Revoluci¨®n
Francisco debe de estar convencido de que Cristo fue el primer revolucionario y se ha empe?ado en seguir su ejemplo en la farisaica Iglesia
Debe de ser muy dura la fidelidad eterna a los votos de castidad, en vista de las generalizadas urgencias de la carne y los placeres que proporciona pecar contra el sexto mandamiento. Y sospecho que por mucho que se castiguen con el cilicio tantos pastorcillos y pastorcillas de la Iglesia, el p¨¦rfido diablo les sigue alborotando con pecadoras erecciones y humedades.
Y puedes comprender algo tan humano que algunos cedan a las tentaciones recurriendo clandestinamente a las mercenarias del sexo, a los chaperos, a ciertas damas que desde el confesionario les narran y se arrepienten de su insaciable libido, al onanismo ocasional o sin tregua. O que se enamoren y sean correspondidos, que descubran que la vida est¨¢ en otra parte y decidan abandonar el sacerdocio.
Pero la tradici¨®n asegura que entre los servidores del Alt¨ªsimo siempre han abundado los que solo otorgan satisfacci¨®n a su cuerpo mediante la violaci¨®n f¨ªsica y ps¨ªquica, el abuso sobre criaturas inocentes y d¨¦biles a las que se supone deber¨ªan educar, ense?ar y proteger. Lo hac¨ªan en nombre de la ley del m¨¢s fuerte, desde el poder absoluto, desde la impunidad transparente o solapada que les proporcionaban los jefes de su gremio. Y jodieron vidas que todav¨ªa eran balbuceantes, crearon traumas a perpetuidad, profanaron la inocencia, prolongaron su felon¨ªa sobre los ni?os hasta la vejez, sin temor no ya a ser expulsados del gremio y perder la n¨®mina, sino con la seguridad de que sus atropellos jam¨¢s se har¨ªan p¨²blicos, no pisar¨ªan el trullo. Dudo que tampoco les atormentara la condena de ir al infierno por torturar a ni?os. Lo del cielo y el infierno, el premio y el castigo, sirve para alimentar la fe de sus feligreses, la base de su ancestral negocio, pero esos c¨ªnicos violadores estar¨¢n convencidos de que todo empieza y acaba aqu¨ª en la tierra.
Por ello, sigo flipando con las palabras y la actitud del tal Francisco, alguien que debe de estar convencido de que Cristo fue el primer revolucionario y se ha empe?ado en seguir su ejemplo en la farisaica Iglesia. A lo peor, tambi¨¦n termina crucificado. El sobresalto que este Papa infiel est¨¢ creando en la Iglesia de toda la vida debe de despertar odio. Y temblores a la pedofilia curil.
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