Llu¨ªs Homar en la monta?a rusa
Verdadero 'tour de force' del actor en 'Terra Baixa', de ?ngel Guimer¨¢, en la que interpreta a los cuatro protagonistas del drama
No s¨¦ si Terra baixa, de ?ngel Guimer¨¤, es ¡°la obra m¨¢s representativa y universal del teatro catal¨¢n¡±, como dijo Fabi¨¤ Puigserver, pero desde luego es la m¨¢s representada. Curiosamente, se estren¨® antes en castellano: en 1896, en el Espa?ol, por la compa?¨ªa de Mar¨ªa Guerrero y con traducci¨®n de Echegaray. Al a?o siguiente se puso en su idioma original, en el Romea, y su protagonista, el gran Enric Borr¨¢s, celebr¨® en 1908 las mil funciones. Fue traducida a incontables lenguas (incluido el esperanto), se mont¨® tres veces en Broadway, entre 1903 y 1936, con el t¨ªtulo de Martha of the Lowlands,y fue dos veces llevada al cine y luego convertida en ¨®pera.
Terra baixa, poderoso melodrama rural de pasiones extremas, funcionar¨¢ siempre porque el inocente pastor Manelic es un gran animal dram¨¢tico, y porque Sebasti¨¤ y Marta, que completan el tri¨¢ngulo fatal, no son el t¨®pico amo feudal y su derecho de pernada: se aman, y eso complica bastante la situaci¨®n. Llu¨ªs Homar encabez¨® el montaje de Puigserver en 1990 y ahora se ha liado la manta (o la zamarra) a la cabeza para cumplir un viejo anhelo: interpretar, ah¨ª es nada, a Manelic, Marta, Sebasti¨¤ y la ni?a Nuri, los cuatro protagonistas. Pau Mir¨® dirige el tour de force y firma tambi¨¦n, mano a mano con el actor, una versi¨®n que reduce el texto a poco m¨¢s de una hora condensando sus l¨ªneas maestras.
Tras su estreno en Temporada Alta, con producci¨®n del festival, donde recibi¨® una espl¨¦ndida acogida, est¨¢ llenando en el Borr¨¢s barcelon¨¦s.
No me resulta f¨¢cil escribir una cr¨ªtica de esta Terra baixa porque a menudo tuve la sensaci¨®n de encontrarme en una suerte de monta?a rusa, con altas cumbres y s¨²bitos descensos, o bajo los efectos de esas duchas escocesas que alternan calor y fr¨ªo. La escenograf¨ªa de Lluc Castells recuerda, de entrada, un cruce entre laboratorio y estancia on¨ªrica, con paredes blancas y cortina de gasa al fondo. A un lado, un espejo y una silla; al otro, colgado en una funda de pl¨¢stico, el vestido de novia de Marta. Entra el actor, sonr¨ªe al p¨²blico y, al instante, sin impostaciones (aqu¨ª no hay ¡°voces raras¡±, y se agradece) es Nuri, la ni?a que adora a Marta y Manelic, y no comprende c¨®mo lo que ha de ser una fuente de felicidad, la boda de ambos, concertada por el amo Sebasti¨¤, les hunde en la tristeza y les cambia el car¨¢cter. Poco m¨¢s tarde, en una escena muy arriesgada, pero resuelta con misterio y belleza, Homar acaricia el vestido de novia y se lo pone unos instantes para convertirse en Marta; minutos despu¨¦s, los ojos como taladros, ser¨¢ el amenazador Sebasti¨¤ exponi¨¦ndole sus razones para casarla con el pastor.
La temperatura sube cuando aparta la cortina y vuelve a entrar como Manelic para evocar la entrevisi¨®n so?ada de Marta (¡°?era una bruja o la Virgen Mar¨ªa?¡±), y conmueve plenamente en la noche de bodas: le habla al vestido, le ofrece a su esposa la bolsita con 23 duros, todo su capital, y le cuenta la muerte de su primer lobo. Homar es un gran narrador: record¨¦ aquella Fedra dirigida por Oll¨¦ en la que se llevaba el gato al agua como T¨¦ramene, relatando la muerte de Hip¨®lito con la fuerza tranquila de los viejos contadores de leyendas que Peter Brook encontr¨® en ?frica. Tambi¨¦n es estupenda la escena en la que Marta recuerda su infancia, mendigando con su madre, y la muerte de esta, y el s¨²bito dolor de su padre adoptivo, con el que se lanza a recorrer los caminos: le escucho y veo a los personajes de Guimer¨¤ como dos oakies de Steinbeck, como Richard Gere y Brooke Adams en D¨ªas del cielo. Es un alto pasaje, muy emotivo y a la vez muy controlado. Tras una hermosa canci¨®n de Silvia P¨¦rez Cruz, llega el fr¨ªo en el encuentro en el molino con la peque?a Nuri, cuando Manelic le dice ¡°Marta no llora, est¨¢ riendo¡±: tengo un poco la sensaci¨®n de ver a un gran actor pasando texto en un ensayo general, reserv¨¢ndose la embestida para el estreno. Otro descenso es el careo entre Manelic y Marta, cada uno a un extremo de la mesa. Aqu¨ª no consigo ¡°ver¡± a Marta. No es que Homar corra de un lado a otro para mantener la ilusi¨®n de di¨¢logo (es demasiado inteligente para eso), pero los cambios de posici¨®n vuelven artificioso el momento. Tampoco me acaba de funcionar la escena de ¡°?m¨¢tame, Manelic!¡±, pese a una notable idea conceptual: la sangre en el brazo que vincula a los amantes.
Ser¨ªa un poco latoso ir enumerando los altibajos de la puesta, que se alternan en la parte final, a partir de que cae la cortina blanca y aparece una pared de hojas, emblema de la tierra alta, as¨ª que citar¨¦ solo algunos ejemplos. Hay voltaje cuando Sebasti¨¤ confiesa su pasi¨®n fatal ante la puerta cerrada de Marta, y cuando Nuri, desde el lateral derecho, le propone su plan de huida, pero era muy dif¨ªcil de resolver, por razones obvias, el enfrentamiento entre Manelic y Sebasti¨¤, el cordero y el lobo. Y, a mi modo de ver (o de sentir) no se resuelve. Homar y Mir¨® han concebido una mutaci¨®n muy imaginativa, muy simple; una imagen poderosa, casi vamp¨ªrica, pero que, ay, tampoco me sacude como esperaba. Si le pongo pegas es porque yo vi a Homar transfigurarse en caballero medieval a los pies de Hirst?/ Pou en Tierra de nadie, de Pinter, a las ¨®rdenes de Albert¨ª: comprender¨¢n que esperase un vuelo semejante. Este espect¨¢culo tiene originalidad, claridad expositiva, fuerza, riesgo, evident¨ªsimo talento actoral y de direcci¨®n, pero quisiera haber sentido m¨¢s emoci¨®n. Rememorando la noche, no puedo evitar pensar que Homar y Mir¨® quiz¨¢ ten¨ªan un cierto miedo al melodrama. Y Terra baixa es un melodrama como la copa de un pino, victorian¨ªsimo: es como si King Vidor, por temor al exceso, hubiera decidido rodar Duelo al sol a la manera bressoniana. Naturalmente, puede que me equivoque, porque la funci¨®n que vi acab¨® con el p¨²blico aplaudiendo puesto en pie.
Tambi¨¦n he visto, en el TNC, El somni d¡¯una nit d¡¯estiu, imaginativa, bella, melanc¨®lica puesta del cl¨¢sico de Shakespeare a cargo de Joan Oll¨¦, en gran versi¨®n de Joan Sellent. Gran reparto de notables actores, de los que destaco a Xicu Mas¨®, Llu¨ªs Marco, Claudia Benito, Joan Anguera y la revelaci¨®n (para m¨ª) de Pau Vinyals como Puck, que me record¨® a un Juanjo Puigcorb¨¦ adolescente. En breve se lo cuento.
Terra baixa. Direcci¨®n: Pau Mir¨®. Int¨¦rprete: Llu¨ªs Homar. Teatre Borras. Pla?a d¡¯Urquinaona, 9. Barcelona. Hasta el 14 de diciembre.
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