Sonrojo en el pueblo

Elogio de lo rural, el pueblo como para¨ªso perdido, apoteosis del regreso a la infancia. No son pocas las producciones recientes que se han instalado en la tesitura, sobre todo comedias europeas, con la francesa Bienvenidos al Norte como buque insignia, y ah¨ª parece querer llegar Dos a la carta, segundo largometraje de ficci¨®n de Robert Bellsol¨¤, que tambi¨¦n lo escribe. Pero el concepto de pel¨ªcula de Bellsol¨¢ est¨¢ claramente agotado desde hace tiempo: se supone que, filmada en catal¨¢n y castellano, la versi¨®n que se exhibi¨® a la prensa era enteramente en espa?ol, con algunos de los protagonistas dobl¨¢ndose a s¨ª mismos, y otros que por miedo ante el peligro o por falta de tiempo no lo han hecho, como Sergi L¨®pez.

Un desaguisado vocal que, eso s¨ª, va en consonancia con una historia cuyo humor no va m¨¢s all¨¢ del de un mal episodio de una mala serie de televisi¨®n semanal, de esas en las que los guionistas tienen que elaborar gags a la excesiva velocidad que imponen los ritmos de la peque?a pantalla, y en la que s¨®lo se salva el trabajo fotogr¨¢fico de Mart¨ªn Gonz¨¢lez Damonte, que le otorga una imagen de una calidad muy por encima del resto de apartados t¨¦cnicos y narrativos. Incluso da la impresi¨®n de que ni siquiera sus propios responsables conf¨ªan demasiado en el tir¨®n comercial del producto en s¨ª y deben apelar a aspectos colaterales, como por ejemplo anunciar en sus cr¨¦ditos iniciales los cameos (Santi Mill¨¢n, Joan Roca, Carlos N¨²?ez...), una figura que, por definici¨®n, deber¨ªa contener la sorpresa y que aqu¨ª encuentra una nueva y lamentable concepci¨®n por anticipaci¨®n.