¡°Un poema no tiene por qu¨¦ tener sentido¡±
El poeta norteamericano Mark Strand, fallecido el 29 de noviembre, habl¨® en 2012 con Babelia. La entrevista, in¨¦dita, rescata sus reflexiones sobre el g¨¦nero
Una ma?ana de mediados de septiembre de 2011 durante el Brooklyn Book Festival, Mark Strand (Prince Edward Island, Canad¨¢, 1934 - Nueva York, 2014) ley¨® en un peque?o escenario. Strand med¨ªa m¨¢s de un metro noventa, ten¨ªa un aire a estrella de Hollywood ¡ªsi las estrellas fueran en la vida real tan apuestas como en las pantallas¡ª. Discreto, con un tono cercano y distante a un mismo tiempo, aquella ma?ana en Nueva York comparti¨® tres breves "piezas en prosa". As¨ª era como a este poeta laureado de Estados Unidos, ganador del Premio Pulitzer y de la beca McArthur, entre muchos otros galardones, le gustaba referirse a sus ¨²ltimos trabajos, que reuni¨® en Casi invisible (Visor), la colecci¨®n que lleg¨® a las librer¨ªas estadounidenses a principios de 2012 y a las espa?olas esa misma primavera. Aquel fue el ¨²ltimo libro con versos nuevos de Strand, que falleci¨® el pasado s¨¢bado 29 de noviembre.
A pesar del viento, de la temprana hora y de que la poes¨ªa no es un g¨¦nero que normalmente invite a la risa, aquella ma?ana en Brooklyn las carcajadas entre el p¨²blico no cesaron. "La iron¨ªa se me da bien. Creo que tiene que ver con mi escepticismo", dec¨ªa meses despu¨¦s, en el verano de 2012, sentado en el sal¨®n de su apartamento en el barrio de Chamber¨ª en Madrid.
Puedes decir cualquier cosa que quieras de la nada, sin asumir la responsabilidad de que sea algo Mark Strand
Se traslad¨® a esta ciudad unos meses antes y trajo consigo su librer¨ªa, cuadros, alfombras navajas y kilims, y buena parte de su mobiliario, que coloc¨® en aquel inmenso piso de techos altos, molduras y ventanales. A¨²n pasaba los oto?os en Nueva York donde impart¨ªa clases en la Universidad de Columbia. "Probablemente no habr¨ªa venido aqu¨ª si no es por mi pareja, Maricruz, pero esta es una ciudad bonita y, aunque no conozco a mucha gente, soy bastante solitario por naturaleza", explicaba entonces. El traslado tambi¨¦n le permiti¨® retomar el espa?ol, un idioma que aprendi¨® en los m¨²ltiples traslados que en la infancia y adolescencia vivi¨® con su familia por Colombia, Per¨², Cuba y M¨¦xico, entre otros lugares.
Con Casi invisible, Strand, una de las voces po¨¦ticas m¨¢s dotadas, elegantes, inteligentes y personales del mundo anglosaj¨®n, rompi¨® un silencio, que hab¨ªa durado seis a?os, desde la aparici¨®n de Hombre y camello en 2005 en EE?UU. Le gustaba decir que pudo escribir aquel nuevo libro porque estaba bajo la ilusi¨®n de que era prosa. "La poes¨ªa era demasiado dif¨ªcil", explicaba. "Mi insatisfacci¨®n con los poemas que escrib¨ªa hab¨ªa llegado a tal punto que no me apetec¨ªa trabajar en ellos y ni siquiera escribirlos. Me sent¨ªa agotado de escribir poes¨ªa". As¨ª que encontr¨® una v¨ªa de escape en estas piezas en prosa, donde volvi¨® a construir el mundo extra?o, distante e inquietantemente humano que caracteriza su poes¨ªa, desde que en 1963 publicara su primer libro de versos. "Ahora me doy cuenta de que estas piezas me han hecho expandir lo que considero poes¨ªa", reflexionaba.
Tambi¨¦n retom¨® casi al mismo tiempo su faceta como pintor, su vocaci¨®n original cuando entr¨® en Yale y atendi¨® las clases de Joseph Albers. Una querencia por la pintura que, de alguna manera, respira en sus poemas y en otros trabajos, como el libro Hopper (Lumen). En un taller en Hell¡¯s Kitchen produc¨ªa ¨¦l mismo sus papeles pintados, mezclando pulpas de colores. Secos los tra¨ªa a Espa?a y ah¨ª los recortaba y pegaba.
A Strand le gustaba hablar de poes¨ªa, de la musicalidad de los versos y de c¨®mo el sonido en s¨ª mismo es parte del significado, el veh¨ªculo esencial para dotar de sentido un poema. "El poeta quiere seducir al lector para hacerle entrar en el mundo del poema, y este mundo tiene que ofrecer un ritmo distinto del que hay en el exterior. Es una forma gentil de enganchar", apuntaba. Puede que fuera por su larga carrera docente, que corri¨® en paralelo a sus versos desde sus comienzos como profesor-alumno en el Taller de Escritores de Iowa ¡ªdonde conoci¨® y trab¨® amistad con Philip Roth¡ª o puede, simplemente, que fuera resultado de una mirada ajena a los excesos verbales o sentimentales, pero Strand hablaba sobre el g¨¦nero de la poes¨ªa con la misma claridad y falta de aspavientos que recorre su obra: "Los poemas pueden ser reflexivos o invitar a la reflexi¨®n, pero tambi¨¦n pueden ser simples y ligeros, pueden ser algo grato para el o¨ªdo, una m¨²sica verbal que no tiene por qu¨¦ tener sentido. Nos olvidamos de que un poema es en primer lugar y sobre todo una experiencia, no necesariamente un veh¨ªculo para el significado. ?En la vida experimentamos tantas cosas que no entendemos! Se puede rechazar o aceptar esa experiencia sin un conocimiento de qu¨¦ es exactamente lo que hemos experimentado". Strand levant¨® una ceja por encima de la montura de sus gafas, y a?adi¨® que finalmente la mayor¨ªa de los poemas contienen significados, algo que resulta afortunado para todos aquellos que se acercan a este g¨¦nero esperando algo m¨¢s. "Es casi imposible no decir nada cuando uno usa el lenguaje", matizaba ir¨®nico.
El poeta quiere seducir al lector para hacerle entrar en el mundo del poema, y este mundo tiene que ofrecer un ritmo distinto Mark Strand
La nada es un tema recurrente en su obra, la no materia, el ni siquiera vac¨ªo, que asoma inquietante en sus versos. En los d¨ªas en los que se celebr¨® la entrevista preparaba una conferencia sobre el tema que ley¨® en unos talleres literarios en Sewanee, Tennessee, aquel verano. ?Escribir sobre la nada no es una contradicci¨®n? "Lo cierto es que es un asunto bastante atractivo porque puedes decir cualquier cosa que quieras de la nada, sin asumir la responsabilidad de que sea algo", dijo con media sonrisa.
A partir de la cita de Dickens con la que se abre Casi invisible ("Caballeros", respondi¨® el se?or Micawber, "hagan conmigo lo que les plazca. No soy m¨¢s que una brizna en la superficie del mar, y soy lanzado en todas direcciones por los elefantes ¡ªdisculpen: deb¨ª decir por los elementos"), la proximidad entre lo serio y lo rid¨ªculo atraviesa esas p¨¢ginas: "S¨ª, unas pocas s¨ªlabas pueden marcar la diferencia entre lo absurdo y lo abismal. El humor y la seriedad est¨¢n a veces unidos inextricablemente", apunt¨®.
Strand defend¨ªa la idea de que la experiencia en un poema se produce cuando el mundo y la identidad del poeta se encuentran, en lo que describ¨ªa como un espacio "m¨ªnimamente diminuto". ?l recordaba como un momento feliz su realidad cotidiana durante los ocho meses que pas¨® escribiendo Casi invisible. "Me permit¨ª ser tan prosaico o humor¨ªstico como quisiera, sin preocuparme sobre si esto era o no poes¨ªa. Hay par¨¢bolas, bromas, cuasipoemas, hay muchos disfraces", explicaba. Por ejemplo, en ¡®Eternidad provisional¡¯ escribi¨®: "Un hombre y una mujer en la cama. ¡®S¨®lo una vez m¨¢s¡¯, dijo el hombre, ¡®s¨®lo una vez m¨¢s¡¯. ¡®?Por qu¨¦ sigues diciendo eso?¡¯, dijo la mujer. ¡®Porque no quiero que termine nunca¡¯, dijo el hombre. ¡®?Qu¨¦ es lo que no quieres que termine?¡¯, dijo la mujer. ¡®Esto¡¯, dijo el hombre, ¡®este no querer que termine nunca".
El esp¨ªritu l¨²dico, puro Strand destilado con su peculiar mezcla de abismo existencial y humor, cala en los versos de este ¨²ltimo libro, el primero que alter¨® su m¨¦todo de afrontar la escritura. Por primera vez, Strand arranc¨® con una lista. "Antes cuando escrib¨ªa poemas, me rebanaba la cabeza pensando en los t¨ªtulos para acabar con algo tan banal como ¡®la noche¡¯ o ¡®la puerta", dec¨ªa fingiendo un tono ampuloso. Pero con Casi invisible dej¨® de lado la autocensura, se solt¨® y prob¨® cosas m¨¢s extravagantes. Ah¨ª est¨¢n como prueba los t¨ªtulos de las piezas en prosa o poemas ¡®Un banquero en el burdel de las mujeres ciegas¡¯ y ¡®El trabajador social y el mono¡¯.
Un poema es en primer lugar y sobre todo una experiencia, no necesariamente un veh¨ªculo para el significado Mark Strand
Entre el microrrelato y el poema surgi¨® el extra?o, divertido, inteligente y profundo territorio de Casi invisible. Pero Strand a pesar de todo esto, de la mezcla que parec¨ªa regir su libro, se declaraba a favor de la diferenciaci¨®n entre g¨¦neros: la ca¨ªda de las barreras es liberador, claro, pero le gustaba la idea, por ejemplo, de que existiera la escultura y la pintura, y que no todo quede incluido en la etiqueta artes pl¨¢sticas. ?Pero lo h¨ªbrido no ofrece una visi¨®n m¨¢s realista o verdadera de la vida? "El realismo no me atrae, y no s¨¦ muy bien qu¨¦ es la verdad, puesto que cambia constantemente. Los pol¨ªticos en Estados Unidos o en Espa?a son tan capaces de mentir que la verdad parece algo demasiado provisional en lo que creer".
Al verle y leerle parec¨ªa una obviedad, pero Strand lo que defend¨ªa era la elegancia: "Mucha gente piensa que est¨¢ divorciada de la realidad: la realidad es brutal y la elegancia una falsificaci¨®n. Yo no pienso que tenga que ver una cosa con la otra. Hay arquitectura brutalista muy conmovedora". Y sobre el s¨ªndrome de la novedad constante que parece dominar el tiempo presente se mostraba tambi¨¦n ir¨®nicamente esc¨¦ptico. "Puedo ver la necesidad de acabar con lo viejo y crear lo que algunos llaman nuevo", apuntaba antes de recurrir a un simil gastron¨®mico. "Repetir lo ya hecho es como comer la misma cena todos los d¨ªas. Es divertido probar comidas nuevas, men¨²s y restaurantes, pero hay que ser cauto, porque es dif¨ªcil juzgar su valor, los est¨¢ndares viejos no pueden aplicarse. Esto es el lujo de lo nuevo. ?Qui¨¦n puede decir que algo es una basura cuando simplemente nunca ha visto o probado nada parecido?".
El casi invisible que titula su colecci¨®n parece una aguda broma m¨¢s en este contexto. ?l sent¨ªa que conectaba con la pr¨¢ctica invisibilidad de la poes¨ªa como g¨¦nero, algo en lo que Strand a pesar de su altura, se sent¨ªa c¨®modo. "Me cuesta admitirlo, pero quiz¨¢ este libro responda a mi impulso por entretener, sin perder, enteramente, mi integridad".
Casi invisible.Mark Strand. Traducci¨®n de Julio Trujillo. Visor. Madrid, 2012.
Hombre y camello. Mark Strand. Traducci¨®n de D¨¢maso L¨®pez Garc¨ªa. Visor. Madrid, 2006.
Hopper. Mark Strand. Traducci¨®n de Juan Antonio Montiel. Lumen. Barcelona, 2008.
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