Hasta que la seriedad los separe
Diego San Jos¨¦ y Borja Cobeaga son un matrimonio profesional que flota en el ¨¦xito
?Orgasmus!
No, la palabra no existe, aunque la asociaci¨®n no es dif¨ªcil. Esta exclamaci¨®n abre las 302 p¨¢ginas de un libro casi tan hilarante como sus creadores, Borja Cobeaga (1977, San Sebasti¨¢n) y Diego San Jos¨¦ (1978, Ir¨²n), los guionistas de Ocho apellidos vascos, que parecen?¡ªy son¡ª m¨¢s un matrimonio que una pareja profesional. Ahora mudan su particular humor al papel. ?msterdam es la ciudad en la que se desarrolla Venirse arriba (Planeta), la intensa historia de amor Erasmus de Miguel, estudiante de Empresariales, salpicada por un padre inoportuno que se planta en el piso compartido de su hijo al final de su beca para hacerle la conquista de Marion, una francesa de pelo rubio, un poco m¨¢s dif¨ªcil. O no.
Media docena de c¨¢maras y otros tantos fot¨®grafos rodean a Cobeaga y San Jos¨¦ en el Teatro Galileo por la presentaci¨®n del libro la ma?ana del pasado martes, en la que los acompa?a Jos¨¦ Mota. Despu¨¦s de la pel¨ªcula que los ha cincelado en la fama, ya no pasan desapercibidos. Lo que hagan a partir de ahora est¨¢ expuesto, hasta ahora m¨¢s que nunca, a la cr¨ªtica y al elogio. No les importa, ambos creen que Ocho apellidos vascos es un hijo maravilloso que s¨®lo puede traer cosas buenas. Y adem¨¢s, esa expectativa les espolea: "Me pone muy cachondo. Me obliga a sacar lo mejor", sentencia San Jos¨¦.
La ¨²nica entrevista de trabajo que Diego San Jos¨¦ ha hecho en su vida, se la hizo Cobeaga mientras formaba el equipo de guionistas de Vaya semanita
Se conocieron en 2003. Hoy, no existe nadie para ninguno de los dos con quien puedan pasar m¨¢s horas de su vida. "Matem¨¢ticamente es imposible", explica Diego San Jos¨¦. Escriben juntos, comen juntos, salen juntos, miran al techo juntos, se bloquean juntos y tienen ¨¦xito juntos. "A veces Diego me es infiel", sonr¨ªe Borja Cobeaga, refiri¨¦ndose a otros proyectos en los que San Jos¨¦ participa sin ¨¦l. Lo suyo fue amor a primera vista, un flechazo en un despacho en el que Cobeaga se sentaba en el sill¨®n alto y al otro lado, en la silla reducida, Diego San Jos¨¦ luchaba por conseguir uno de los huecos en el equipo de guionistas de Vaya Semanita para la ETB, la cadena vasca: "La ¨²nica entrevista de trabajo que he hecho en mi vida". Cobeaga fue qui¨¦n lo puso en marcha: "Y supe desde el segundo tres que Diego iba a formar parte del equipo". Quiz¨¢s Cupido haya acertado pocas veces tan de lleno.
"En la comedia debe ser as¨ª. El humor o lo compartes o no lo compartes. Si conectas a la primera, est¨¢ ah¨ª para siempre, y si no, no se dar¨¢ nunca. Nosotros conectamos", argumenta San Jos¨¦. "Aunque tambi¨¦n hay mucho de rutina", contrapone Cobeaga, "la conexi¨®n tambi¨¦n se trabaja y tambi¨¦n la dan las miles de horas que pasamos juntos. Cuando nos quedamos en blanco, vivimos tambi¨¦n esos silencios de los matrimonios que no hablan entre ellos". Eso s¨ª, ya son un maridaje camino de la madurez. "Ya no cunde el p¨¢nico cuando no surgen ideas", se r¨ªe Cobeaga.
Ocho apellidos vascos ha sido la pel¨ªcula que los ha lanzado a la fama.
Pas¨® Vaya semanita, lleg¨® Pagafantas, y le sucedi¨® No controles sin mucho ¨¦xito y despu¨¦s, Ocho apellidos vascos, que empez¨® como una comedia m¨¢s. Pod¨ªa ser ¨¦xito o median¨ªa. Fue lo primero. Se afianz¨® la relaci¨®n, tal vez porque mantienen sus rutinas: "Cuando nos quedamos atascados, desde Vaya semanita, nos ponemos a hablar por el chat de Gmail. Nos vemos obligados a teclear para salir del bloqueo. A veces desaparece bebiendo vino en la comida y otras con el Gmail", teclea en el aire Cobeaga. ?
?Cu¨¢nto dudaron cuando les propusieron, desde la Editorial Planeta, hacer un libro? "Bastante", sisea San Jos¨¦. "Mucho", corrobora a su lado Cobeaga. La idea de Venirse arriba surgi¨® hace a?os, cuando ambos estaban inmersos en la historia de Pagafantas. Pero se qued¨® en un caj¨®n, como tantas otras. Ambos aseguran que por la dificultad de la producci¨®n al estar ambientada en una ciudad fuera de Espa?a. Pero esa ficci¨®n ha seguido latiendo desde entonces, y la propusieron para el libro. "Los de la editorial lo vieron clar¨ªsimo, y eso nos empuj¨® a decir que s¨ª", recuerdan. "Aunque si a m¨ª me dicen en mayo que hoy ¨ªbamos a estar aqu¨ª con el libro entre las manos digo que est¨¢n locos. Justo en medio de la secuela de Ocho apellidos...", alude Cobeaga haciendo un par¨¦ntesis.
En la comedia debe ser as¨ª. El humor o lo compartes o no lo compartes. Si conectas a la primera, est¨¢ ah¨ª para siempre, y si no, no se dar¨¢ nunca. Nosotros conectamos
Ese plazo se cumpli¨® por el ¨¦xito y por una tercera mente que trabaj¨® en el proyecto, la de Juan Cavestany. Los guionistas creen que sin ¨¦l, hubiera sido m¨¢s complicado terminar la novela: "Es un amigo y m¨¢s all¨¢ de eso, nuestros sentidos del humor coinciden. Ha sido una cabeza m¨¢s". Cuando la risa la produce la misma frase, el trabajo se simplifica. Pero esa frase cambia, se modula, evoluciona; por s¨ª misma y por la propia transformaci¨®n de los creadores. "Lo bueno de la comedia es que tiene muchos grises, puede ser m¨¢s alocada, m¨¢s melanc¨®lica, m¨¢s desenfrenada o m¨¢s tristona". Dif¨ªcil aburrirse o agotar el g¨¦nero dentro de esa amplia gama.
Con Venirse arriba lo han comprobado. "Me flip¨® el hecho de darme cuenta de que ahora pod¨ªamos hacer humor de padres. Nunca antes lo hab¨ªamos hecho", dice San Jos¨¦ mirando a Cobeaga, que le contesta, "Ahora ya no estamos tan lejos de esa franja de edad". "Equidistantes en el tiempo entre el pagafantas y un padre", zanja San Jos¨¦. Ese progenitor que la novela retrata, Jes¨²s Miguel, es un minero en paro de Mieres asentado d¨ªa s¨ª, d¨ªa tambi¨¦n, en una tasca junto a dos amigos. Sin ning¨²n tipo de prestaci¨®n, con una imaginaci¨®n portentosa para no hundirse en su propia miseria, un divorcio a cuestas ¡ªque se niega a aceptar¡ª y un traslado a ?msterdam. Un pez que puede parecer fuera del agua, pero que acaba no est¨¢ndolo tanto.?
"Es la suma de los padres que tenemos, los que conocemos, y lo que hemos observado por la calle. Una imagen de un se?or de 53 a?os que podemos ver cualquier d¨ªa en el telediario". Y que espeta frases de las que cualquier hijo con menos de 30 a?os se avergonzar¨ªa. "?No hay un pica pica para el centro? ?Y luego un segundo para cada uno? En cada gui¨®n nos gusta meter frases que nos obsesionan, que nos dan verg¨¹enza ajena y que nos producen dentera. En este libro es esa, la del pica pica para el centro", gesticula San Jos¨¦ haciendo c¨ªrculos con la mano derecha.
No es dif¨ªcil imagin¨¢rselos trabajando. Fumando en pipa y regados por un par de whiskys on the rocks. "Me he sentido escritor", bromea San Jos¨¦, para quien es raro tener el libro entre las manos. "Aunque a mi madre la ha tranquilizado mucho el hecho de ver que salgo en una fotograf¨ªa en la parte de atr¨¢s del libro. No sab¨ªa muy bien, hasta ahora, qu¨¦ es lo que hac¨ªa aqu¨ª en Madrid. Pas¨® a?os pensando que yo era el c¨¢mara de las pel¨ªculas". Tampoco es muy complicado ponerse en la piel de las madres de los guionistas.
- Porque, ?qu¨¦ pasa por la mente de tu madre cuando le de a me gusta en una foto tuya borracho en Facebook?, se pregunta Cobeaga.
- ?Y por la tuya?, le contesta riendo San Jos¨¦.
- Es peor cuando eres t¨² quien tiene que ver a tu madre borracha. Bueno, piripi, que es la palabra que inventaron las madres para no decir borracha.
- Eso es algo que el ser humano no est¨¢ preparado para ver.
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