Una ¡®dominatrix¡¯ bilba¨ªna al rescate del porno brit¨¢nico
La artista Itziar Bilbao Urrutia encabeza la lucha contra la nueva regulaci¨®n de la contenidos audiovisuales para adultos en Reino Unido que ¡°discrimina a las mujeres¡±
Meterse a regular el porno es complicado. Termina uno teniendo que decidir qu¨¦ pr¨¢cticas sexuales son aceptables y cu¨¢les no lo son. Acaba de suceder en Reino Unido, donde se ha introducido una enmienda a la ley que regula la pornograf¨ªa. Desde el pasado 1 de diciembre, los v¨ªdeos porno que se produzcan en el pa¨ªs para Internet tienen una serie de limitaciones. Quedan prohibidos los azotes fuertes en las nalgas, el uso de l¨¢tigos o fustas, la urolagnia (m¨¢s conocida como lluvia dorada) y sentarse en la cara del otro. El sexo oral practicado sobe una mujer ¡°con las v¨ªas de aire obstruidas¡±, sea eso lo que sea, se considera ¡°no aceptable¡±. La eyaculaci¨®n masculina est¨¢ bien; la femenina, prohibida.
Lo que hace la nueva enmienda es someter la producci¨®n audiovisual pornogr¨¢fica para Internet a la legislaci¨®n que rige la pornograf¨ªa en DVD. Pero resulta que los estudios independientes nunca hac¨ªan DVD precisamente porque consideraban que la normativa era muy restrictiva, y quien la supervisa es un organismo privado, la ATVOD, que, seg¨²n sus cr¨ªticos, acepta cualquier pr¨¢ctica del porno mainstream pero rechaza las menos habituales. En palabras de la columnista de The Guardian Zoe Williams, ¡°tolera la degradaci¨®n siempre que le suceda a la mujer¡±.
La industria del porno est¨¢ en pie de guerra, pero el debate la ha trascendido. Se trata, para muchos, de una discriminaci¨®n a las mujeres y a las pr¨¢cticas sexuales minoritarias. Un atentado a la igualdad de derechos. Y una de las voces m¨¢s altas en la resistencia es una ¡°dominatrix, artista y activista¡± nacida en Bilbao, que ya ha ganado alguna batalla a las autoridades brit¨¢nicas.
Itziar Bilbao Urrutia lleg¨® a Londres con 19 a?os. Vivi¨® en casas okupas y acab¨® en una facultad de Bellas Artes. ¡°Como todos los estudiantes de arte, necesitaba trabajar¡±, recuerda. ¡°Yo me mov¨ªa en el ambiente de clubes fetichistas de Londres, y empec¨¦ a trabajar de dominatrix, que es una mujer que crea dominaci¨®n sexual femenina a clientes que pagan por sus servicios. Estaba bien pagado, y me parec¨ªa mejor que trabajar en un bar o en una tienda¡±.
Hacia 2002 Itziar cre¨® una p¨¢gina web para promocionar sus servicios. ¡°Entonces empec¨¦ a desarrollar la imagen, a hacer v¨ªdeos, y me di cuenta de que estaba expresando mis intereses conceptuales como artista¡±, explica. ¡°Temas como la identidad, el g¨¦nero, el feminismo, la representaci¨®n de la sexualidad, la sexualidad alternativa. Los dos mundos se unieron: mi pr¨¢ctica art¨ªstica y mi trabajo como dominatrix¡±.
As¨ª naci¨®, hace ahora cuatro a?os, Urban Chick Supremacy Cell, algo as¨ª como la C¨¦lula de Supremac¨ªa de la T¨ªa Buena Urbana. Una web de v¨ªdeos fetichistas por suscripci¨®n, que est¨¦ticamente plantea una imagen de activismo pol¨ªtico, ¡°inspirada en mujeres como Valerie Solanas¡±. ¡°Adopt¨¦ la imagen de una c¨¦lula terrorista underground que aboga por una supremac¨ªa femenina absoluta¡±, explica Bilbao, que encontr¨® en el fetichismo y el BDSM un veh¨ªculo para expresar sus ideas art¨ªsticas y pol¨ªticas. Su proyecto form¨® parte de la exposici¨®n Genealog¨ªas feministas en el arte espa?ol, celebrada en el MUSAC de Le¨®n en 2012.
Pero aqu¨ª en Reino Unido las autoridades no se fijaron tanto en su lado art¨ªstico. En junio de 2013 recibi¨® una carta de la ATVOD, la autoridad independiente que regula los v¨ªdeos de pago, solicit¨¢ndole el abono de una cuota para emitir sus ¡°programas de televisi¨®n¡± en Internet. ¡°Me dio por mirar la lista de los estudios de v¨ªdeo a los que hab¨ªan denunciado¡±, recuerda Bilbao, ¡°y me di cuenta de que la inmensa mayor¨ªa pertenec¨ªan al nicho de v¨ªdeo adulto fetichista y, m¨¢s concretamente, de dominaci¨®n femenina. Eso me son¨® a persecuci¨®n¡±.
La artista puso entonces el asunto en conocimiento de Backlash, una organizaci¨®n de defensa de la libertad de expresi¨®n sexual, con la que colabora desde 2009. All¨ª vieron que hab¨ªa tema y pusieron el asunto en manos del abogado Myles Jackman, m¨¢s conocido como ¡°el abogado de la obsecenidad¡±, especialista en libertad sexual y pornograf¨ªa extrema del bufete Hodge, Jones & Allen.
Despu¨¦s de meses de litigio -y de ¡°interesant¨ªsimas conversaciones sobe los l¨ªmites del arte con chupatintas de la administraci¨®n¡±, en palabras de Bilbao- ganaron el caso y la web reabri¨® este verano. Les convencieron de que aquello era un medio art¨ªstico y el de Itziar Bilbao Urrutia se convirti¨® en ¡°el ¨²nico estudio de Reino Unido que puede emitir contenido adulto en Internet¡±.
Aquel largo litigio, cree Bilbao, fue un campo de pruebas para la nueva legislaci¨®n que entr¨® en vigor el 1 de diciembre. Y ahora ella est¨¢ coordinando a los estudios de v¨ªdeo brit¨¢nicos en la lucha contra una normativa que considera ¡°discriminatoria con el g¨¦nero femenino y con la sexualidades minoritarias¡±. ¡°Se han puesto a catalogar pr¨¢cticas sexuales¡±, opina Bilbao. ¡°Y las que no se pueden mostrar son sobre todo de la sexualidad gay, queer y de dominaci¨®n femenina. En el porno de los grandes estudios esas pr¨¢cticas no se ven, as¨ª que ellos quedan exentos¡±. Y ese producto, que para Bilbao es m¨¢s da?ino, es el m¨¢s accesible. ¡°El porno mainstream¡±, explica, ¡°exhibe mujeres objetualizadas, con f¨ªsicos sexuales caricaturescos, es una glorificaci¨®n del pene¡±.
En opini¨®n de Bilbao, detr¨¢s de esto est¨¢ ¡°la censura general a los contenidos en Internet¡±. ¡°Empiezan por el porno¡±, asegura, ¡°porque da muchos votos apelar a la protecci¨®n de los ni?os. Pero no se puede esperar que el Estado haga de ni?era. El porno es como el canario en la mina de carb¨®n¡±.
Esta artista bilba¨ªna, que lleva casi 30 a?os en Londres, considera que ¡°los brit¨¢nicos son muy retorcidos para el sexo¡±. ¡°Como los vascos¡±, a?ade. ¡°A m¨ª me atrae su complejidad sexual, pero ellos tienen una relaci¨®n muy dif¨ªcil con ella. Recuerdo el d¨ªa en que le cont¨¦ a mi madre que iba a clubes fetichistas. Ella se qued¨® pensando un rato y me dijo: ¡®Es que los ingleses son as¨ª, ?verdad, hija?¡±.
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