Regreso a Colonia Dignidad, el peque?o infierno de Chile
El centro de muerte y tortura creado por Paul Sch?fer en el pa¨ªs andino resucita en una pel¨ªcula con Emma Watson y Daniel Br¨¹hl
2801 / CHILE. Es la matr¨ªcula de un Mercedes de un suave color blanco almendra en el que se encoge un militar chileno. A su lado, un centenar de banderitas alemanas y del pa¨ªs andino bailan en el aire. Jalean a Augusto Pinochet, que sonr¨ªe efusivo mientras estrecha la mano de Paul Sch?fer, el l¨ªder alem¨¢n de Colonia Dignidad, el enclave germano en medio de la Regi¨®n del Maule en el que se encuentran.
Es octubre de 2014 en Haute-Martelange, al oeste de Luxemburgo, rozando la frontera con B¨¦lgica. Alrededor de esa escena pululan c¨¢maras, micr¨®fonos, maquilladores y asistentes a los que les faltan extremidades para sujetar abrigos. Todo es silencio. De repente, un grito: ¡°?Corten!¡±. El rodaje de Colonia Dignidad, el nuevo trabajo del alem¨¢n Florian Gallenberger, ha despertado el eco de un infierno que ha pasado de soslayo por la historia reciente. El director lleva cinco a?os leyendo, estudiando, ¡°digiriendo, escribiendo y reescribiendo¡± un texto lo m¨¢s fiel posible a la realidad. ¡°Conoc¨ª Colonia Dignidad en el colegio y creo que nunca lo olvid¨¦ del todo¡±.
Torturaba y esclavizaba. Somet¨ªa. Segregaba. Violaba a ni?os. Ese era Paul Sch?fer, un m¨¦dico del ej¨¦rcito alem¨¢n durante la Segunda Guerra Mundial que se march¨® a Chile a principios de 1960 para huir de la justicia, acusado de abusos sexuales a menores. A 340 kil¨®metros al sur de la capital, y como predicador laico, cre¨® un lugar de antag¨®nico nombre que fue campo de concentraci¨®n y tortura.
Tienes que pervertirla para intentar ser lo que ¨¦l fue. Una bestia. Y, para ser honesto, es un poco aterrador Michael Nyqvist (Paul Sch?fer)
¡°Me siento como un idiota¡±, asegura el sueco Michael Nyqvist cuando por quinta vez repiten la secuencia en la que ¨¦l, como Paul Sch?fer, recibe al dictador chileno. Los tenues rayos de sol que se colaban entre los pinos se marchan. Nyqvist se pone un chaquet¨®n azul. Desde hace meses, se levanta cada ma?ana para adentrarse en la mente de Sch?fer. ¡°Tienes que pervertirla para intentar ser lo que ¨¦l fue. Una bestia. Y, para ser honesto, es un poco aterrador¡±, confiesa mientras se frota las manos por el intenso y h¨²medo fr¨ªo luxemburgu¨¦s. ¡°Puedo llegar a entender una creencia, pero no a ¨¦l, tendr¨ªa un problema si lo hiciera¡±.
Obsesivo, firme, intenso, violento, religioso: ¡°Todo lo que hace es por Dios. Aunque su doctrina se basa en su propia interpretaci¨®n de la religi¨®n¡±, asegura rememorando alg¨²n momento el director, Gallenberger. ¡°Adaptaba a Dios a sus necesidades¡±. La del control. Incluido el de las 300 personas que vivieron bajo su terror, enmascarado como comuna paradisiaca. ¡°Adentrarte all¨ª era m¨¢s bien una pesadilla¡±, espeta Daniel Br¨¹hl, el protagonista junto a Emma Watson de la trama ¡ªel secuestro de Daniel (Br¨¹hl) por la polic¨ªa secreta de Pinochet, y la decisi¨®n de Lena (Watson) de entrar en la colonia para buscarlo¡ª.
Br¨¹hl, que conoc¨ªa la historia, reconoce que apenas divisaba la superficie. ¡°Ahora sentimos la responsabilidad de contar una realidad con el apoyo de gente que vivi¨® all¨ª¡±, y se sume en el silencio. ¡°Es horrible. Fue horrible¡±. La intensidad de lo que ocurri¨® en Chile los ha invadido a todos. Incluido el productor, Benjamin Herrmann, quien asegura que la violencia ps¨ªquica que sufrieron los colonos fue brutal. Y a Emma Watson, que sale de entre la multitud de extras tapada por un largo abrigo de plumas negro por donde asoma un vestido de topos blancos. Media hora despu¨¦s se ha envuelto en ropa c¨®moda y unas botas camperas.
Esta es una narrativa poco com¨²n hoy en d¨ªa, la de la mujer que salva al hombre Emma Watson (Lena)
Gesticula imparable mientras habla, con las manos, con los ojos. Con el cuello y la nariz. M¨¢s all¨¢ del horror, el thriller cuenta una historia de amor. ¡°C¨®mo de lejos est¨¢s dispuesto a ir por quien amas¡±. La valent¨ªa de una mujer cuyo papel no es habitual. ¡°Estoy impresionada por el coraje de ese personaje femenino en una narrativa poco com¨²n hoy en d¨ªa, la de la mujer que salva al hombre¡±.
El lugar, en el luxemburgu¨¦s Museo de la Pizarra, sobrecogi¨® a la actriz la primera vez que lo vio. Es una copia exacta del original y solo una de las localizaciones de la pel¨ªcula, que terminar¨¢ de rodarse antes de Navidad: ¡°Le mand¨¦ un mensaje al director para comentarle lo escalofriante que era el parecido¡±. Watson, en la universidad los ¨²ltimos a?os, ve ese lugar como el marco donde poder desarrollar un personaje de principio a fin. ¡°Ser Lena es una experiencia diferente e incre¨ªblemente liberadora¡±. Agotadora tambi¨¦n. Todos necesitan desconectar cada d¨ªa de esa historia tan real como ¡ªcasi¡ª olvidada. ¡°Pero fue algo que sucedi¨®¡±, sentencia Watson, ¡°y debe ser contado¡±.
Cinco d¨¦cadas de horror y silencio
Un infierno al pie de los Andes. Eso eran las 15.000 hect¨¢reas que Paul Sch?fer (Siegburg, 1921) compr¨® en 1961 para convertirlas en una tierra prometida econ¨®micamente autosuficiente, ayudando a los vecinos y adorando a Dios. Era una m¨¢scara. Aquel lugar aislado del mundo, protegido por el servicio secreto alem¨¢n, encubierto por pol¨ªticos y empresarios, fue el agujero del olvido para los presos pol¨ªticos de la dictadura de Pinochet. All¨ª, durante 36 a?os su voz fue la ¨²nica voz; sus deseos, doctrina; su rabia, el dolor y la humillaci¨®n de los colonos. Apenas media docena de personas escaparon de all¨ª en 30 a?os.
Fuera de la verja, Sch?fer era El T¨ªo Paul, un hombre adorado por la atenci¨®n m¨¦dica gratuita, los programas de ocio para ni?os y el trabajo que daba a cientos de personas. Al otro lado de esa verja, y despu¨¦s de 35 kil¨®metros de tierra zigzagueante, hombres, ni?os y mujeres viv¨ªan separados. Ellas, obligadas a abortar o a entregar a sus hijos. Ellos, forzados a jornadas de doce horas de trabajo. Los ni?os, sometidos a vejaciones por el l¨ªder alem¨¢n, que apoy¨® el sangriento golpe de Pinochet en 1973; su simpat¨ªa fue su escudo protector hasta el 30 de noviembre de 1996, cuando un juez dict¨® una orden de detenci¨®n contra ¨¦l, despu¨¦s de que el joven interno Crist¨®bal Pacheco consiguiera que un m¨¦dico confirmara que hab¨ªa sido violado.
Un a?o despu¨¦s, hasta sus m¨¢s ac¨¦rrimos le ped¨ªan que se entregase. Nunca lo hizo. La polic¨ªa federal argentina le detuvo en 2005 en Buenos Aires, acusado de homicidio, pederastia y torturas. Pas¨® cinco a?os en una c¨¢rcel chilena antes de morir sin haber hablado jam¨¢s sobre su herm¨¦tico averno. Hoy est¨¢ abierta una investigaci¨®n para buscar los cad¨¢veres de quienes nunca salieron de Colonia Dignidad, ahora Villa Baviera: un lugar convertido en complejo tur¨ªstico. Tinieblas rentables.
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