Murakami a pie de calle
El atentado en el metro de Tokio, en 1995, sirve al escritor japon¨¦s para componer una excelente cr¨®nica sin adornos ni montajes, en la que da voz a culpables y v¨ªctimas
Esta es una cr¨®nica muy bien hecha de una historia que acab¨® muy mal. Una ma?ana cualquiera, Tokio se despert¨® de su sue?o de monoton¨ªa urbana con gas sar¨ªn amenazando vidas en el metro de la ciudad. La rutina masificada de su underground se rompi¨® ese d¨ªa fat¨ªdico transform¨¢ndose en muerte, dolor e incomprensi¨®n. Jap¨®n se tambale¨® despu¨¦s del ataque at¨®mico del Enola Gay el 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima, cuando se convenci¨® de que su emperador no era divino, pero s¨ª vencible. Y volvi¨® a hacerlo el 20 de marzo de 1995, cuando cinco ataques coordinados de miembros de la secta Aum Shinrikyo convirtieron el metropolitano en un asfixiante laberinto emocional que deb¨ªa acelerar el apocalipsis que les daba su aliento vital. El autor de Kafka en la orilla qued¨® impactado por los hechos. Como millones de japoneses, se pregunt¨® por qu¨¦, pero, a diferencia de sus compatriotas, ¨¦l escogi¨® encerrarse un a?o con los protagonistas y sacar a la luz una verdad fragmentaria y poli¨¦drica, como es siempre la verdad.
Podr¨¢ el lector advertir muy pronto que a Murakami le fascin¨® la posibilidad de llevar a cabo una suerte de sinfon¨ªa social, por decirlo de alg¨²n modo, una pieza compleja y colectiva en la que participaran como int¨¦rpretes incontables japoneses, de edad, sexo y condici¨®n distintos, que accedieron a ser entrevistados por el novelista y a confesar sus sentimientos encontrados, muchos de ellos nada f¨¢ciles de entender para el lector occidental. Y el resultado es una imagen fr¨ªvola y ciertamente decepcionante de los medios de comunicaci¨®n ("me di cuenta de lo aterradora que puede resultar la televisi¨®n", confiesa Masanori Okuyama, un comercial de 42 a?os), una enfermiza obsesi¨®n por la puntualidad y el celo profesional, un ins¨®lito rigor en las relaciones paterno-filiales, un ancestral respeto hacia las costumbres o hiperb¨®licos rituales de sometimiento, de humillaci¨®n. En apariencia, Underground. El atentado con gas sar¨ªn en el metro de Tokio y la psicolog¨ªa japonesa es la cr¨®nica de aquel brutal atentado; en realidad, es mucho m¨¢s, es el retrato psicol¨®gico del Jap¨®n actual. Y constata Murakami que, en su pa¨ªs, a la violencia terrorista ocasional la vence la violencia cotidiana familiar, laboral. Describe un pa¨ªs imperialista que ni siquiera se compadece del ca¨ªdo, que no concibe honor alguno en el perdedor. Un golpe duro a la identidad nacional. Y el lector piensa en la ceremonia del t¨¦ y en los cerezos en flor, pero sobre todo en la katana de un psic¨®tico Mishima, en los pilotos volando en sus Zero hacia una muerte feliz, y en el l¨ªder de Aum, Shoko Asahara, gaseando a los ciudadanos para alcanzar a ser el "Maestro Verdadero Iluminado".
La cr¨®nica de Murakami resulta claustrof¨®bica por su obsesiva meticulosidad policial,
La cr¨®nica de Murakami resulta claustrof¨®bica por su obsesiva meticulosidad policial, por sus miles de sentimientos embutidos en medio millar de palabras que se leen, cr¨¦anme, como si no fueran hijas de la cr¨®nica period¨ªstica, sino de una novela coral, del cin¨¦ma v¨¦rit¨¦ o de un documental. Murakami no escribe aqu¨ª ficci¨®n para que sus lectores exploren sensaciones, transcribe realidad para reconfortarse ¨¦l mismo. No piensa en inventar, sino en documentar: un centenar de entrevistas de dos horas a culpables y v¨ªctimas, con sus etopeyas y sus prosopograf¨ªas, retratos de japoneses formando el rompecabezas de una naci¨®n. Underground es un ejemplar ejercicio de catarsis. Murakami escucha y transcribe, escucha y transcribe para que las voces de la conciencia se recuerden para siempre: "Los testimonios publicados en este libro son voluntarios y conscientes. No hay frases de adorno, no hay montaje. Mi capacidad para escribir se concentr¨® en repetir las mismas palabras pronunciadas por los testigos". No hay t¨¦cnica literaria aplicada a los datos obtenidos de la investigaci¨®n period¨ªstica, luego no hay nuevo periodismo. Murakami no es Capote porque no toma el atentado como pretexto para la exhibici¨®n de su arte, sino como motivo para la expresi¨®n de su solidaridad, y la grandeza de este libro se encuentra en su generosidad: "Me gustar¨ªa que durante la lectura de este libro prestasen atenci¨®n a las historias de la gente".
En estos tiempos en que el desasosiego forma ya parte de nuestras vidas, la traducci¨®n al espa?ol de esta obra de Murakami de 1998 no llega a destiempo, sino a tiempo. A tiempo de que, ley¨¦ndola, pensemos en fundamentalismos, en m¨ªsticas t¨®xicas, en el funesto azar, en lo diab¨®licamente exc¨¦ntricas que pueden volverse personas normales bajo delet¨¦reos influjos, en por qu¨¦ una idea abstrusa mata a un ni?o que viste de rojo y sonr¨ªe. ?Por qu¨¦?
Underground. Haruki Murakami. Traducci¨®n de Fernando Cordob¨¦s y Yoko Ogihara. Tusquets. Barcelona, 2014. 557 p¨¢ginas. 22,90 euros (electr¨®nico: 15,19 euros)
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