La literatura sin dinero de Piketty
El economista franc¨¦s recupera a Balzac para renovar la pugna entre m¨¦rito y herencia, clave de la desigualdad
La historia, incluso la econ¨®mica, es tambi¨¦n literaria. Las novelas, adem¨¢s de llevarnos a vivir de forma vicaria en ¨¦pocas, paisajes y vidas distintas, pueden servir tambi¨¦n para explicarnos cuestiones tan prosaicas como la evoluci¨®n de los precios o para cuantificar las desigualdades sociales. Digo bien cuantificar, aunque digo mal al decir que sirven, m¨¢s bien deber¨ªa decir que han servido y ya no sirven.
Esta es la clave literaria de la obra de moda del economista de moda, El capital en el siglo XXI de Thomas Piketty: su autor sustenta sus tesis sobre el regreso de la sociedad patrimonial y el crecimiento de las desigualdades en las cuentas que hacen Balzac, Jane Austen e incluso Henry James en sus novelas respecto al rendimiento de los patrimonios de sus personajes; pero a la vez nos se?ala c¨®mo a partir de la Primera Guerra Mundial, con la aparici¨®n de la inflaci¨®n y la desaparici¨®n del patr¨®n oro, tambi¨¦n se produce una desconexi¨®n de la literatura y m¨¢s concretamente de la novela respecto al dinero y a los patrimonios de los personajes novelescos y sus familias.
El trabajo de Piketty est¨¢ lleno de referencias literarias, que en casi todos los casos tienen una funci¨®n crucial
En este libro no todo son estad¨ªsticas y c¨¢lculos sobre las diferencias de salarios y rentas del capital a lo largo de los ¨²ltimos doscientos a?os. El monumental trabajo de Piketty est¨¢ lleno de referencias literarias, que en casi todos los casos tienen una funci¨®n crucial en su teor¨ªa sobre el regreso de la sociedad patrimonial que ha empezado a despuntar en el incremento de las desigualdades de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. Pero ninguna tiene mayor relevancia que lo que denomina como el "dilema de Rastignac", una escena extra¨ªda de un episodio de la Comedia Humana de Balzac y concretamente de Le P¨¨re Goriot.
El joven Rastignac, que quiere escalar en la sociedad francesa durante la restauraci¨®n borb¨®nica, debe escoger entre el trabajo y el m¨¦rito, que le reportar¨¢n unas rentas insuficientes, o buscar mediante el matrimonio una herencia que le sit¨²e en la cima de la sociedad, aunque sea por medios inmorales. El siniestro Vautrin, expresidiario prendado del joven, "explica a Rastignac que el ¨¦xito social por los estudios, el m¨¦rito y el trabajo es una ilusi¨®n", por lo que le propone incluso el crimen para alcanzar el patrimonio de una rica heredera. "No basta con obtener brillantemente los diplomas de Derecho; hace falta normalmente intrigar durante muchos a?os sin garant¨ªa de resultados. En estas condiciones, si se percibe en el vecindario inmediato una herencia del centil superior, mejor ser¨¢ sin duda no dejarla pasar", escribe Piketty.
"Hasta la Primera Guerra Mundial, el dinero tiene un sentido, y los novelistas no dejan de explotarlo, explorarlo y convertirlo en materia literaria", se?ala. Pues bien, una vez la literatura ha dejado de ocuparse del dinero y del patrimonio, el economista nos augura el regreso de una sociedad patrimonial que ya se acerca ahora mismo a las desigualdades experimentadas en la Belle ?poque, justo antes de 1913, cuando empez¨® una ¨¦poca, un par¨¦ntesis m¨¢s bien, en que han sido m¨¢s el m¨¦rito, el trabajo y el estudio los instrumentos para el ascenso social que la posesi¨®n de un patrimonio importante.
Muchas son las explicaciones para la ¨¦poca de mayor igualdad que hemos vivido y de la que nos estamos alejando a marchas forzadas. La enorme destrucci¨®n de patrimonios de las dos guerras mundiales es una de ellas y quiz¨¢s la principal. Tambi¨¦n la implantaci¨®n de sistemas fiscales y del Estado de bienestar. Y, naturalmente, la inflaci¨®n que se ha fundido fortunas y deudas para desesperaci¨®n de quienes estaban habituados a la estabilidad monetaria del patr¨®n oro.
La despreocupaci¨®n literaria por la moneda y el patrimonio refleja un cambio en la percepci¨®n social y es fruto tambi¨¦n de un enga?o, tal como subraya Piketty: "A veces imaginamos que el capital ha desaparecido, que por arte de ensalmo hemos pasado de una civilizaci¨®n fundada en el capital, la herencia y la filiaci¨®n a una civilizaci¨®n fundada en el capital humano y el m¨¦rito. Los accionistas bostezantes habr¨ªan sido reemplazados por los cuadros meritorios, simplemente por arte del cambio tecnol¨®gico". Queda por ver si al regreso de la sociedad patrimonial que atisba El capital en el siglo XXI le acompa?ar¨¢ tambi¨¦n una mirada literaria ocupada de nuevo en la desigualdad, el dinero y los patrimonios como en las novelas de Jane Austen, Balzac o Henry James. Hay fundadas razones para dudarlo.
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