Internet
Me ocurre algo muy extra?o que tendr¨ªa que ser muy normal y es que disfruto de una larga y gozosa comida con los amigos del alma sin que nadie ponga el m¨®vil en la mesa
Me ocurre algo muy extra?o que tendr¨ªa que ser muy normal, en nombre de la racionalidad, de no creer que encontrar¨¢s cotidianamente el para¨ªso a trav¨¦s de esa adicci¨®n, tan peligrosa como el caballo, de estar conectado permanentemente a esas cosas tan ¨²tiles que a m¨ª me provocan miedo llamadas tecnolog¨ªas emergentes (lo de emergentes me suena muy raro, pero dicen que ese es su correcto nombre) y es que disfruto de una larga y gozosa comida con los amigos del alma desde la juventud sin que nadie ponga el m¨®vil en la mesa, dedic¨¢ndonos a hablar de las cosas verdaderamente importantes, las mujeres, el cine, los libros, la m¨²sica y, c¨®mo no, el siniestro estado de las cosas, a re¨ªrnos, a poner a parir al pr¨®jimo que se lo merece, a sentir la vieja complicidad despu¨¦s de cuarenta y tantos a?os.
Siendo gente famosa y con genes transparentemente marcianos, uno de ellos sobrevive sin esfuerzo a pesar de no tener tel¨¦fono m¨®vil, otro prescinde de Internet, el tercero s¨ª est¨¢ familiarizado con esas trascendentes cosas pero es tan generoso que pasa de ellos cada vez que nos reunimos. Y es ins¨®lito porque cada vez que me re¨²no con amigos muy queridos que se han adaptado perfectamente a los nuevos tiempos, me pillo un rebote de la hostia porque no hay forma de que se desconecten en nuestro ocio de ese aparato llamado smartphone que al parecer es fundamental en cada minuto de tu existencia. Y as¨ª todo el rato, con la excusa del trabajo, la informaci¨®n, la afici¨®n, el cuelgue. Prefiero mi pasado toxic¨®mano a estar enganchado a esa droga tan instructiva y tan dura.
Y constato las cosas apocal¨ªpticas que pueden ocurrir mediante ese medio de comunicaci¨®n (?o incomunicaci¨®n, o de todo un poco?) llamado Internet. Resulta que los piratas inform¨¢ticos que han ofrecido su vida y su alma, o simplemente su supervivencia al esperp¨¦ntico Kim Jong-un, ese personaje que podr¨ªa protagonizar un c¨®mic delirante e interminable, han hecho p¨²blicos todos los secretos de la superpoderosa Sony, e incluso amenaza a los inocentes espectadores de los cines si se exhibe una pel¨ªcula que satiriza al l¨ªder, a ese payaso tenebroso, del cual narra la leyenda que ni orina ni defeca, porque se alimenta de fluidos al igual que su santo padre. Y hablan con los delfines. No los envidio.
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