El esp¨ªa que surgi¨® del calor
Si alguien pudiera arrogarse ser el s¨ªmbolo del exilio f¨ªsico e intelectual cubano ese es, sin duda, Guillermo Cabrera Infante
Si alguien pudiera arrogarse ser el s¨ªmbolo del exilio f¨ªsico e intelectual cubano ese es, sin duda, Guillermo Cabrera Infante, el primer ¡°gusano¡± de fama internacional y, probablemente, el mayor resistente de los ataques del R¨¦gimen castrista y de la intelligentsia europea y latinoamericana, un selecto grupo de triunfadores que no supieron, o no quisieron, ver m¨¢s all¨¢ de su autosatisfecho ego.
La biograf¨ªa de nuestro personaje es ya muy conocida: hijo de los fundadores del Partido Comunista de Gibara, periodista en las postrimer¨ªas del R¨¦gimen de Batista, colaborador entusiasta de la Revoluci¨®n, espl¨¦ndido novelista cr¨ªtico de cine y reportero, todo ello trastocado por la defensa de un ingenuo cortometraje, P. M., codirigido por Orlando Jim¨¦nez Leal y su hermano, Alberto Sab¨¢ Cabrera Infante, de los desmesurados ataques, y prohibici¨®n, del Gobierno de Castro. As¨ª comenz¨® el fin de su fe revolucionaria.
Trasladado forzosamente a la Embaja de Cuba en B¨¦lgica como agregado cultural (siempre apostillaba que ¡°el primer secretario era el que abr¨ªa la puerta¡±), comenz¨® un largo, y con frecuencia cruel, peregrinaje: Bruselas, Barcelona, Madrid... y tras serle negado el asilo en Espa?a (contradicciones del franquismo con un Fraga Iribarne recibido amistosamente por Fidel), recal¨® en Londres, donde pudo desarrollar su extensa y magn¨ªfica obra literaria y su no menos extensa y l¨²cida obra period¨ªstica, adem¨¢s de unos guiones cinematogr¨¢ficos, con total libertad y sin que remitieran los ataques del r¨¦gimen cubano y, decrecientemente, los de esa intelligentsia que comenzaba a caerse de un guindo.
Y en la vida y en la obra de Guillermo Cabrera hay una figura esencial: su mujer Miriam G¨®mez, apoyo permanente del escritor, que dej¨® una brillante carrera de actriz en su Cuba natal por acompa?ar en su largo y doloroso viaje hacia la dignidad al autor de Tres tristes tigres.
Cabrera Infante sobrevivi¨® al desprecio de la mayor parte de sus coet¨¢neos del boom latinoamericano, a la persecuci¨®n intelectual, y en ocasiones f¨ªsica, del castrismo, sobrevivi¨® incluso al lamentable comportamiento de Mario Lacruz cuando accedi¨® a la direcci¨®n de Seix Barral, con su obra m¨¢s premiada y vendida, los ya citados tigres tristes, enterr¨¢ndola en un caj¨®n durante a?os como venganza por unas declaraciones de su autor en las que criticaba el gusto literario del editor y, como no pod¨ªa ser de otra manera, sobrevivi¨® al tard¨ªo y paulatino reconocimiento de quienes le hab¨ªan tratado como un apestado literario y social que, desencantados de la otrora encantadora Revoluci¨®n cubana, tuvieron a bien correr un tupido velo sobre sus a?os dogm¨¢ticos.
Hablar de Guillermo Cabrera Infante es hablar de alguien con un enorme sentido del humor, con unos extraordinarios conocimientos cinematogr¨¢ficos y musicales, un personaje que nunca abandon¨® su a?orada Cuba desde el peque?o piso de Gloucester Road y su vegetaci¨®n sorprendentemente antillana, un gran amigo de sus amigos, desde Manolo Blahnik o Terenci Moix, a N¨¦stor Almendros, Javier Mar¨ªas, Fernando Savater o Vicente Molina Foix, todos ellos m¨¢s j¨®venes y menos deslumbrados por una revoluci¨®n que hac¨ªa tiempo se hab¨ªa convertido en una burocracia cruel trufada de redentorismo barato.
Pero hablar de Guillermo Cabrera es, inevitablemente, hablar de Miriam G¨®mez, la mujer que realiz¨® uno de los mayores ejemplos de amor al editar a su muerte un gran libro-reportaje, Mapa dibujado por un esp¨ªa, en el que el autor no s¨®lo describe con maestr¨ªa sus ¨²ltimos meses en La Habana sino que relata con gran talento una intensa infidelidad.
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