El Coliseo recupera el color del Imperio
El anfiteatro romano est¨¢ siendo restaurado gracias a un patrocinio con una empresa privada
Desde la cornisa m¨¢s alta del Coliseo, a la que solo se puede acceder a trav¨¦s del andamio colocado para su restauraci¨®n, se disfruta de una vista maravillosa de la ciudad de Roma. Los 42 metros de altura y una ma?ana transparente permit¨ªan el viernes pasado divisar el monte Mario ¡ªla colina m¨¢s alta de la ciudad¡ª, la bandera del palacio del Quirinal, la c¨²pula de la bas¨ªlica de San Pedro, el Pante¨®n de Agripa e incluso, ah¨ª abajo, la fachada rojiza del ¨¢tico de Gep Gambardella, el protagonista de La gran belleza. Pero tambi¨¦n, a vista de p¨¢jaro, mientras la conservadora Cinzia Conti, la arquitecta Pia Petrangeli y el ingeniero Stefano Podest¨¤ explicaban con pasi¨®n sus esfuerzos por resta?ar las heridas que los siglos y los hombres han ido causando al anfiteatro romano, se dispon¨ªa de una clara perspectiva de la estupidez humana. Dos patrullas de los Carabinieri llegaban a toda prisa para detener a un turista ruso de 42 a?os que, utilizando una piedra afilada, hab¨ªa grabado la inicial de su apellido, una ka de considerables dimensiones, sobre un muro de la casa de los gladiadores.
El ¡°se?or K¡±, que coron¨® su visita a Roma durmiendo en los calabozos, no es m¨¢s que el heredero de una rancia estirpe de b¨¢rbaros que, confabulados con el incendio del a?o 217 o con el terremoto de 1349, se fueron encargando de desmoronar el anfiteatro que el emperador Vespasiano empez¨® a construir. De hecho, un buen n¨²mero de sus piedras originales fueron utilizadas para construir palacios e iglesias ¨Cincluido el Vaticano¡ª y muchas joyas del Barroco se levantaron sobre el travertino arrancado al Coliseo. De ah¨ª el dicho: ¡°Lo que no hicieron los b¨¢rbaros, lo hicieron los Barberini¡±. No fue hasta el siglo XIX que la tendencia se invirti¨® y comenzaron ¡ªaunque siempre por debajo de las necesidades¡ª las obras de restauraci¨®n. Durante los ¨²ltimos tiempos, rara era la semana que los peri¨®dicos locales no recog¨ªan alg¨²n incidente relacionado con la mala conservaci¨®n del monumento. El Estado italiano apenas lograba mantener un patrimonio infinito, su mayor gloria y tambi¨¦n su mayor verg¨¹enza cuando un pedazo del propio Coliseo o de la Fontana di Trevi se desprend¨ªa y a punto estaba de descalabrar a un turista.
De ah¨ª que la iniciativa privada, y en especial el empresario Diego Della Valle, due?o del grupo de art¨ªculos de lujo Tod¡¯s, empezara a explorar la posibilidad de arrimar el hombro. La restauraci¨®n del Coliseo, cuyo presupuesto total est¨¢ valorado en 25 millones de euros, corre a su cargo. Pia Petrangeli, la arquitecta responsable del proyecto de patrocinio, explica que ¡°la Superintendencia de Bienes Culturales de Roma sigue destinando parte de los fondos procedentes de las entradas ¡ªunos dos millones de euros al a?o¡ª a la manutenci¨®n del monumento, pero eso no es suficiente para afrontar la restauraci¨®n del Coliseo en su conjunto. Por tanto, la idea no es sustituir la labor del Estado, sino garantizar la conservaci¨®n de un monumento que nos pertenece a todos¡±. El proyecto, como explica Cinzia Conti, la responsable de la restauraci¨®n de la superficie, se puede resumir en dos fases: ¡°La primera es eliminar el dep¨®sito de suciedad que han ido dejando los siglos sobre la piedra. Y, una vez que descubrimos el verdadero color del travertino, llegamos al segundo objetivo: identificar las lesiones del monumento¡±. La limpieza, a?ade, ¡°se realiza mediante agua atomizada, que es el econ¨®micamente m¨¢s ventajoso ¡ªes agua del grifo¡ª y sobre todo, menos da?ino para la superficie. Porque la suciedad no solo nos esconde el color verdadero, sino tambi¨¦n los da?os estructurales¡±.
Y ah¨ª es donde el ingeniero Stefano Podest¨¤ entra en acci¨®n: ¡°Bajo la suciedad nos encontramos fragmentos de piedra de 20 y 25 kilos que est¨¢n a punto de desprenderse y tenemos que valorar si debemos fijarlo o si es mejor quitarlos definitivamente por el bien de la estructura general del monumento¡±. La arquitecta Petrangeli y la conservadora Conti est¨¢n de acuerdo en que en ning¨²n caso se trata de devolver el Coliseo, de forma artificial, a su estructura original, sino de respetar el paso del tiempo: ¡°El actual car¨¢cter del Coliseo es el de una estructura discontinua, una geometr¨ªa rota por el tiempo y la historia. No necesitamos repetir el pasado, sino revalorizar lo que ya tenemos¡±.
Un monumento que, ya sea desde los 42 metros de su cornisa m¨¢s alta o desde las galer¨ªas subterr¨¢neas por las que eran izados hacia la arena leones, tigres o b¨²falos, sigue ofreciendo a los miles de turistas que lo visitan cada d¨ªa fiel testimonio de la grandeza del Imperio. A pesar de los terremotos, los b¨¢rbaros propios y ajenos y la estupidez del ¡°se?or K¡±.
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