Am¨¦rica en un rinc¨®n
Un museo estatal de Madrid expone 25.000 piezas de la historia del continente
En una esquina rec¨®ndita del distrito de Moncloa en Madrid y alejado de las principales y tur¨ªsticas galer¨ªas de arte, hay un monasterio que esconde todo un continente. El Museo de Am¨¦rica, inaugurado por el dictador Francisco Franco en 1941 ¡ªaunque no fue hasta 1965 cuando ocup¨® su lugar actual¡ª, expone de manera permanente el 10% de las m¨¢s de 25.000 piezas que atesora para difundir la historia de Am¨¦rica a trav¨¦s de tres ¨¢reas: etnolog¨ªa, la ¨¦poca precolombina y colonial.
El Museo de Am¨¦rica arropa en sus muros a las sociedades americanas antes de la conquista europea, las exhibe durante el choque cultural y muestra el mestizaje como resultado de un sincretismo religioso y social. Es la aleaci¨®n entre aquel sol que sale destrozado todas las ma?anas, porque ha tenido que combatir durante la noche contra los dioses del inframundo, y los sacerdotes, que con un diccionario en una mano y un rosario en la otra buscaron imponer el modo de vida y la est¨¦tica grecolatina.
¡°Hoy por hoy esta es la colecci¨®n m¨¢s importante sobre historia y arqueolog¨ªa americana que hay en Europa¡±, asegura F¨¦lix Jim¨¦nez Villalba, subdirector del museo. El objetivo inicial del edificio era ensalzar la labor colonial espa?ola. ¡°Se construy¨® para enaltecer la evangelizaci¨®n en Am¨¦rica, para mostrar esos falsos t¨®picos de 'les llevamos la religi¨®n y la lengua' como si fuesen mudos¡±, bromea este arque¨®logo madrile?o, de 61 a?os, que trabaj¨® durante 14 excavando en distintos pa¨ªses latinoamericanos. En 1983, con la entrada de Jim¨¦nez en el museo y el aniversario de la llegada de los europeos a Am¨¦rica, el personal decidi¨® cambiar el rumbo del discurso museol¨®gico.
Desde entonces la colecci¨®n est¨¢ dividida en dos plantas y cinco ¨¢reas: conocimiento, continente, sociedad, religi¨®n y comunicaci¨®n. ¡°El montaje es, ante todo, antropol¨®gico. Para conseguir abordar tan inmenso continente decidimos que el discurso fuese tem¨¢tico y nos alejamos de lo puramente cronol¨®gico¡±, explica el subdirector. Mar¨ªa Dolores Medina Bleda, una de las encargadas de la conservaci¨®n de las obras, presume de que el museo cuenta con esculturas, objetos y pinturas no solo de Am¨¦rica Latina, sino tambi¨¦n del Pac¨ªfico. ¡°La historia de Espa?a en Australia o Filipinas es algo que poca gente conoce¡±, asegura esta madrile?a de 63 a?os en un laboratorio que tambi¨¦n forma parte del museo, junto a una biblioteca especializada y unas cuantas salas para exposiciones temporales y actos.
La obra de m¨¢s reciente adquisici¨®n fue comprada la semana pasada por 3.500 euros. Es un retrato femenino de autor desconocido de la segunda mitad del siglo XVIII pintado en M¨¦xico. ¡°No se sabe qui¨¦n es la retratada, pensamos que es una cortesana. Es una pieza muy importante porque hay muy pocas pinturas femeninas. Le llamaremos Retrato de una Dama¡±, explica Ana Zab¨ªa, una de las responsables de buscar y comprar obras en subasta.
Pese al ¨¦xito de la instituci¨®n, la telara?a de la crisis ha envuelto al museo, y los tijeretazos han obligado a que la exposici¨®n, de entrada gratuita, reduzca su horario de visitas hasta en 20 horas semanales. A pesar de los recortes en personal y de su rec¨®ndita ubicaci¨®n, el monasterio de ladrillos rojos, alt¨ªsimos techos y b¨®vedas de crucer¨ªa, traslada al visitante hasta un continente que a veces resulta desconocido, y otras, completamente familiar.
Es la colecci¨®n m¨¢s importante de Europa¡±, asegura el subdirector Jim¨¦nez
La mayor¨ªa de las piezas datan del siglo XVIII, ¨¦poca en la que surgieron los Reales Gabinetes de Historia Natural. Sirvi¨¦ndose de objetos, mapas y una sucesi¨®n de textos de cronistas, las primeras salas explican c¨®mo llegaron todas esas piezas hasta Espa?a y por qu¨¦ el inter¨¦s de cruzar el Atl¨¢ntico. Despu¨¦s, tras atravesar una larga maqueta del continente americano que se extiende a los pies del espectador, se abre un espacio donde se muestran los distintos aportes ¨¦tnicos que han contribuido a formar la Am¨¦rica actual.
En la segunda planta se expone una colecci¨®n de objetos del d¨ªa a d¨ªa, peque?os retratos de un tiempo y una sociedad: artesan¨ªas, joyas, pinturas, y diferentes instalaciones que hablan de los tipos de organizaci¨®n social, econ¨®mica y pol¨ªtica de la Am¨¦rica precolombina y colonial. Y as¨ª se llega al inframundo. A las deidades, a los templos y los rituales propios de cada cultura y cada ¨¦poca para abordar la religi¨®n. Uno de los conjuntos m¨¢s interesantes es la ofrenda fundacional de Piquillacta, de la cultura Huari de Per¨² ¡ªa?o 600 al 1.000 de nuestra era¡ª. Est¨¢ formado por dos niveles. En la parte superior hay un c¨ªrculo de conchas de color rosa de spondylus, una variedad de moluscos, que se utilizaban como moneda. Abajo, 39 figurillas azules con forma humana (originalmente eran 40), cada una singularizada y dispuesta alrededor de un clavo de cobre que apunta a la ¨²nica que est¨¢ sin ropa y con las manos atadas a la espalda, la cual representa al esclavo.
La galer¨ªa despide al visitante con una de sus piezas protagonistas: el c¨®dice maya Tro-Cortesiano del periodo poscl¨¢sico tard¨ªo ¡ªentre el a?o 1.300 y 1.600¡ª, que mide casi siete metros de largo. ¡°Junto al c¨®dice de Dresde, en Alemania y el de Par¨ªs, este es uno de los m¨¢s extensos que se conservan. Es de car¨¢cter adivinatorio, est¨¢ formado por 56 p¨¢ginas por ambas caras y dividido en 11 secciones. La primera est¨¢ dedicada a la relaci¨®n de las divinidades con las fiestas; la segunda, a las cat¨¢strofes naturales, la tercera, a las fiestas de la sociedad y las ocho restantes tienen que ver con actividades econ¨®micas¡±, desarrolla el arque¨®logo. El c¨®dice simboliza el conocimiento en Am¨¦rica. En uno de los folios del c¨®dice se reconoce la cabeza de un jaguar. ¡°Es el dibujo del glifo maya Balam¡±, alcanza a descifrar Jim¨¦nez, ¡°y significa jaguar, se?or del inframundo o cham¨¢n¡±.
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