Savia del Este para las orquestas occidentales
La calidad de los m¨²sicos del bloque ampli¨® las fronteras de este arte. Despu¨¦s irrumpir¨ªan en el panorama cl¨¢sico con igual empuje los de Asia y Am¨¦rica Latina
Ca¨ªdo el muro y alzadas inmediatamente las incertidumbres, uno de los campos de la cultura y la creaci¨®n continentales en los que Europa cambi¨® radicalmente y de los que se enriqueci¨® en ambos sentidos fue el panorama de la m¨²sica cl¨¢sica. Hasta 1989, el protagonismo de los m¨²sicos provenientes de la ¨®rbita sovi¨¦tica reca¨ªa en exiliados que ganaban prestigio en igual direcci¨®n por sus posiciones pol¨ªticas que por razones art¨ªsticas. Vacas sagradas aparte, sin mucha informaci¨®n, nula trasparencia y enigmas sin resolver, ambas esferas musicales segu¨ªan caminos paralelos sin apenas fundirse.
Pero la apertura produjo un efecto inmediato. Una especie de apareamiento espectacular que redund¨® en la calidad y la riqueza de oportunidades. Europa occidental empez¨® a notar el efecto del deshielo no s¨®lo para el disfrute de los grandes nombres, sino con la mejora de cuadros en sus orquestas o la ventaja de la emigraci¨®n en conservatorios y escuelas especializadas, donde grandes profesores de pa¨ªses del Este sal¨ªan para buscar mejores condiciones de vida econ¨®micas en el Oeste.
Tambi¨¦n varios m¨²sicos de procedencia occidental coincidieron en que pod¨ªa resultar sano revitalizar instituciones alica¨ªdas entre las ruinas de los pa¨ªses vecinos. Fue el caso de Berl¨ªn, donde Daniel Barenboim dio un impulso fundamental a la Staatsoper de Unter den Linden al tiempo que en San Petersburgo empezaba a brillar el nuevo Mariinski de la mano de Valeri Gergiev y siempre impulsado por un alcalde con futuro pol¨ªtico por delante llamado Vladimir Putin.
Fue entre otros lugares y aunque nos pese all¨ª y gracias a un s¨ªmbolo de la ¨®pera, la danza o la m¨²sica sinf¨®nica como el antiguo teatro Kirov, donde ambas figuras comenzaron a entender el valor de la cultura como un arma que les traer¨ªa beneficios y que en ciudades como la propia antigua capital de los zares, pero tambi¨¦n en Budapest o en Praga, acabar¨ªan sac¨¢ndole partido a ese aspecto, adem¨¢s, como atracci¨®n tur¨ªstica.
Las fronteras de la m¨²sica se han ampliado de manera fascinante hasta provocar que hoy, la mayor cantera de juventud y energ¨ªa en ese campo no provenga solo de Europa, sino de Latinoamerica y Asia"
En otros campos, Espa?a fue uno de los pa¨ªses que m¨¢s se benefici¨® del acontecimiento. A la necesidad de b¨²squeda de un futuro econ¨®mico estable de los m¨²sicos checos, rusos, h¨²ngaros, polacos, b¨²lgaros, con su nivel a prueba de bombas, se un¨ªa la entonces emergente formaci¨®n de orquestas sinf¨®nicas en ciudades y comunidades aut¨®nomas. El nivel de calidad se elev¨® con un gran n¨²mero de incorporaciones.
Los concursos de solistas empezaron tambi¨¦n a notar la competencia de estudiantes y aspirantes a una consagraci¨®n. La escuela rusa, la h¨²ngara y polaca de piano probaba con sus alumnos que en los a?os del comunismo hab¨ªan preservado la estela de los Liszt pero tambi¨¦n de los Rubinstein, Gilels o Richter en el siempre autoexigente y tormentoso mundo del piano.
La irrupci¨®n de m¨²sicos del Este y centro de Europa ¨Ccaso de Chequia- fue el signo previo a la globalizaci¨®n que acab¨® llegando en el siglo XXI. Las fronteras de la m¨²sica se han ampliado de manera fascinante hasta provocar que hoy, la mayor cantera de juventud y energ¨ªa en ese campo no provenga solo de Europa, sino de Latinoamerica y Asia. Pero ese es el cap¨ªtulo siguiente de un mundo, el de la cl¨¢sica, que pese a las ca¨ªdas, se encuentra, en cuanto a talento y vocaciones, en plena ebullici¨®n planetaria.
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