones, con las que ha definido la arquitectura en el ¨²ltimo medio siglo¡±. Gehry super¨® a otros finalistas como el videoartista Bill Viola, el arquitecto Toyo Ito, la cineasta Agn¨¨s Varda y el compositor Arvo P?rt. Seg¨²n el acta del jurado, mereci¨® el premio, recompensado con 50.000 euros, por su ¡°juego virtuoso con formas complejas¡±, al servicio de una arquitectura ¡°de car¨¢cter abierto, l¨²dico y org¨¢nico¡±.
Tras construir la Fundaci¨®n Vuitton, el Pompidou le dedica una muestra
A Gehry, todo eso parece darle bastante igual. En el fondo, este canadiense de nacimiento y californiano de adopci¨®n preferir¨ªa pasar sus tardes navegando frente a su casa de Santa M¨®nica, primera construcci¨®n que le catapult¨® a una gloria tard¨ªa, que lleg¨® cuando hab¨ªa superado los cincuenta. ¡°Solo navego una vez a la semana. Es el ¨²nico momento en el que dejo de trabajar¡±, parece lamentar. ?Le sobrecogen tantos premios y elogios desmedidos? ¡°Soy demasiado viejo para sentirme intimidado, pero es verdad que, a veces, tanta atenci¨®n acaba siendo demasiado¡±.
Pese a todo, Gehry no tiene ninguna intenci¨®n de jubilarse. ¡°Aunque quisiera no me dejar¨ªan, ?verdad?¡±, pregunta apuntando a su asistente, una mujer con traje de chaqueta que pone cara de circunstancias. ¡°A¨²n disfruto de este oficio, aunque no sea perfecto. He tenido mis altos y bajos, pero todav¨ªa me gusta¡±, reconoce. ?Cu¨¢l fue el ¨²ltimo desplome de moral? ¡°Hace poco. Estamos teniendo problemas con el Einsenhower Memorial¡±, dice Gehry, en referencia al edificio que lleva cinco a?os intentando levantar en Washington. ¡°El proyecto est¨¢ financiado por un tipo muy derechista que me est¨¢ haciendo la vida imposible [el fil¨¢ntropo Richard Driehaus]. Pero no me rendir¨¦. Cuando se presentan dificultades, contraataco de todas las maneras que conozco. F¨ªsicamente no, aunque lo har¨ªa si fuera necesario¡±.
He tenido mis altos y bajos pero todav¨ªa disfruto de este oficio
Frank Gehry
Entre otras muestras de su modernidad mutante, la exposici¨®n apunta al Guggenheim bilba¨ªno como su gran obra maestra. ¡°No me haga eso. Ser¨ªa como elegir a tu hijo favorito¡±, protesta. ¡°Lo que puedo decir es que en Bilbao siempre me han tratado como si fuera de la familia. Supongo que es uno de esos casos en los que el ¨¦xito art¨ªstico va de la mano del triunfo econ¨®mico. Sucede muy pocas veces¡±, lamenta. ?Cu¨¢ntas le ha sucedido a ¨¦l? Gehry cuenta con los dedos de las manos. ¡°Puede que solo dos. La otra ser¨ªa el Disney Concert Hall¡±, afirma sobre la sede de la Filarm¨®nica de Los ?ngeles. ¡°Pero debo decir que durante los primeros dos a?os no me gust¨®. Cada vez que iba a ver un concierto lo pasaba mal, porque me entraban ganas de cambiarlo todo¡±. Se le tratar¨¢ de genio y de semidi¨®s, pero Gehry reconoce padecer de m¨²ltiples inseguridades. ¡°Me parece saludable tenerlas, e incluso necesario. No es bueno para ning¨²n arquitecto creerse un genio¡±.
Al abandonar la muestra, una larga entrevista con Gehry despide al visitante. En ella, se escucha una frase al vuelo: ¡°Nunca me he sentido leg¨ªtimo¡±. El arquitecto recuerda sus or¨ªgenes modestos, su familia jud¨ªo polaca, los ni?os que le ridiculizaban en la escuela y por los que termin¨® cambiando su nombre real, Frank Ephraim Owen Goldberg, por otro m¨¢s asimilado. ¡°Lo hice por mis hijos¡±, reconoci¨® una vez. Eso es lo que late en el vientre del arquitecto.
La r¨¦plica de Richard H. Driehaus
En contestaci¨®n a las declaraciones del arquitecto Frank Gehry refiri¨¦ndose a la involucraci¨®n de Richard H. Driehaus en el Mausoleo de Eisenhower, el fil¨¢ntropo estadounidense, que se encuentra en Madrid en estos momentos para la entrega del Premio Internacional de Arquitectura Rafael Manzano que ¨¦l ha creado, aclara la situaci¨®n actual del proyecto.
¡°Me alegro mucho de que el Mausoleo al expresidente Eisenhower siga siendo noticia, ya que es un asunto p¨²blico de gran importancia. Lo cierto, es que el proceso habitual para elegir al dise?ador del monumento a Eisenhower no se ha seguido en este caso y por eso resulta tan controvertido. De hecho, la propia familia Eisenhower no apoya el proyecto de Gehry. El Mausoleo debe volver a dise?arse y elegir al arquitecto a trav¨¦s de un concurso p¨²blico abierto, en el que puedan participar todos los ciudadanos. Debemos permitir que se siga el proceso habitual en este tipo de proyectos¡± concluye Richard H.Driehaus.
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