Vieja religi¨®n, nueva teolog¨ªa
Manuel Fraij¨® ha acercado a fil¨®sofos y pensadores de toda condici¨®n al tema religioso. Un libro recopila su trabajo.
No en vano la trayectoria del homenajeado en este libro, Manuel Fraij¨®, ha sido ¡°un prolongado forcejeo con la religi¨®n, para intentar arrancarle su mejores secretos¡±, seg¨²n confiesa ¨¦l mismo. Y esa trayectoria ha estado guiada por una manera de presentar la religi¨®n, poco frecuente en Espa?a, que ha acercado a fil¨®sofos y pensadores de toda condici¨®n al tema religioso. Son nada menos que 37 autores los que, con peso docente de a?os en Universidades e Institutos de Investigaci¨®n, han colaborado en esta obra. Y han acudido a la cita, primero de todo por amistad. Padezco, le escribe F. Savater, una enfermedad profesional: el escepticismo, pero no soy esc¨¦ptico en la amistad. Y A. Torres Queiruga reconoce: ¡°hemos permanecido juntos en esa sutil y accidentada l¨ªnea donde se encuentran la filosof¨ªa y la teolog¨ªa¡±.
Y es que, y en esto el acuerdo es un¨¢nime, Fraij¨® es una de las personas que m¨¢s han contribuido en nuestro pa¨ªs a la clarificaci¨®n, dentro de lo posible, del fen¨®meno religioso.
Probablemente, a nivel popular su obra no es muy conocida. El mismo escribe: ¡°La religi¨®n es un producto de gran circulaci¨®n; la filosof¨ªa, en cambio, s¨®lo conoce recintos peque?os. Esto hace que su tarea sea casi imposible. Pero se trata de un imposible necesario. La filosof¨ªa de la religi¨®n tiene poco pasado, pero ¨Cesperemos- mucho futuro¡±. Y Fraij¨® a?ade: ¡°Hace varias d¨¦cadas que no surgen nuevos planteamientos teol¨®gicos. Y tambi¨¦n la filosof¨ªa sufre el mismo estancamiento. En cambio, proliferan y florecen las religiones. Si esta apreciaci¨®n es correcta, los resultados pueden ser funestos. Ardientes credos religiosos, sin instancias correctoras, desembocaron siempre en el fanatismo y la intolerancia. Cuando los pueblos creen tener en sus manos el testamento literal de sus dioses, sin mediaciones cr¨ªticas y atemperantes, se convierten en un peligro para la paz. Nuestros d¨ªas est¨¢n conociendo este fen¨®meno¡±.
Fraij¨® se?ala que, en un mundo de rigor cient¨ªfico y conceptual, no es deseable creer sin razones; la ¡°fe del carbonero¡± no tiene futuro f¨¢cil despu¨¦s del reto de la modernidad, pero siempre hemos sido m¨¢s proclives a una religi¨®n ¡°sentida¡± que a una religi¨®n ¡°pensada¡±. Tiene raz¨®n Fraij¨®: ¡°Mientras cre¨ªmos, lo hicimos sin filosof¨ªa ni teolog¨ªa, es decir, sin saber muy bien en qu¨¦ cre¨ªamos; y, cuando hemos dejado de creer, de nuevo lo hemos hecho sin la conveniente y necesaria reflexi¨®n, es decir, sin saber en qu¨¦ hemos dejado de creer¡±.
Todo esto invita a entrar en el pensamiento de Fraij¨® y a descubrir cu¨¢les han sido los temas que como fil¨®sofo de la religi¨®n m¨¢s le han preocupado. Con otras palabras: ?cu¨¢l ha sido para ¨¦l la funci¨®n humanizadora de la religi¨®n y su verdad frente a sus m¨²ltiples y perversas desfiguraciones?
A esta pregunta responden brillantemente todos los autores que escriben en el libro. Todos ellos abordan temas en los que analizan la obra de Fraij¨® y profundizan en ella. No voy a comentar, como es obvio, las aportaciones de los 37 autores; prefiero subrayar el modo como Fraij¨® aborda los temas de su especialidad. En eso es un maestro.Fraij¨® se ha ocupado de los grandes asuntos de la filosof¨ªa de la religi¨®n en innumerables art¨ªculos y, especialmente, en una quincena de libros; entre ellos subrayo los siguientes: Realidad de Dios y drama del hombre; El futuro del cristianismo; Jes¨²s y los marginados; El sentido de la historia; Fragmentos de Esperanza; El cristianismo, una aproximaci¨®n; A vueltas con la religi¨®n; Dios, el mal y otros ensayos¡ Ya los t¨ªtulos indican el curso de su pensamiento.
¡°Hace varias d¨¦cadas que no surgen nuevos planteamientos teol¨®gicos. Y tambi¨¦n la filosof¨ªa sufre el mismo estancamiento. En cambio, proliferan las religiones. Si esta apreciaci¨®n es correcta, los resultados pueden ser funestos", dice Manuel Fraij¨®.
El lector advierte enseguida que Fraij¨® tiene una manera natural de hacer su tarea: invita a la reflexi¨®n serena, sin prejuicio, convocando a un di¨¢logo abierto y tolerante. Con ¨¦l son muchos, cercanos o distantes, los que se sienten invitados a pensar la religi¨®n, sin rechazo, sin ira ni indiferencia, sino con ojos limpios y hasta con empat¨ªa; y as¨ª poder confrontarla con la raz¨®n ilustrada y cr¨ªtica, lejos de todo dogmatismo y fundamentalismo.
Surge de esta manera el di¨¢logo, que tanto necesitamos, entre la raz¨®n y la religi¨®n; ambas se interpelan y cuestionan: la raz¨®n emplaza a la religi¨®n a resistir la tentaci¨®n del dogmatismo; a su vez, la religi¨®n invita a la raz¨®n a reconocer que, bajo el polvo de la tradici¨®n o del dogmatismo, existen aspectos de verdad y sentido ocultos u olvidados.
Dicho esto: ?sobre qu¨¦ temas centra Fraij¨® su inter¨¦s y reflexi¨®n investigadoras? Los enumeran con lucidez los dos autores, responsables de la edici¨®n del libro, J. San Mart¨ªn y J. Jos¨¦ S¨¢nchez: : ¡°Los avatares entre religi¨®n y ¨¦tica, el problema del mal y el sufrimiento de las v¨ªctimas, el sentido o sinsentido de la vida y de la historia, la desazonadora experiencia de la finitud y de la muerte, el problema de Dios o de su ausencia, el limitado alcance la raz¨®n y del lenguaje humano, la esperanza siempre fragmentada¡¡±.
Resulta imposible desarrollar detenidamente los temas citados. Pero no renuncio a recordar algunos pensamientos del autor de gran fuerza evocadora:
- ¡°Ninguna religi¨®n aclara qu¨¦ puede haber movido a su Dios, o a sus dioses, a crear un mundo presidido por tanto dolor y sometido a tanta destrucci¨®n. Las m¨¢s atrevidas, las monote¨ªstas, nos invitan a familiarizarnos con la idea de la resurrecci¨®n de los muertos. Obviamente, la filosof¨ªa no sabe qu¨¦ hacer con semejante desmesura. Ni siquiera acept¨® nunca el t¨¦rmino, aunque se le aproxim¨® mucho acumulando pruebas a favor de la inmortalidad del alma. San Agust¨ªn pensaba que la creencia en la inmortalidad suaviz¨® considerablemente el car¨¢cter de provocaci¨®n que, sin duda, fue siempre inherente al asombroso anuncio de la resurrecci¨®n de los muertos¡±.
- ¡°En muchos de mis escritos he evocado esas dos fuerzas que luchan en el fondo de cada ser humano: el ¨ªmpetu del deseo, que se resiste al perecimiento y a la frustraci¨®n definitiva, y la pausada y serena interpelaci¨®n de la raz¨®n que nos recuerda permanentemente las obligaciones que tenemos contra¨ªdas con la sobriedad y el l¨ªmite¡±.
Largo peregrinar el de Manuel Fraij¨® por los lares de la filosof¨ªa y la teolog¨ªa, intentando y descifrar la verdad que proclaman las religiones y que es objeto permanente de su b¨²squeda. Han sido muchas sus fuentes, desde que comenz¨® en Alcal¨¢ de Henares y sigui¨® luego por N¨¢poles, Innsbruck, M¨¹nster y Tubinga , lugares donde encontr¨® a los culpables (Caffarena, Aranguren, Tornos, Rahner, Kasper, K¨²ng, Bloch, Moltmann, Pannenberg ¨Csobre ¨¦l hizo sus tesis doctoral- y otros) de mis aportaciones escritas sobre la esperanza, la filosof¨ªa de la religi¨®n, la fenomenolog¨ªa del hecho religioso, el cristianismo, el di¨¢logo interreligioso, la verdad de las religiones, la utop¨ªa, el sentido de la vida, la resurrecci¨®n, el mal y el devenir hist¨®rico, la ¨¦tica en confrontaci¨®n con las religiones, los proyectos ilustrados, las grandes teolog¨ªas del siglo XX, y tal vez alg¨²n tema m¨¢s¡±.
He intentado, dice,¡°recrear¡± lo que v¨ª y o¨ª en los escenarios que me toc¨® vivir. Y concluye: ¡°Con todo, si se me obligase a destacar alg¨²n atisbo de originalidad propia tal vez los situar¨ªa en la actitud intelectual con la que me aproximo al hecho religioso. Tal actitud reh¨²ye tanto la adhesi¨®n precipitada como el rechazo rotundo. Considero que ning¨²n Dios ha sido lo suficientemente expl¨ªcito como para que le podamos otorgar una confianza ilimitada. La verdad de las religiones s¨®lo se podr¨¢ contemplar, como suele decir el fil¨®sofo de la religi¨®n J. Hick, cuando doblemos la ¡°¨²ltima curva¡±.
Fraij¨® desear¨ªa mantener hasta el final el car¨¢cter interrogativo de su pensamiento: ¡°No me gustar¨ªa quedarme incluso sin preguntas. Pero s¨¦ que es el destino de muchas filosof¨ªas. Y el fil¨®sofo de la religi¨®n, si es radical, si atraviesa el desierto de la negatividad, es un firme candidato al mutismo, al silencio¡±. Sol¨ªa repetir Montaigne: ¡°Yo no ense?o, narro¡±. Tampoco Fraij¨® pretende ense?ar, pero su obra es un valioso relato sobre los avatares de la religi¨®n y de la filosof¨ªa.
Pensando la religi¨®n. Homenaje a Manuel Fraij¨®. Edici¨®n de Javier San Mart¨ªn y Juan Jos¨¦ S¨¢nchez. Trotta. Madrid, 2013. 640 p¨¢ginas. 30 euros
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