Risas enlatadas y no tan modernas
Pretende 'Gym Tony' re¨ªrse de situaciones de la vida actual pero a la vez abusa de los estereotipos m¨¢s gastados, algunos de aroma rancio
No es que vuelva la sit-com, es que nunca se fue. Y no es un g¨¦nero menor: entre Un hombre en casa y Big Bang Theory la televisi¨®n nos dio buenas series como Friends, Cheers, Frasier, Seinfiled o, m¨¢s actuales, C¨®mo conoc¨ª a vuestra madre y Modern Family. En Espa?a tuvimos Siete vidas como referencia, y luego deriv¨® en Aida; y otros productos muy dignos como Aqu¨ª no hay quien viva, reconvertido en La que se avecina. Funcion¨® un formato arriesgado, de gags r¨¢pidos y plano inm¨®vil, como era Camera Caf¨¦. Incluso hubo una sit-com dentro de otro programa, como los simp¨¢ticos Euskolegas en Vaya semanita. Este pa¨ªs tiene experiencia sobrada en comedia costumbrista, con un humor m¨¢s fino o m¨¢s grueso seg¨²n el caso, que tiene que haber de todo.
Cuatro realiza una apuesta fuerte por Gym Tony, comedia que mantiene a los mismos personajes y un escenario fijo (por eso las llaman de situaci¨®n) sin m¨¢s pretensiones que aliviar nuestra vida con algunas sonrisas durante media hora escasa. De las que se pueden ver cap¨ªtulos sueltos sin perderse ninguna trama. La serie empieza a ritmo diario a las nueve de la noche, en competencia con todos los telediarios, una franja clave para atrapar espectadores inmediatamente antes del pico de audiencia. Pero los dos primeros cap¨ªtulos se llevaron un bocado peque?o de la tarta televisiva, un 4,5%, muy por debajo de la media de su canal.
Dirige Javier Veiga, actor, presentador y humorista. Primer error: las risas enlatadas deber¨ªan acompa?ar momentos graciosos, pero suenan todo el rato y llegan a ser irritantes. Problema de fondo: los momentos de verdad graciosos no abundan. Pretende Gym Tony re¨ªrse de situaciones de la vida moderna: del culto al cuerpo, de la integraci¨®n de inmigrantes, del coqueteo en d¨ªas de whatsapp, de la moda por lo alternativo. Pero a la vez abusa de los estereotipos m¨¢s gastados, algunos de aroma rancio. Hay un personaje obeso que sostiene un bocata de chorizo y se atasca en el torno; un gay muy afeminado que se arrima a otros varones en la sauna; dos chicas tan guapas como superficiales que se dejan tocar el culo. Tambi¨¦n hay un forzudo metrosexual, un inform¨¢tico friki, una divorciada arruinada. Y apenas dos personajes con cierto tir¨®n: el cartero castizo que interpreta Santi Rodr¨ªguez y una recepcionista arisca en la piel de Antonia San Juan.
Los actores dar¨ªan para m¨¢s pero los guiones de las primeras entregas resultaron flojos, toscos, poco ingeniosos. Si pretend¨ªan reflejar la diversidad social el intento parece fallido. Vale, dir¨¢n, esto una comedia, no un documental. Pues entonces tendr¨ªa que provocar en nosotros risas sin enlatar.
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