Ulrich Beck, uno de los nuestros
Era cosmopolita porque no se sent¨ªa absolutamente protegido en ninguna parte y, al mismo tiempo, porque consideraba suyos todos los problemas del mundo.
A principio de los ochenta, Ulrich Beck ofrec¨ªa un curso en la Universidad de M¨²nich sobre la sociolog¨ªa del riesgo, y a quienes est¨¢bamos en el edificio vecino estudiando sesudas cuestiones sobre el idealismo alem¨¢n nos resultaba tentador acudir a sus clases en las que se ofrec¨ªa una interpretaci¨®n muy seductora de lo que estaba pasando en la realidad. En 1986 public¨® el libro que le har¨ªa c¨¦lebre y que se apoyaba en la inquietante experiencia de Chern¨®bil: La sociolog¨ªa del riesgo. Estaba marcado por esa tr¨¢gica experiencia y por otras m¨¢s banales, como la de sentirse muy c¨®modo en diversos pa¨ªses, y tal vez fuera eso lo que le llevaba a no creer que los Estados nacionales fueran el instrumento adecuado para resolver nuestros grandes problemas, o no al menos mientras no se transformaran profundamente, aceptando su pluralidad interior y entrando en una l¨®gica de cooperaci¨®n hacia fuera. Era cosmopolita porque no se sent¨ªa absolutamente protegido en ninguna parte y, al mismo tiempo, porque consideraba suyos todos los problemas del mundo.
Recuerdo una an¨¦cdota de esa intemperie en la que le gustaba desenvolverse. A principios de los a?os noventa, el entonces l¨ªder de los socialdem¨®cratas alemanes, Rudolf Scharping, visitaba a Beck en su casa junto al lago Starnberg, al pie de los Alpes b¨¢varos. El tema de la conversaci¨®n era la sociedad del riesgo y los cambios que la izquierda deb¨ªa acometer para entender las nuevas realidades y gobernarlas. Charlaban en el jard¨ªn y Scharping no consegu¨ªa encender un cigarro porque era incapaz de saber de d¨®nde ven¨ªa el viento y protegerse de ¨¦l. Beck me relataba unos a?os despu¨¦s la escena, en aquel mismo lugar, y le parec¨ªa una imagen elocuente del desconcierto que se ha apoderado del sistema pol¨ªtico en medio de la tormenta. Por un lado, simbolizaba muy bien esa nueva intemperie en que se ha convertido nuestro mundo imprevisible, inestable y contagioso. Fen¨®menos de tipo meteorol¨®gico como los vientos desbaratan cualquier protecci¨®n. La pol¨ªtica parece cada vez m¨¢s un subapartado de la climatolog¨ªa o de la oceanograf¨ªa; las elecciones se ganan o se pierden en funci¨®n de unos movimientos tan poco dirigibles como los vendavales o las mareas. Por otro lado, las dificultades de Scharping reflejan la actual volatilidad de las instituciones pol¨ªticas, lo que no es tanto un problema pr¨¢ctico de liderazgo pol¨ªtico como una incapacidad de saber de d¨®nde viene el viento, es decir, de comprender lo que est¨¢ pasando.
Compartimos este curso acad¨¦mico varias conversaciones por haber coincidido en la London School of Economics como profesores visitantes, alguna vez junto con su mujer, Elizabeth, otra eminente soci¨®loga. Siempre te regalaba con una amable sonrisa y siempre propon¨ªa alguna interpretaci¨®n de lo que estaba pasando: en Europa, en Alemania, en Escocia... Era capaz de introducir toda una teor¨ªa en una brillante met¨¢fora. Desde que propusiera la de ¡°sociedad del riesgo¡±, toda su vida intelectual gir¨® en torno a ellas y nos seguir¨¢n dando mucho que pensar. Formaba parte del Consejo Asesor Internacional del Instituto de Gobernanza Democr¨¢tica y nos ayud¨® mucho en sus comienzos. Beck muri¨® de un infarto el 1 de enero de 2015, a la edad de 70 a?os, y cuando aseguraba sentirse con muchas cosas por hacer.
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