Talento, oficio y elefantiasis
El mundo inquietante, g¨®tico y violento de Joyce Carol Oates vuelve en 'Carthage'. Mantiene la astucia para sorprender, pero tambi¨¦n el af¨¢n por lo accesorio
Comentar la nueva novela de este portento de la narrativa llamada Joyce Carol Oates (Lockport, Nueva York, 1938) exige a priori decidir. En este caso sobre si vas a exhibir ante ella, como un espantajo, los t¨®picos temas de cr¨ªtico holgaz¨¢n. Lo de la eterna candidata al premio aquel. Lo de que es demasiado prol¨ªfica y adem¨¢s sobre los mismos temas (del tipo "no, Dickens, otro libro m¨¢s sobre hu¨¦rfanos, no, por favor"). Y, la joya de la corona, el uso particular de la violencia que hizo que escritores machotes como Norman Mailer la admitieran como una igual (?!). Intentaremos sortear esos amarres.
A su nombre y bajo seud¨®nimos, Oates es autora de m¨¢s de un centenar de novelas, libros de relatos, poes¨ªa, teatro y ensayo. Desde sus inicios ha sido constante el gotear de novelas que le han llevado a edificar un mundo cada vez m¨¢s personal, g¨®tico, inquietante, violento pero siempre humanista, donde los personajes, en gran manera predestinados, hacen lo que pueden. Tratados sin ambig¨¹edad, ajenos a juicios de valor externos. La complejidad de una sociedad no es nada comparado con la complejidad del alma humana, defiende en todas y cada una de sus obras Joyce Carol Oates. Estuvo all¨ª con lo m¨¢s grandioso de la narrativa estadounidense del siglo XX. De Truman Capote ¡ªque la odiaba¡ª a los Updike, Roth o Bellow, sobreviviendo en fuerza y proyecto literario a todos ellos que han fallecido o est¨¢n agotados en la cuneta. Con su pinta de ama de llaves de la casa Usher (en los setenta/ochenta no solo la odiaba Capote: tambi¨¦n su ¨®ptico), ha cincelado libros prodigiosos como dar la vuelta al calcet¨ªn Monroe (Blonde), las sucesivas cuentas familiares sin pagar (Mam¨¢, Ave del para¨ªso, muchos de los soberbios cuentos de Infiel, Las hermanas Zinn, La hija del sepulturero) y nunca dejando de dar cobijo a temas contempor¨¢neos de la sociedad norteamericana (belicismo, pena de muerte, violencia end¨¦mica, religi¨®n, sexualizaci¨®n) y universales (soledad, desarraigo, adolescencia, venganza, desamparo, sexo). Una obra solvente que en Espa?a han venido sirviendo desde la editorial Laertes, Punto de Lectura, Lumen, Versal y, en los ¨²ltimos a?os, Alfaguara.
Oates tiene mucho talento. Son los suyos libros edificados, levantados a pulso. Bien narrados, con personajes casi siempre en un coro de habitaciones estancas en que se ven, se escuchan, conviven, pero a cada uno de ellos le va creciendo hacia dentro una mampara que les a¨ªsla del resto. Oates es tan grande que, como los buenos narradores y los buenos demiurgos, entiendes a todos y entiendes todo. Al agresor y a la v¨ªctima. A las causas y a los efectos. A la historia de los hechos y a la de los sue?os y las renuncias. Y donde no le llega el talento lo suple una tonelada de oficio. Sabe esconder las cartas, llamar la atenci¨®n del lector cuando le ha distra¨ªdo demasiado, cortar, trocear y servir una l¨ªnea narrativa que a veces te sustrae de leer porque deja que la imagines.
Hubo un cr¨ªtico que compar¨® su literatura con el impacto de una pelota de baloncesto en la cara cuando no te la esperas. Esos instantes en que la violencia aparece, golpea y necesitas tiempo para recuperar tus puntos de referencia. Eso tan dif¨ªcil y que ella hace tan bien. Esta escritora de casi 80 a?os no ha perdido el toque, la malvada astucia de saberte distra¨ªdo en la cancha para saber que ¨¦se es el preciso momento de pasarte la pelota. Pero tambi¨¦n est¨¢ lo otro. La elefantiasis. ?sta consiste en un s¨ªndrome que conlleva el aumento enorme de algunas partes del cuerpo, generalmente las extremidades inferiores. Es decir, aplicado a ella, algunas partes de las novelas le crecen casi siempre con exceso.
Carthage empieza con la desaparici¨®n de la menor de las hijas de la familia Mansfield. Las sospechas enseguida recaen sobre un excombatiente
Quiz¨¢ sea una voluntad de incluir temas accesorios ¡ªque su oficio siempre encuentra un nexo con la trama principal aunque a veces peregrino¡ª, de parecer que se est¨¢ en el hoy y en el ahora o una autoflagelaci¨®n por la documentaci¨®n movida y no necesitada. Lo cierto es que esas, a veces, cientos de p¨¢ginas bien escritas pero digresivas, casi caprichosas que hacen que una gran novela quede en una buena novela o est¨¦ a punto de naufragar si no fuera por lo de antes. El talento y el oficio. Y Carthage, la nueva entrega, tiene todo de eso.
Carthage empieza con la desaparici¨®n de la menor de las hijas de la familia Mansfield. Las sospechas enseguida recaen sobre un excombatiente en Irak. Un buen tipo que vuelve reventado moral y f¨ªsicamente de la contienda, y ello acarrea el fin del compromiso matrimonial con la hermana mayor de la desaparecida. El perfil psicol¨®gico, sus motivaciones, el r¨ªo helado o pura lava que discurre por dentro de la docena de personajes relevantes es, como siempre, excelente, l¨²cido, de flecha en el coraz¨®n de la manzana. El cambio de foco de v¨ªctimas a responsables, de responsables a m¨¢rtires, de hombres y mujeres cegados (por la fe, por la injusticia, por el dolor, por la desubicaci¨®n, la venganza o el desamor) est¨¢ llevado con temple as¨ª como los distintos avatares de la trama principal (desaparici¨®n, b¨²squeda, prisi¨®n, falsa expiaci¨®n de unos y otros).
En algunos casos se fuerza y retuerce el mecanismo del mu?eco en la caja ¡ªdel mismo modo que Roth en La mancha humana con quien tiene tambi¨¦n otras similitudes¡ª, pero es salvado por la autora. Lo que no se le perdona son esas cien o doscientas p¨¢ginas sobre la visita al centro penitenciario, la vida de personajes secundarios, el d¨ªa a d¨ªa en Irak. Temas que bien podados de p¨¢ginas pueden cimentar el comportamiento de los personajes, pero en su integridad consiguen que de poder estar hablando de un novel¨®n lo hagas de otra novela de Oates. De ¨¦sas que lees con enjundia, pero tambi¨¦n anhelando unas tijeras.
Carthage. Joyce Carol Oates. Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis L¨®pez Mu?oz. Alfaguara. Madrid, 2014. 536 p¨¢ginas. 19,50 euros (digital: 9,99)
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