Los dos M¨¦xicos del exilio espa?ol
La llegada de miles de republicanos espa?oles escenific¨® en los diarios de la ¨¦poca la divisi¨®n entre dos M¨¦xicos antag¨®nicos


M¨¦xico ayud¨® con armas y comida al bando republicano espa?ol durante la Guerra Civil. Conden¨® antes que ning¨²n otro pa¨ªs en la arena internacional la dictadura franquista. Fue el principal destino americano de los exiliados y sede del Gobierno durante los a?os cuarenta. Es casi un lugar com¨²n pensar aquel M¨¦xico como un acogedor refugio, y aquel exilio como un pu?ado de republicanos eminentemente ilustrados?que bajaban del barco entre?fraternales abrazos. Ese idealizado imaginario se ensombrece sin embargo al mirar un poco m¨¢s de cerca a la realidad pol¨ªtica de entonces. Un vistazo a los peri¨®dicos mexicanos de la ¨¦poca da cuenta de la hostilidad con que algunos recibieron a los republicanos espa?oles.
¡°Nuestro pa¨ªs no precisa de una emigraci¨®n compuesta por esos embrutecidos milicianos y vividores de lo ajeno expulsados de Espa?a¡±, rezaba un art¨ªculo del peri¨®dico Exc¨¦lsior en junio de 1939. ¡°La designaci¨®n de intelectuales suele ser en muchos casos un disfraz, un antifaz, un truco. Bajo esa capa no se esconde a menudo m¨¢s que uno de esos z¨¢nganos de banqueta y cafet¨ªn, que aguzan el ingenio toda su vida para medrar¡±, clamaba por las mismas fechas?El Universal ante la llegada de 1.500 exiliados en el buque Sinaia
¡°El conflicto espa?ol dividi¨® profundamente a la sociedad mexicana. Probablemente porque la contienda civil reflejaba la propia polarizaci¨®n de M¨¦xico durante el cardenismo¡±, explica Agust¨ªn S¨¢nchez Andr¨¦s, profesor de historia en la Universidad Michoacana UMICH?y ponente en unas jornadas organizadas en la Ciudad de M¨¦xico por diversas instituciones acad¨¦micas con motivo del 75 aniversario de la di¨¢spora republicana por Am¨¦rica. El presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas fue el gran facilitador de la llegada de los cerca de 25.000 exiliados espa?oles. La afinidad pol¨ªtica con la causa republicana de las bases de aquel Gobierno, heredero y continuador de la revoluci¨®n mexicana, padre de la reforma agraria y la nacionalizaci¨®n del petr¨®leo, provoc¨® un despliegue de solidaridad con los perdedores de la guerra en Espa?a.
En el otro extremo de la balanza se situ¨® gran parte de la clase media y alta mexicana, cuyos valores cristianos y anticomunistas entroncaban con facilidad con el ideario fascista de los sublevados. En esta sinton¨ªa conservadora entre ambas orillas del Atl¨¢ntico, S¨¢nchez destaca adem¨¢s ¡°la influencia sobre todo de una colonia espa?ola mayoritariamente franquista y bien relacionada con los medios conservadores¡±.
Los medios conservadores retrataban a los republicanos como intelectuales y agitadores que ven¨ªan a envenenar el ambiente pol¨ªtico
El enfrentamiento tuvo como escenario principal las p¨¢ginas de la prensa gubernamental, representada por El Nacional, frente a las de los diarios independientes de mayor circulaci¨®n del pa¨ªs, como Exc¨¦lsior y El Universal, plataformas de los sectores m¨¢s escorados a la derecha de la sociedad mexicana, que retrataban a los reci¨¦n llegados como unos agitadores y unos intelectuales con prop¨®sitos de envenenar el ambiente pol¨ªtico. El peri¨®dico oficialista El Nacional defend¨ªa sin embargo con un fervor casi m¨ªstico la llegada de republicanos, a quienes consideraban portadores de ¡°un esp¨ªritu que tiene ra¨ªces libertaras, de gobierno popular en las antiguas comunidades castellanas, que supo humillar a reyes frente a fueros ciudadanos¡±.
¡°A la postre, este debate dio lugar a una doble versi¨®n mexicana de las dos Espa?as enfrentadas en el conflicto espa?ol. La prensa oficialista y de izquierdas contrapuso la llegada de los intelectuales y obreros republicanos que representaban a la Espa?a progresista con la que M¨¦xico se hab¨ªa solidarizado, frente a la Espa?a de abarrotes y usureros simpatizantes del fascismo representados por la colonia franquista¡±, explica S¨¢nchez.
Ese supuesto sesgo ilustrado de los refugiados espa?oles es otro t¨®pico que ha calado en el imaginario colectivo. ¡°M¨¢s del 70% de los exiliados eran obreros o campesinos y no intelectuales. Sin embargo, esa es la imagen que todav¨ªa hoy se tiene del exilio espa?ol en M¨¦xico, en parte porque los propios republicanos contribuyeron m¨¢s adelante a difundir, de forma interesada, esa imagen de un exilio intelectual para distinguirse de la vieja colonia espa?ola¡±, subraya el historiador.
La prensa conservadora utiliz¨® esa imagen distorsionada para cargar contra la principal justificaci¨®n del Gobierno cardenista a la generosa apertura de fronteras. ¡°Entre los que pretenden emigrar al pa¨ªs ser¨¢n escogidos aquellos que representen la seguridad de establecer fuentes de trabajo diversas a las ya existentes en la Rep¨²blica. As¨ª se preferir¨¢ refugiados procedentes de las costas ib¨¦ricas que tiene fama de grandes pescadores (¡) se preferir¨¢n agricultores de zonas c¨¢lidas para cultivar la vid, el trigo y la garbanza¡±, puntualizaba El Nacional. Mientras, desde las p¨¢ginas del Exc¨¦lsior y El Universal, se acusaba a los espa?oles de ser contratados en universidades y hospitales mexicanos en circunstancias m¨¢s ventajosas que los nacionales.
El profesor de historia contempor¨¢nea del Instituto Tecnol¨®gico de Monterrey?Carlos Sola Ayape se pregunta a su vez qu¨¦ ganaba el cardenismo con esa campa?a de desprestigio sobre el exilio. ¡°El gobierno, de tintes autoritarios, permit¨ªa sin embargo que la prensa lanzara esas cr¨ªticas porque le interesaba tambi¨¦n que esa imagen de los reci¨¦n llegados se difundiera en la sociedad mexicana. Funcionaba como una especie de l¨ªmite o de toque de atenci¨®n para los republicanos¡± apunta.
La pol¨¦mica fue endureci¨¦ndose cada vez m¨¢s en el precario entorno econ¨®mico del M¨¦xico de finales de los a?os treinta, marcado por altos niveles de desempleo, la repatriaci¨®n desde EE UU de los primeros trabajadores migrantes y el endurecimiento de la campa?a de la derecha m¨¢s tradicional y cat¨®lica, el almazanismo. La tensi¨®n provoc¨® incluso que el propio presidente saliera a la palestra con unas declaraciones a los tres principales diarios en verano de 1939. En aquel comunicado, apenas a un a?o de terminar su mandato, L¨¢zaro C¨¢rdenas defendi¨® la pol¨ªtica de selecci¨®n del Gobierno subrayando que los exiliados republicanos contribuir¨ªan a colonizar y explotar el despoblado norte del pa¨ªs.
La intercesi¨®n del presidente apacigu¨® algo los ¨¢nimos, pero, como cuenta S¨¢nchez, fue otra la causa que desplaz¨® definitivamente a los republicanos del punto de mira conservador: ¡°La prensa derechista, tradicionalmente hispan¨®fila, fue adoptando progresivamente una imagen m¨¢s favorable ya que, a fin de cuentas, eran espa?oles. Facilit¨® mucho adem¨¢s que su llegada coincidiera con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el momento ¨¢lgido de la pol¨¦mica en torno a los llamados emigrantes ¡°indeseables¡±, como se denominaba a los chinos, ¨¢rabes y especialmente jud¨ªos centroeuropeos que hu¨ªan del nazismo y que trataban por todos los medios de encontrar refugio en M¨¦xico¡±.
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