Auschwitz blinda su supervivencia
31 pa¨ªses aportan fondos para garantizar la conservaci¨®n del campo nazi Espa?a no contribuye pese a su respaldo inicial
El lugar m¨¢s cruel de la tierra recibe m¨¢s de un mill¨®n de visitas al a?o. Casi tantas como las personas que perecieron en ¨¦l. En mitad de una llanura polaca, a 70 kil¨®metros de Cracovia, el Tercer Reich desarroll¨® sobre unas antiguas dependencias militares de Oswiecim ¡ªrenombrado por ellos como Auschwitz¡ª una sofisticada industria de la muerte, tan eficaz como macabra. El antiguo campo de exterminio, que celebrar¨¢ los 70 a?os de su liberaci¨®n el pr¨®ximo 27 de enero, ha estado al borde de la desaparici¨®n como espacio de memoria debido a sus estrecheces econ¨®micas para garantizar la conservaci¨®n de sus 155 edificios, 300 ruinas (entre las que se incluyen los dos hornos y c¨¢maras de gas de Birkenau, volados por los nazis) y miles de objetos personales que en s¨ª mismos condensan el espanto: min¨²sculos zapatos infantiles, pr¨®tesis de mutilados, monta?as de gafas redondas, toneladas de cabello, la maleta de Klara Golosein, la de Georg Weiss, la de Else Meier, cartas de v¨ªctimas, apuntes de verdugos¡ ¡°Antes de la creaci¨®n del Fondo Perpetuo, la situaci¨®n era cr¨ªtica. Hoy en d¨ªa, gracias a la comprensi¨®n general de lo importante que es preservar la autenticidad para las generaciones futuras, empezamos a ver la proverbial luz al final del t¨²nel¡±, expone Piotr M. A. Cywinski, director del Museo de Auschwitz-Birkenau.
La conservaci¨®n de un complejo que ocupa 200 hect¨¢reas ¡ªlos nazis construyeron tres campos, aunque el museo actual s¨®lo incluye visitas al I y II (Birkenau)¡ª requiere una inyecci¨®n financiera que esencialmente ha reca¨ªdo sobre Polonia, forzada por razones geogr¨¢ficas pese a su nula responsabilidad pol¨ªtica en el genocidio. Poco receptiva a los llamamientos del Gobierno polaco (¡°Cada naci¨®n tiene el deber inalienable de proteger estos lugares¡±, subrayaba el ministro de Cultura y Patrimonio), la contribuci¨®n internacional result¨® hasta 2009 anecd¨®tica (entre el 1% y el 3% de un presupuesto anual de ocho millones de euros). Ese a?o, los responsables del museo, abierto en 1947 y de acceso gratuito (se cobra por el servicio de gu¨ªa), lanzaron un crudo aviso: tendr¨ªan que cerrar Auschwitz en poco tiempo ante la falta de medios para preservar sus barracones, vallas, oficinas y dem¨¢s restos materiales.
Hasta 2009, casi toda la financiaci¨®n del museo reca¨ªa sobre Polonia
Espoleado por el temor a que la desaparici¨®n de los ¨²ltimos testigos se tradujese en la muerte de la memoria de lo que ocurri¨®, Wladyslaw Bartoszewski, prisionero 4427 entre septiembre de 1940 y abril de 1941 y responsable del Consejo Internacional de Auschwitz, promovi¨® entonces la constituci¨®n de una fundaci¨®n internacional, que deber¨ªa reunir 120 millones de euros para constituir un capital (el llamado Fondo Perpetuo) que permitiese financiar con sus intereses anuales las necesarias labores de restauraci¨®n y mantenimiento. En sus intervenciones Bartoszewski expon¨ªa su preocupaci¨®n: ¡°El momento en el que no quedar¨¢n m¨¢s testigos se aproxima inexorablemente. Entre nosotros permanece la convicci¨®n de que cuando la gente se haya ido gritar¨¢n las piedras. Va unido a la naturaleza humana porque cuando no permanece ninguna huella tangible los acontecimientos del pasado caen en el olvido¡±.
Desde que la fundaci¨®n se constituy¨® en enero de 2009 se han sumado a ella 31 pa¨ªses cuyas aportaciones econ¨®micas alcanzan los 102 millones de euros, no demasiado lejos de la meta (120 millones). Por razones obvias, Alemania fue el estado m¨¢s generoso y diligente al recibir la petici¨®n del entonces primer ministro polaco, Donald Tusk: ha donado la mitad de lo requerido (60 millones de euros). M¨¢s tarde se sumar¨ªan numerosos pa¨ªses de distintos continentes, tama?os y poder¨ªo econ¨®mico para respaldar la supervivencia de Auschwitz. Tambi¨¦n algunas ciudades, como Par¨ªs (310.000 euros), y contribuyentes particulares. Espa?a, pese a los contactos mantenidos con la fundaci¨®n, ha permanecido al margen. Cuando una delegaci¨®n visit¨® Madrid en septiembre de 2010 para explicar el proyecto, el Gobierno espa?ol se mostr¨® receptivo y se comprometi¨® a tomar una decisi¨®n a finales de ese a?o. ¡°Desde entonces no han hecho ninguna concreci¨®n financiera¡±, seg¨²n consta en la memoria anual del organismo polaco. Fuentes diplom¨¢ticas espa?olas aseguran que la naturaleza de la fundaci¨®n dificulta el encaje jur¨ªdico para otorgarle una ayuda econ¨®mica y que las f¨®rmulas alternativas ofrecidas fueron rechazadas. La Uni¨®n Europea como tal ha salvado sus escollos jur¨ªdicos aportando 4 millones de euros para los proyectos de conservaci¨®n que ejecuta el Museo de Auschwitz por su cuenta.
Para preservar el lugar, Alemania ha aportado 60 millones de euros
Lo cierto es que, cinco a?os despu¨¦s de la creaci¨®n de la fundaci¨®n, Espa?a es uno de los pocos pa¨ªses grandes de la Uni¨®n Europea que no ha contribuido al Fondo Perpetuo (la otra excepci¨®n llamativa es Italia, patria de Primo Levi, autor de una de las cr¨®nicas m¨¢s estremecedoras sobre Auschwitz en Si esto es un hombre). ¡°No soy yo qui¨¦n debe juzgar. Muchos grupos de j¨®venes vienen desde Espa?a para conocer este lugar, por lo que parece que las instituciones gubernamentales deber¨ªan ser conscientes del papel que juega esta experiencia en el proceso de maduraci¨®n de los j¨®venes para que sean ciudadanos concienciados. Espa?a se mantuvo en gran medida fuera del alcance de esta historia, pero el Fondo ha sido construido, entre otras, tambi¨¦n gracias a las contribuciones de Canad¨¢, Australia, Suecia o Suiza¡±, sostiene Piotr M. A. Cywinski, que adem¨¢s de director del museo espresidente ejecutivo de la fundaci¨®n.
En 2013 visitaron Auschwitz 52.800 espa?oles, la s¨¦ptima nacionalidad m¨¢s interesada en recorrer el t¨¦trico memorial despu¨¦s de polacos, brit¨¢nicos, estadounidenses, italianos, alemanes e israel¨ªes. Por delante incluso de Francia, un pa¨ªs que tuvo una relaci¨®n m¨¢s directa con la Shoah y que entregado cinco millones de euros al Fondo Perpetuo. Si se observa la evoluci¨®n en los ¨²ltimos cinco a?os, el inter¨¦s espa?ol es creciente desde 2009, cuando acudieron 26.700 personas.
Apenas murieron espa?oles en Auschwitz, aunque la cifra definitiva es confusa por algunos equ¨ªvocos sobre deportados desde Francia. En cualquier caso, nada tiene que ver con lo ocurrido en los campos de Mauthausen y Gusen, donde se recluyeron 7.000 exiliados republicanos, de los que sobrevivieron 2.000. En los Archivos Nacionales de Estados Unidos se custodia un clarificador discurso del 27 de junio de 1941 de August Eigruber, gobernador del Alto Danubio: ¡¤Cuando ocupamos Francia el a?o pasado, el se?or P¨¦tain nos dio a esos 6.000 espa?oles rojos y declar¨® ¡®No los necesito, no los quiero¡¯. Ofrecimos estos 6.000 espa?oles al jefe del estado Franco, el caudillo espa?ol. Rehus¨® y declar¨® que nunca admitir¨ªa a esos espa?oles rojos que lucharon por una Espa?a sovi¨¦tica. Entonces ofrecimos los 6.000 espa?oles rojos a Stalin y a la Rusia sovi¨¦tica (¡) y el se?or Stalin con su Komintern no los acept¨®. Ahora est¨¢n establecidos en Mathausen estos 6.000 combatientes rojos, trabajadores (¡); all¨ª est¨¢n para siempre¡±.
Fr¨¢gil campo de la muerte
Birkenau es una gran intemperie. Unos ra¨ªles, que parten el campo, conduc¨ªan a la c¨¢mara de gas aunque los pasajeros de aquellos trenes cre¨ªan en realidad que desfilaban hacia puntos de aseo y desinfecci¨®n. A diferencia del primero, donde en parte se utilizaron instalaciones preexistentes, este campo naci¨® para matar a jud¨ªos, gitanos y enemigos pol¨ªticos del Tercer Reich.
Sus construcciones, que comenzaron en octubre de 1941, son m¨¢s precarias y necesitadas de conservaci¨®n. Una de las primeras intervenciones financiadas gracias al Fondo Perpetuo se ha destinado a restaurar los barracones de ladrillo de las mujeres, que se encontraban en p¨¦simas condiciones por su fr¨¢gil estructura y tambi¨¦n por las caracter¨ªsticas del suelo.
Hay tambi¨¦n edificaciones de madera, como la destinada a letrina colectiva, donde se hacinaban los presos en horas prefijadas y sin ninguna intimidad. Eran muchos los que suspiraban por integrarse en el comando de limpiadores de v¨¢teres. La posibilidad de supervivencia crec¨ªa: ol¨ªan tan mal que los guardias no sol¨ªan acercarse a ellos y, en mitad de la g¨¦lida llanura, donde las temperaturas descienden hasta los 17 grados bajo cero en invierno, pasaban las horas bajo techo.
El Museo dedica tambi¨¦n una especial atenci¨®n al cuidado de los archivos, que suministran m¨¢s informaci¨®n para la Historia, y los miles de objetos dejados en Auschwitz por las v¨ªctimas y sus verdugos.
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