Y ah¨ª est¨¢n

La expresividad oral en el mundo del f¨²tbol acostumbra a ser limitada si aplicamos un t¨¦rmino piadoso y sonrojante y si respetas la cruel exactitud. Da verg¨¹enza el torrente de frases hechas, lugares comunes y definiciones que nadie sabe qu¨¦ premio Nobel de la sem¨¢ntica las invent¨®, pero que son utilizadas masivamente por casi todos los gladiadores del bal¨®n cuando les preguntan sobre su trabajo. Pero ese lenguaje cl¨®nico, banal y previsible no hace da?o a nadie, lo que esperamos de ellos es el placer que nos puede ofrecer su profesionalidad o su arte en el campo.

Sin embargo, me asalta el asco y en ocasiones la risa cuando escucho esa moda verbal entre los profesionales de la pol¨ªtica, expresada con gesto enf¨¢tico, asegurando que el fango que crearon se esfumar¨¢ con la regeneraci¨®n democr¨¢tica, la refundaci¨®n de sus partidos, las leyes contra la corrupci¨®n con las que les debe haber iluminado de repente el Esp¨ªritu Santo y no se cu¨¢ntas tonter¨ªas m¨¢s.

Y entiendes su pavor ante el peligro de que se esfume para muchos una n¨®mina que creyeron ser¨ªa eterna. Ante la posibilidad de perder mis degenerados privilegios y la posibilidad que auguran las encuestas de que las futuras elecciones las ganen esos joveznos airados e ilustrados que han canalizado la mala hostia que acumula cualquier ciudadano decente y sensato ante el vertedero que han creado, yo le exigir¨ªa un esfuerzo a mi imaginaci¨®n y dejar¨ªa de acusar a los que me pueden quitar el pan o el caviar de cosas tan c¨®micas e in¨²tiles como populistas, demagogos, etarras, independentistas catalanes, bolivarianos, chavistas, castristas y dem¨¢s retah¨ªla pat¨¦tica sobre los futuros creadores del Apocalipsis.

Flipo con la excesiva utop¨ªa de Monedero y Montero de que Podemos lograr¨¢ que recuperemos el deseo de felicidad que como pueblo y como personas nos merecemos. La felicidad es tan cara como ef¨ªmera. Y me hace gracia que Iglesias se quitar¨¢ el piercing de la ceja por si llega a presidente de la naci¨®n. E imagino que si ganan su primer interlocutor ser¨¢ el sagrado poder econ¨®mico. Y la naturaleza humana impondr¨¢ sus miserias entre ellos en un tiempo razonable. Pero ser¨ªa tan bonito como inaplazable que jubilaran a la podredumbre. Ya tendr¨¢n tiempo para descubrir el encanto de la corrupci¨®n.