¡°M¨¦xico es un pa¨ªs salvaje¡±
Toledo opina sobre el caso Iguala y valora la relaci¨®n entre arte y pol¨ªtica durante su carrera
Francisco Toledo (Juchit¨¢n, 1940) es un icono del arte mexicano y una referencia de compromiso c¨ªvico. El mi¨¦rcoles de la semana pasada, en Oaxaca, la ciudad colonial e ind¨ªgena donde vive y a la que ha dotado con su iniciativa o con su dinero de una red encomiable de centros culturales, llev¨® a cabo una actividad para recordar a los estudiantes asesinados en Iguala hace tres meses, cuyos restos a¨²n se tratan de identificar. Sali¨® a la calle con ni?os de primaria a volar cometas: 43, cada una con el rostro de uno de los chicos. Aunque no le gusta explicarse, dos d¨ªas despu¨¦s de la actividad atiende esta entrevista en la biblioteca del Instituto de Artes Gr¨¢ficas de Oaxaca, fundado y sostenido por ¨¦l desde hace 26 a?os y que ha decidido donar al Estado a cambio de un peso. El pelo oscuro, los bigotes de punta ca¨ªda y la barba blanca contra la piel marr¨®n, las arrugas de la camisa, unos ojos desamparados de fondo tronante, el artista se sienta a la mesa.
Y en M¨¦xico, las cometas se llaman papalotes.
Pregunta. ?Por qu¨¦ los papalotes?
Respuesta. Pues se nos ocurri¨®. En la regi¨®n de donde yo vengo, para la ¨¦poca del d¨ªa de muertos sopla el viento fuerte, y por all¨¢ vuelan los papalotes porque piensan que las almas de los muertos pueden bajar por el hilo. Como se dice que los han estado buscado por mar y tierra, la idea era buscarlos tambi¨¦n en el aire.
P. ?C¨®mo se sinti¨®?
R. Torpe, qu¨¦ m¨¢s; ya los a?os no son para andar con papalotes, pero ten¨ªamos que dar el ejemplo y jugar un poco con los ni?os para explicarles lo que pas¨®.
P. ?Qu¨¦ dice de M¨¦xico el caso de los 43?
R. Dice de un pa¨ªs salvaje, cruel e incontrolable.
P. ?Peor que antes?
R. ?Antes de la Conquista o antes de Cristo? ?Antes de la llegada de las e¨®licas espa?olas? No s¨¦, es dif¨ªcil hablar de todo M¨¦xico, como usted sabe. Hablar de M¨¦xico es hablar de muchos pa¨ªses.
P. Nunca ha tramitado su credencial de elector. ?Votar es in¨²til?
R. Pues no he sentido la necesidad de apoyar a un candidato. Es necesario tener la credencial para ir al banco, o para hacer compras, o para pasar un ret¨¦n de la polic¨ªa. Yo en su lugar cargo el pasaporte, y con eso puedo vivir en la sociedad.
P. Su maestro Rufino Tamayo le dijo un d¨ªa: ¡°D¨¦jese de pol¨ªtica y p¨®ngase a trabajar; usted es pintor¡±.
R. Y le doy la raz¨®n totalmente. Pero no he entendido sus lecciones.
P. ?Cu¨¢l es su ideolog¨ªa?
R. Si ideolog¨ªa es estar ligado a un programa o a un partido, o a creencias muy firmes de hacia d¨®nde ir o de ad¨®nde vaya el mundo, yo no s¨¦, realmente creo que ideolog¨ªa no tengo.
P. ?Indigenista?
R. S¨ª, en lo bueno del indigenismo. Pero hay un indigenismo obtuso. Ha sido una bandera tambi¨¦n, y esta bandera a veces ha sido m¨¢s de provecho para los que la enarbolan que para los de abajo.
P. ?Cree en el ma¨ªz?
R. ?C¨®mo si creo en el ma¨ªz? El ma¨ªz es una cosa que se come.
P. Me refiero a su lucha contra los transg¨¦nicos.
R. Bueno, eso es que un grupo de cient¨ªficos vino a Oaxaca y nos alert¨®, nos dio informaci¨®n de los da?os que pueden provocar, de la dependencia que se crea con los pa¨ªses productores de esas semillas, y a partir de ah¨ª estamos intentado que haya una discusi¨®n p¨²blica seria sobre el ma¨ªz nativo y el transg¨¦nico.
P. ?En la misma l¨ªnea de su batalla de 2002 contra McDonald¡¯s?
R. Es diferente. Nosotros no expulsamos a McDonald¡¯s de M¨¦xico, ni siquiera de Oaxaca, s¨®lo del centro hist¨®rico. Si eso es una batalla... no deber¨ªa llamarse batalla. ?Escaramuza? Es una bonita palabra escaramuza. ?De d¨®nde vendr¨¢?
P. ?Cu¨¢l es el lugar de los ind¨ªgenas hoy en M¨¦xico?
R. Pues no se puede hablar de ind¨ªgenas. Cada uno se autonombra de una manera: unos como la gente verdadera, otros como la gente de las nubes¡ Cada qui¨¦n tiene lo suyo. El termino ind¨ªgena no se usa entre ind¨ªgenas.
P. Pero sigue habiendo racismo.
R. Racismo a secas sigue habiendo. Eres chiquito, eres moreno, eres orej¨®n, no te queda la ropa de los gringos. Eso viene de la colonia. Hay un modelo ideal que es el modelo espa?ol, de cuando ellos eran los due?os, y si no correspondes a ese ideal, no eres tan bien visto. ?Y c¨®mo alcanzas ese modelo? Pues no hay manera.
Toledo se detiene y dice que tiene que irse a buscar a un ni?o. Cuando vuelva puede continuar la entrevista. Se va y un veintea?ero ind¨ªgena que estaba al lado leyendo un libro de la biblioteca pregunta por la situaci¨®n econ¨®mica en Espa?a. ¡°Me llama mucho la atenci¨®n Santiago Ni?o Becerra, que imparte la c¨¢tedra de Estructura Econ¨®mica en Barcelona¡±, dice. Consultaba un compendio sobre el grabado en madera, A History of Wood Engraving.
A la media hora, regresa el artista.
P. ?Le gusta que le llamen maestro?
R. La primera vez que lo o¨ª llamar fue a Tamayo, y ¨¦l dec¨ªa que era una ridiculez. Yo dije lo mismo cuando me empezaron a llamar as¨ª, pero la gente insiste y terminas aceptando.
P. ?Siempre lleva la camisa arremangada?
R. ?Arremangada? S¨ª, bueno, depende de si hacer calor o no.
P. Nunca planchada.
R. Pues en mi casa no me planchan la ropa, as¨ª que me la pongo como est¨¦. Yo no me hab¨ªa dado cuenta de que usaba ropa arrugada hasta que todo el mundo empez¨® a hacerme notar que toda mi ropa est¨¢ arrugada. En casa de la familia la ropa del hombre no se planchaba. Se lavaba, se doblaba y se met¨ªa a un ba¨²l.
P. ?Por qu¨¦ habla poco?
R. No siempre. A veces s¨ª, a veces no. Antes era mas callado, t¨ªmido, con muchas dudas, que sigo teniendo, pero ahora como que me lanzo ya a decir lo que sea, no s¨¦, aunque a veces me arrepiento de lo que digo.
P. ?De qu¨¦?
R. Volviendo a lo de Tamayo, ¨²ltimamente siento que faltan en mi trabajo m¨¢s horas de obra.
P. C¨®mo.
R. Pues hasta cierto punto estoy un poco decepcionado. En alg¨²n momento pens¨¦ que en la pintura podr¨ªa encontrar mi alma o algo bueno, que pudiera ser un medio para encontrar una identidad, y en el fondo creo que no encontr¨¦ nada o que encontr¨¦ poco. Desde el principio hice mucho hincapi¨¦ en los mitos del pueblo, en las leyendas, usando t¨ªtulos en zapoteco o viajando por la zona de donde somos buscando colorantes naturales. Le di mucha importancia a esta parte de mi discurso, pero no creo que se pueda decir que la pintura es eso. Es eso pero es algo m¨¢s, y a lo mejor me qued¨¦ nada m¨¢s en el puro discurso de la identidad y le di menos importancia a la pl¨¢stica¡ Ay, no s¨¦, ahora se me ocurre decirlo as¨ª, pero a lo mejor me equivoco.
P. ?Le pesa lo pol¨ªtico?
R. Todo me pesa. A los 74 a?os todo nos pesa, y ya queremos que se acabe todo.
Babelia
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