Jo Nesbo tiene los pies de gato
El autor noruego de novela negra es un adicto a escalar rocas. En la Feria del Libro de Guadalajara han tenido que localizarle pe?ascos para entrenarse
?Qu¨¦ est¨ªmulo puede encontrar en trepar una roca vertical a las siete de la ma?ana un escritor cuya serie de novela negra ha vendido m¨¢s de 20 millones de ejemplares en todo el mundo? Jo Nesbo tiene 54 a?os, es noruego, acaba de desayunar yogur, fruta y cereales en el Hilton de Guadalajara y ahora va en coche hacia una zona a las afueras de la ciudad donde hay pe?ascos para hacer escalada, su deporte-adicci¨®n favorito. Antes de venir a la Feria del Libro de Guadalajara, el autor de El leopardo le pidi¨® a su editorial, Random House, que le localizase rocas. La relaci¨®n intensa mente-cuerpo no es exclusiva de Nesbo. El japon¨¦s Murakami necesita correr varios kil¨®metros diarios all¨¢ donde est¨¦. Otro que corre cada d¨ªa es el espa?ol Javier Cercas. Vargas Llosa sale a caminar con la puntualidad de un metr¨®nomo. El italiano Erri de Luca, que fue alba?il, tambi¨¦n escala. En una ocasi¨®n, antes de ir a presentar una novela en Barcelona, le solicit¨® a su editor que encontrase un roc¨®dromo para ejercitarse. Nesbo ha escalado en Italia, Grecia, Taiw¨¢n, Australia, Nueva Zelanda, Croacia, Laos, California, Espa?a¡ Esta ma?ana se subir¨¢ por tercera vez en una semana a las rocas de Guadalajara.
El japon¨¦s Murakami necesita correr varios kil¨®metros diarios all¨¢ donde est¨¦. Otro que corre es Javier Cercas
Para Nesbo, este deporte es ¡°un placer primario¡±. Cuenta que en los a?os setenta hubo en Noruega dos fil¨®sofos que escribieron sobre la escalada. Cultivaban un pensamiento vinculado a la naturaleza y a la sencillez. ¡°A uno de ellos le preguntaron una vez cu¨¢l era la receta de la felicidad. Respondi¨® que se trataba de encontrar el gozo en cosas simples¡±. Va vestido con ropa de monta?a. Un gorro negro de lana. Unas gafas aerodin¨¢micas ahumadas. Una camiseta del Molde FK, el equipo de f¨²tbol donde jug¨® a nivel profesional entre los 17 y los 19 a?os de edad, antes de cascarse los ligamentos cruzados de las dos rodillas. Explica que la escalada arraig¨® en los setena en una Noruega que a¨²n no era el pa¨ªs boyante de la riqueza petrolera. ¡°Mucha gente viv¨ªa con el ideal de tener una casita en el campo, sin electricidad ni agua. No se aspiraba a ir de vacaciones a un hotel con todas las comodidades sino todo lo contrario: ir a una caba?a sin nada¡±, dice el escritor, un n¨®rdico fibroso de cara afilada con barba de unos cuantos d¨ªas.
El sitio de los pe?ascos est¨¢ a 40 minutos de Guadalajara, la segunda ¨¢rea metropolitana m¨¢s habitada de M¨¦xico (unos seis millones de personas). Con Nesbo ha venido desde Noruega otro amigo escalador, Erik Nerell, tambi¨¦n estrecho como una rama escandinava. Un instructor mexicano les ayuda a decidir qu¨¦ roca trepar y c¨®mo hacerlo. Antes de abordar una conocido como el Dientito, Nesbo se prepara. Se pone los pies de gato. Se acomoda las gafas y el gorro de lana. Coloca los arneses. Y, en el silencio del campo, su tintineo met¨¢lico coincide con el canto de un gallo campero.
Empieza a trepar.
Es una pared vertical y apenas tiene huecos donde enganchar los dedos de los pies. Mide unos diez metros. Al llegar a la mitad, fija una cuerda de seguridad. Respira fuerte. Se mueve con la prudencia morosa de una ara?a anciana. Cuando termina, desde arriba, dice que en los primeros minutos estuvo ¡°cagado¡± porque no lograba poner bien los pies en las grietas. Ahora se siente ¡°m¨¢s templado¡±. Dentro de unas horas debe irse al aeropuerto para viajar a Bogot¨¢, donde ya tiene a una persona encargada de situarle los pe?ascos necesarios para el disfrute del creador de uno de los personajes de moda de la novela criminal, el autodestructivo comisario Harry Hole.
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