Las antinovelas
Releer en paralelo a Andr¨¦ Gide y a Julio Cort¨¢zar es todo un salto al vac¨ªo
Establecer un paralelo entre obras de ¨¢mbitos y ¨¦pocas distintos, pero con elementos comunes a ambas, es un ejercicio a todas luces aguijador. En mis lecturas del pasado verano, el azar reuni¨® a dos novelas le¨ªda una a mis veintitantos a?os, Los monederos falsos, de Andr¨¦ Gide, y la otra, Rayuela, de Julio Cort¨¢zar, cuatro d¨¦cadas despu¨¦s al poco de su aparici¨®n. Mi primera aproximaci¨®n a ellas hab¨ªa sido entusiasta y en raz¨®n de esto cal¨¦ en sus p¨¢ginas con una interrogaci¨®n dirigida no tanto al texto como a m¨ª mismo. El lector de 80 a?os no es el de 40 ni este el del aprendizaje juvenil. Si el libro es id¨¦ntico, la percepci¨®n del mismo var¨ªa y adentrarse en la relectura es dar un salto a lo desconocido.
Tanto Gide como Cort¨¢zar ten¨ªan plena conciencia de que la novela decimon¨®nica llevaba fecha de caducidad y emprendieron su aventura creativa a partir de dicha certeza. Sus novelas son contranovelas en las que la deconstrucci¨®n del material narrado equivale a una obra de ingenier¨ªa. El autor no se dirige al lector perezoso (lector hembra, dice Cort¨¢zar), sino a un c¨®mplice capaz de manejar el material que tiene entre las manos y construir mentalmente lo que se le ofrece en pleno proceso de elaboraci¨®n. El c¨¦lebre consejo gideano ¡°No aprovecharse nunca del impulso adquirido¡± citado por Cort¨¢zar gu¨ªa tambi¨¦n la cartograf¨ªa literaria del autor de Rayuela. Derribar las formas consuetudinarias en las que lo ya escrito condiciona lo que se est¨¢ escribiendo y forzar al lector a avanzar y retroceder a salto de p¨¢gina incita a una aproximaci¨®n nueva por parte de quien a su vez no acepta el tipo de lenguaje que le venden, dice Cort¨¢zar, ¡°junto con la ropa que lleva puesta y el nombre y el bautismo y la nacionalidad¡±. Leer es as¨ª reconstruir lo fragmentado y disperso por voluntad del autor.
Tanto Gide como Cort¨¢zar ten¨ªan plena conciencia de que la novela decimon¨®nica llevaba fecha de caducidad
Las reflexiones de ?douard en Los monederos falsos y de Morelli en Rayuela presentan unas conjunciones y disyunciones de indudable inter¨¦s: la novela como suma de textos diseminados, pero destinados a cristalizar en una realidad nueva y total. Las p¨¢ginas del ¡®Diario¡¯ del escritor gideano y las ¡®Morellianas¡¯ de su equivalente argentino, as¨ª como las disquisiciones de los pataf¨ªsicos del Club de las Serpientes de este, son variaciones en torno al proceso de ruptura con lo ya dicho y escrito. Si el personaje de Gide muestra un voluntario distanciamiento de las vanguardias art¨ªsticas que favorece por oportunismo el antih¨¦roe Passavant, el de la novela de Cort¨¢zar con las citas incorporadas de Ana?s Nin, Artaud, Bataille¡ (pero tambi¨¦n de Lezama Lima y Octavio Paz) revela la afinidad de sus planteamientos con aquella ante el envejecimiento del mundo novelesco al que se adscriben los escritores atentos tan s¨®lo al tema de la obra y no a una antiest¨¦tica que pone en tela de juicio su propia estructura narrativa.
En el ¡®Tablero de direcciones¡¯ que precede el texto de Rayuela, Cort¨¢zar concede al lector una lectura alternativa a la habitual que trastorna las reglas de esta: brincar adelante o atr¨¢s en un incentivo ejercicio de gimnasia mental. Como dice Sa¨²l Yurkievich en su nota a la cuidada edici¨®n de Galaxia Gutenberg, ¡°frente al orden cerrado y conc¨¦ntrico, un orden abierto, descentrado y centr¨ªfugo¡±. Dicha concepci¨®n revela m¨¢s de un punto de contacto con la de Gide en su Journal des Faux-monanayeurs y la inclusi¨®n en el volumen antes mencionado del ¡®Cuaderno de bit¨¢cora¡¯ de Rayuela multiplica a¨²n los paralelismos entre los dos libros. Las dudas, vacilaciones, tachaduras exponen a la luz el proceso de elaboraci¨®n de ambas novelas antinovelas en su rechazo de la lectura lineal y el prop¨®sito de conferir una mayor autonom¨ªa a cada secuencia narrativa independientemente de su inserci¨®n en el conjunto.
La presencia en Los monederos falsos de fragmentos de la novela del mismo t¨ªtulo escrita por ?douard cumple una funci¨®n disociativa que no encaja en la tradicional inserci¨®n del relato dentro del relato como en Sherezade, Boccaccio y Cervantes y prefigura la voluntad antiest¨¦tica de Cort¨¢zar, si bien en un caso como en el otro los autores no han eliminado de sus di¨¢logos los ¨²ltimos vestigios de teatralidad: los consabidos guiones y los dijo, contest¨®, encendi¨® un cigarrillo, etc¨¦tera. Su empresa de demolici¨®n de la novela burguesa ¡ªde sus ¡°tentativas de liberaci¨®n¡± de ella en palabras de Julio Ortega¡ª no se acompa?a de una creaci¨®n que la deja atr¨¢s como es el caso de Joyce, Proust y C¨¦line. La seducci¨®n de Rayuela, como la de la novela de Gide, es de un orden distinto. Tras mi relectura de ambas acudi¨® a mi memoria una frase de El tiempo recobrado que resume mi actual percepci¨®n de los dos libros: ¡°Una obra en la que hay teor¨ªas es como un objeto que lleva consigo la etiqueta del precio¡±.
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