Un paseo con Manuela Mena por el Madrid de Goya
La comisaria de la exposici¨®n que dedica el Prado al pintor explica su huella en la capital
Manuela Mena (Madrid, 1949) es, desde 2001, responsable de Conservaci¨®n de Pintura del Siglo XVIII y Goya del Museo del Prado. Vinculada a la pinacoteca desde 1978, a?o en que empez¨® a trabajar como becaria, conoce como pocos los fondos del Prado, pero su conocimiento m¨¢s profundo y exhaustivo se centra en la obra de Goya. A trav¨¦s de numerosas exposiciones en las que ha sido comisaria, Mena ha mostrado no solo la obra, sino la personalidad del artista, con especial empe?o en acabar con las muchas visiones interesadas que se han publicado sobre el pintor. Tal ha sido la dedicaci¨®n de Mena a Goya que sus lazos van m¨¢s all¨¢ del mero trabajo de investigaci¨®n y estudio, como lo prueba la emocionada presentaci¨®n que hizo del artista para la exposici¨®n Luces y Sombras en 2011. Al referirse a su exilio en Burdeos, ya enfermo y al final de su vida, las l¨¢grimas estrangularon durante unos instantes la voz de la conservadora.
Dicho lo anterior, nadie mejor que Mena para hacer un recorrido por los lugares esenciales de Madrid donde se atesora la obra de Goya. Aunque nacido en Fuendetodos (Zaragoza), Goya hizo su vida y su obra b¨¢sicamente en Madrid. Aqu¨ª lleg¨® hacia 1766, con solo 18 a?os y ansioso por pintar y recibir encargos en una ciudad que era la capital de Espa?a y de las colonias americanas y en la que Carlos III hab¨ªa empezado sus reformas.
Museo del Prado
El punto de partida del recorrido es el Museo del Prado. Son las 8.15 de la ma?ana y Manuela Mena ha escogido una obra muy especial: La familia de Carlos IV (1800), un cuadro considerado como la culminaci¨®n de todos los retratos pintados por Goya en esta ¨¦poca y la primera obra del artista que entr¨® en el museo. El Prado posee 150 pinturas, m¨¢s de 500 dibujos, las series completas de Los Caprichos y Los Disparates y un fondo documental esencial como es la correspondencia con su amigo Mart¨ªn Zapater.
Con una soltura que demuestra que Mena domina cada rinc¨®n de la casa, gu¨ªa al grupo de periodistas de EL PA?S por la imponente galer¨ªa central del museo, a esas horas cerrada al p¨²blico. Al pasar ante el espacio dedicado a Vel¨¢zquez, presidido por Las Meninas, pide que pongamos atenci¨®n porque hay mucho de esta obra que vamos a ver en el grandioso retrato real de Goya. En ambos cuadros, los protagonistas parecen estar rodeados de la misma niebla dorada; tambi¨¦n en ambas el artista se ha autorretratado, pero cada uno tiene una manera de diferente de tratar a los protagonistas.
Mena se?ala qui¨¦nes son cada uno de los personajes de este gran ¨®leo (2,80 metros x 3,40 metros), tal y como se recoge en el cat¨¢logo del Prado. En La familia de Carlos IV aparecen de izquierda a derecha, Carlos Mar¨ªa Isidro, hijo de Carlos IV y Mar¨ªa Luisa de Parma; el primog¨¦nito, Fernando VII; Goya pintando al fondo a la izquierda; Do?a Mar¨ªa Josefa, hermana de Carlos IV; un personaje con la cara emborronada que podr¨ªa ser la desconocida futura esposa de Fernando cuando ¨¦ste contrajera matrimonio, por lo que aparece con la cabeza vuelta; Mar¨ªa Isabel, hija menor de los reyes; la reina Mar¨ªa Luisa de Parma en el centro de la escena, como se?al de poder, ya que era ella la que llevaba las riendas del Estado a trav¨¦s de Godoy; Francisco de Paula de la mano de su madre, de ¨¦l se dec¨ªa que ten¨ªa un indecente parecido con Godoy; el rey Carlos IV, en posici¨®n avanzada respecto al grupo; tras el monarca vemos a su hermano, don Antonio Pascual; Carlota Joaquina, la hija mayor de los reyes, s¨®lo muestra la cabeza; cierra el grupo don Luis de Parma; su esposa, Mar¨ªa Luisa Josefina, hija tambi¨¦n de Carlos IV; y el hijo de ambos, Carlos Luis, en brazos de su madre.
Ante el deslumbrante cuadro, Manuela Mena cuenta que, seg¨²n la correspondencia de Godoy, se trata de un encargo no oficial. En abril de 1800, la reina escribe a Godoy desde Aranjuez dici¨¦ndole que lleve all¨ª a Goya para organizar un modo de trabajo que evite el tener que pasar demasiado tiempo posando. El pintor se traslad¨® a la ciudad madrile?a para tomar estudios del natural a cada uno de ellos, entre el 15 de mayo y el 10 de junio. Cada uno fue realizado en una ma?ana. A mediados de junio volvi¨® a su taller madrile?o y en noviembre, el cuadro, con su marco y bastidores, estaba terminado.
"Todo es excepcional en esa alegor¨ªa regia", comenta Mena. "Hay quien lo ha interpretado como un insulto a los reyes, pero ellos no lo recibieron como tal. Con 50 a?os, le hab¨ªan nombrado a Goya pintor de c¨¢mara. Godoy era un gran admirador suyo. Si ellos hubieran visto esa burla, hubieran rechazado el cuadro. Goya retrat¨® a Carlos III, Carlos IV y Fernando VII. Retrataba la personalidad ¨ªntima de sus modelos y el estatus que ocupaban. Cumpl¨ªa el encargo, pero es cierto que trascend¨ªa mucho m¨¢s de lo que puede que sus protagonistas quisieran".
Antes de abandonar el Prado, Manuela Mena propone una breve parada ante los impresionantes cuadros dedicados a los fusilamientos del 3 de mayo de 1808 en Madrid (1813-14). Mena contempl¨® por primera vez el cuadro con solo 3 a?os, una visi¨®n que le provoc¨® terribles pesadillas. Ahora nos cuenta que los dos cuadros se hicieron por encargo de Fernando VII, y que Goya, desde su vivienda en La Quinta del Sordo, en la ribera del Manzanares, hab¨ªa sido testigo de los desastres de la guerra. Isidro, el jardinero del pintor, cont¨® que Goya vio los fusilamientos en la monta?a de Pr¨ªncipe P¨ªo desde la ventana de su casa, ayudado por un catalejo y que por la noche le acompa?¨® para ver a los fusilados a¨²n insepultos. All¨ª mismo, Goya abri¨® su carpeta, sac¨® el l¨¢piz, el cart¨®n y se puso a dibujar.
Fundaci¨®n L¨¢zaro Galdiano. Calle de Serrano, 112
La siguiente parada es la Fundaci¨®n L¨¢zaro Galdiano, el museo que acoge m¨¢s de 4.000 piezas legadas al Estado por el editor y coleccionista Jos¨¦ L¨¢zaro Galdiano. Admirador de la pintura de Goya, L¨¢zaro sum¨® nada menos que ocho pinturas (El Aquelarre, Las Brujas¡), primeras y segundas ediciones de las estampas, dibujos y varias cartas a Mart¨ªn Zapater. Mena escoge el boceto del cart¨®n para tapiz titulado La era o El verano (1786). Es una escena campesina cotidiana en la que los personajes descansan sobre la paja despu¨¦s de haber trabajado duro. Mena no solo destaca la poes¨ªa y el realismo de la escena, sino tambi¨¦n su modernidad. El polvo dorado de la paja recorre los rostros de quienes se acaban de despertar o de quienes dormitan. "En los bocetos era muy libre y expresivo y en el cart¨®n est¨¢ m¨¢s contenido. En esta escena, que se produce a mediados de agosto, los trabajadores ya han recogido el grano y est¨¢n repanchigados sobre la paja, al fondo se ve una tormenta amenazadora. Goya siempre narra historias. Otros, en cambio, se conforman con ser puramente decorativos".
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Calle de Alcal¨¢, 13
Goya fue miembro de la Academia desde 1780 . En el museo se conservan 13 pinturas entre las que se encuentran dos Autorretratos, La corrida de toros, los retratos de Morat¨ªn, Juan de Villanueva y de la actriz La Tirana, Escena de la Inquisici¨®n, Procesi¨®n de flagelantes y El entierro de la sardina. En la Academia, el papel de gu¨ªa lo ejerce la conservadora jefe del museo, Mercedes Gonz¨¢lez Amez¨²a, quien recuerda que Goya fue elegido por unanimidad para entrar en la Academia y que lo hizo con una pintura en la que representaba un Cristo en la cruz bastante fr¨ªo. En 1885, pas¨® a ser teniente de pintura (equivalente a director adjunto). Poco despu¨¦s proclam¨® que no hab¨ªa reglas para la pintura.
Trabajador incansable, pinta con la vitalidad de un muchacho. Ante La corrida de toros, asegura que lo que m¨¢s fascinaba a Goya era la fuerza arrolladora del animal y a?ade que, seg¨²n Morat¨ªn, Goya lleg¨® a dar algunos capotazos, pero que situaba la fiesta entre esas costumbres que hac¨ªan de Espa?a un pa¨ªs atrasado y necesitado de reformas.
Sobre la escalofriante Escena de la Inquisici¨®n (1812-19), recuerda Gonz¨¢lez Amez¨²a que Goya tuvo problemas con el Santo Oficio y sufri¨® varios interrogatorios a prop¨®sito de La maja desnuda (1795-1800), obra que ahora pertenece a El Prado, pero que estuvo depositada en dependencias del Tribunal de la Inquisici¨®n hasta el 28 de noviembre de 1814.
En la Calcograf¨ªa se encuentran las m¨¢s de 200 planchas que realiz¨® Goya sobre los Caprichos, la Tauromaquia, los Disparates o los Desastres de la guerra que, por motivos de conservaci¨®n, no han sido reproducidas desde hace m¨¢s de cuarenta a?os. Algunas de ellas se exponen en una sala especial.
Banco de Espa?a. Alcal¨¢, 48
El banco cuenta con el conjunto de retratos que se le encarg¨® a Goya entre 1785 y 1788, y que representan a Carlos III, a Francisco Javier de Larrumbe, al marqu¨¦s de Tolosa, al conde de Altamira, a Jos¨¦ de Toro y Zambrano y al conde de Cabarr¨²s. El conde de Floridablanca y el conde de Gausa tambi¨¦n fueron pintados, pero estos retratos no fueron heredados del Banco de San Carlos, sino adquiridos por el Banco de Espa?a en el siglo XX. A diferencia de las anteriores visitas, aqu¨ª el acceso no es directo, sino que hay que hacer una solicitud escrita al servicio de Comunicaci¨®n de la entidad.
Los retratos cuelgan en el sal¨®n dedicado a actos institucionales y a ¨¦l se accede atravesando largos pasillos decorados con lujoso mobiliario y obras de arte, incluidos autores contempor¨¢neos. Puestos a destacar uno de los retratos, Mena escoge el de Francisco de Cabarr¨²s, inspirado en el del buf¨®n Calabazas de Vel¨¢zquez, aunque aqu¨ª el negro profundo del sevillano es reemplazado por el verde manzana.
Ermita de San Antonio de la Florida (Glorieta de San Antonio de la Florida,5)
El recorrido acaba en la ermita de San Antonio de la Florida, considerada la obra cumbre de su pintura mural. En contra de la tradici¨®n, Goya decidi¨® representar un episodio de la vida de San Antonio en la c¨²pula, lugar reservado para la escena celestial, que en este caso se sit¨²a con un coro de ¨¢ngeles en las zonas bajas. Puestos a ser original, eso ¨¢ngeles son femeninos, son ¨¢ngelas, y pasean junto a otros personajes por las b¨®vedas y paramentos a ambos lados de las ventanas. "Es un alarde de su dominio de la t¨¦cnica del fresco. La escena elegida es un milagro de San Antonio, seg¨²n el cual, el padre fue acusado de asesinar a un hijo. San Antonio lo salva resucitando a un muerto. El padre queda libre y detienen al aut¨¦ntico asesino. Todos los que aparecen sobre la barandilla van vestidos a la moda del momento y al fondo se ve un paisaje monta?¨¦s y seco".
El interior de la ermita tiene otro motivo de peregrinaci¨®n: la sepultura dedicada Goya. Pero Mena no cree que la l¨¢pida cubra los aut¨¦nticos restos del artista. "Se sabe a ciencia cierta que la cabeza no est¨¢. Puede que alguno de los huesos le corresponda, pero no hay nada claro. En Burdeos fue sepultado en el pante¨®n de la familia Goicoechea y ah¨ª se mezclaron todos los restos. En todo caso, es un buen sitio para rendirle homenaje".
Goya muri¨® en Burdeos el 16 de abril de 1828, con 85 a?os. A la ciudad francesa se hab¨ªa trasladado harto de las presiones inquisitoriales en una Espa?a en la que se expurgan las bibliotecas y se alaba al tirano como a un Dios. Viejo y enfermo, no para, sin embargo, de experimentar nuevas t¨¦cnicas y temas. Lo que m¨¢s le pesa es la a?oranza de su hijo Javier, el ¨²nico superviviente de los siete que tuvo con Josefa Bayeu. Durante la celebraci¨®n de una visita de su hijo y su familia, Goya se sinti¨® indispuesto. Muri¨® 13 d¨ªas despu¨¦s.
Han pasado m¨¢s de seis horas desde el comienzo del recorrido por los santuarios de Goya en Madrid y hay que terminar. Pero la lista de lugares para admirar la huella del maestro es m¨¢s amplia. No es mal ep¨ªlogo, en todo caso, terminar con una tormenta de hojas junto a la Ermita y bajo un cielo azul como los que ¨¦l pintaba para dar un respiro ante la visi¨®n de la Espa?a m¨¢s oscura.
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