La gran cocina de Quito est¨¢ en los mercados
No hay mejor alternativa que recorrer los puestos, al encuentro de los tesoros que definen la identidad de la cocina ecuatoriana
La corvina frita con cebiche de Gloria Izurieta vive por encima de las apariencias. Es simple y familiar, aunque parezca un plato abigarrado y extra?o. Como la vida misma. De hecho, son dos guisos reunidos en uno: un trozo de corvina albardada y frita ba?ado, justo cuando va camino de la mesa, con un cebiche de concha negra y langostino. El resultado es atractivo y expresivo. El rebozado de la corvina se empapa con los jugos del cebiche y los sabores bailan de un lado a otro de la boca con cada cucharada. Una papa hervida acaba engordando la raci¨®n.
La concha negra es un molusco de aspecto inquietante, protagonista inolvidable de uno de los cebiches m¨¢s populares de los mercados quite?os. Lo mires por donde lo mires, es de los que reclaman atenci¨®n: concha oscura, estriada y redondeada, y carne negruzca ribeteada por un coral rojizo. El gusto es profundo, intenso y franco; todos los sabores del mar resumidos en la misma apuesta. Hasta ahora s¨®lo la encontr¨¦ en Ecuador y Per¨².
Pueden dar con ella en el Mercado Central (Esmeraldas con Garc¨ªa Moreno), en pleno centro de Quito, a tres cuadras del Teatro Sucre. No tiene p¨¦rdida: subes a la planta alta y la encontrar¨¢s partida en dos grandes espacios llenos de mesas met¨¢licas alineadas. Alrededor suyo, siguiendo la l¨ªnea del recinto, unas docenas de puestos en las que, guiso a guiso, se tejen los sabores de la cocina de siempre. Es un mercado ejemplar, bien rotulado, limpio y luminoso.
Corvinas Gloria, el negocio de Marcelo G¨®mez, es una de las referencias para la corvina con cebiche
Las mesas se llenan desde bien temprano y las propuestas se van renovando. El recorrido de la ma?ana puede arrancar por las tortillas de verde, las coste?as y el caf¨¦ pasado de Rosita Morales o los jugos de Charito: tamarindo, guan¨¢bana... y sobre todo naranjilla, una fruta andina que otro conocen como lulo, obando, coconilla o nuqu¨ª y proporciona jugos sedosos y delicados.
En esta ciudad los desayunos se confunden con los almuerzos. No tardan mucho en llegar el llapingacho ¡ªtortitas de papa que suelen acompa?ar con huevos, chorizo o tocino¡ª, el hornado, los menudos, las papas con piel de cerdo y palta, las guatitas ¡ªmondongo guisado con man¨ª¡ª, la corvina, el cebiche de concha negra, o esa mir¨ªada de potajes que los quite?os llaman caldo: el yahuarlocro, el caldo de borrego, el de patas o el de cabeza. Abunda la salchicha llamada de manguera por su forma larga y gruesa, con una versi¨®n azucarada que nos devuelve el sabor de los embutidos medievales llegados con los espa?oles. Sin olvidar las empanadas de morocho, rellenas de arroz, carne y verduras. Las ¨²ltimas me llegaron con una salsa de aj¨ª capaz de hacer salir el sol antes de hora.
Corvinas Gloria, el negocio de Marcelo G¨®mez, es una de las referencias para la corvina con cebiche. Tambi¨¦n venden corvina con arroz, pero no es lo mismo. En Corvinas Mari Paz cambian las formas y sirven cada plato por separado; de un lado el cebiche y del otro la corvina. Luego, cada quien lo administra a su manera, aunque lo normal es el verter el segundo sobre la primera.
En Quito los?los desayunos se confunden con los almuerzos
Tampoco est¨¢ mal acercarse al Mercado de La Magdalena (cruce de Puruh¨¢ con Cacha). Quien lo haga debe fijarse en el hornado ¡ªcerdo asado entero a fuego lento¡ª y las tortillas de menudo de Carmen Chinch¨ªn ¡ªsi mis notas no me enga?an, est¨¢ en el puesto n¨²mero 12¡ª y el yahuarlocro de Valeria Vi?ales ¡ªsangre y guiso en quechua¡ª, un portaje que combina mondongo, h¨ªgado, bofe y man¨ª, y se condimenta con unas cucharadas de sangre de cordero molida, palta y tomate. Sabroso y estimulante; s¨®lo para adeptos.
La comida en Quito es una ceremonia sencilla y gratificante. Sigue sin haber mejor alternativa que asomarse a los mercados y recorrer sus comederos, al encuentro de los tesoros que definen la identidad de la cocina ecuatoriana. Lo hago cada vez que voy a Quito, porque son la experiencia gastron¨®mica m¨¢s estimulante posible en una ciudad que avanza decidida a volver la vista hacia su cocina. L¨¢stima que no encuentren interlocutores en los restaurantes.
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