La verdad sobre el ¡®caso Mendoza¡¯
Eduardo Mendoza rememora 40 a?os despu¨¦s las condiciones en que escribi¨® ¡®La verdad sobre el caso Savolta¡¯, que la censura consider¨® "un novel¨®n est¨²pido y confuso"

La primera cr¨ªtica que public¨® EL PA?S apareci¨® el 5 de mayo de 1976 (al d¨ªa siguiente de nacer el peri¨®dico), era de Juan Garc¨ªa Hortelano, versaba sobre La verdad sobre el caso Savolta, y se titulaba Una opini¨®n sobre el caso Mendoza. Era la primera novela de Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), hab¨ªa sido publicada en abril del a?o anterior, 1975, por Seix Barral y antes de publicar Hortelano su opini¨®n sobre "el caso Mendoza" hab¨ªa sido premiada por el jurado de la Cr¨ªtica. Hoy el escritor sigue con bigote ¡ªya no tan oscuro como aquel que luce en la foto de contraportada de la primera edici¨®n de ese libro¡ª y sigue publicando obras con ¨¦xito, aunque a veces diga que la novela est¨¢ muerta. Aquel espaldarazo de Hortelano fue muy importante para ¨¦l. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s se enfrenta de nuevo a aquella opini¨®n y dialoga a partir de lo que dice Hortelano. El autor de El gran momento de Mary Tribune muri¨® en 1992; su cr¨ªtica en aquel momento era la expresi¨®n de un entusiasmo literario y la reivindicaci¨®n de la ficci¨®n en la novela tal como la entend¨ªan ambos. De eso va esta entrevista.
La verdad sobre el caso Savolta?es la historia de una corrupci¨®n; su lectura hoy remite a lo que sucedi¨® en Barcelona (y en Espa?a) con la mezcla de los negocios y la pol¨ªtica en la primera posguerra europea del siglo XX, narra el auge y la destrucci¨®n de una empresa de venta de armas, se sirve de todos los g¨¦neros narrativos posibles (desde la novela negra a Madame Bovary, pasando por la complejidad estructural de Conversaci¨®n en La Catedral). Hortelano la llama "fastuosa cirug¨ªa de nuestra comunidad¡".
PREGUNTA.?Ten¨ªa 31 a?os. Esta cr¨ªtica debi¨® ayudarle mucho.
RESPUESTA.?Tuve varias ayudas valios¨ªsimas. Una fue este art¨ªculo. Se juntaba la curiosidad que despertaba EL PA?S con el elogio m¨¢s generoso de Hortelano. Fue un espaldarazo important¨ªsimo. Otro fue el de Carmen Rico Godoy, en Cambio 16. Pero f¨ªjate en lo que dice Hortelano, en ese momento en que est¨¢ a punto de cambiar todo¡
Tard¨® en publicarse. Primero, porque no la quer¨ªan, y luego, porque no era una novela al uso
P.?Dice: ¡°(¡) A los muy sensatamente monopolizados por la estad¨ªstica, la normativa constitucional, la sociolog¨ªa, la flora, la fauna y el politicismo les ser¨ªa provechoso dedicar unas horas a la novela de Eduardo Mendoza, donde mucho se puede aquilatar la historia de este pa¨ªs en el que, no obstante, vivimos¡±.
R.?Eso es, ?d¨¦jense de tonter¨ªas y lean este libro! ?Qu¨¦ curioso que eso lo diga Hortelano en ese momento!
P.??l hablaba de lo que era la novela, en medio de la discusi¨®n sobre si deb¨ªa experimentar, o si deber¨ªa ser como las suyas y la que usted publicaba. ?Le acoge en su seno! ?Para quit¨¢rselo a Benet, quiz¨¢!
R.??Ja, ja! Eran tan amigos. Los conoc¨ª algo despu¨¦s; iban haciendo aquella especie de n¨²mero de payaso listo, y payaso tonto, intercambi¨¢ndose papeles. Y eran dos polos opuestos. Yo, que ten¨ªa una admiraci¨®n y un cari?o muy grande por Benet, estaba alineado con Hortelano. Ya hab¨ªa empezado la renovaci¨®n de la narraci¨®n, con Hortelano, con Mars¨¦, con V¨¢zquez Montalb¨¢n. Ese cambio estaba hecho, y Hortelano era grande ya.
P.??l pone ¨¦nfasis en su edad¡
R.?La escrib¨ª a los 26, pero tard¨® en publicarse. Primero, porque no la quer¨ªan, y luego, porque no era una novela al uso. Ya cuando finalmente Pere Gimferrer se la queda, tarda dos a?os en salir. O sea que sale cuando yo tengo 31 a?os.
P.?Dice que "circunstancias engorrosas interrumpieron su publicaci¨®n"¡
No hay inter¨¦s por nuestra literatura; ni por la nuestra ni por ninguna. A nadie le preocupa
R.?Yo no creo que las hubiera. Desde luego, cuando ya fue comprada por Seix Barral hubo que enviarla a censura, pero eso pasaba con todas. La titul¨¦ Los soldados de Catalu?a. Era ir¨®nico. Quer¨ªa decir que los soldados de Catalu?a son los estafadores. ?Pero la censura pens¨® que era un llamamiento a las armas independentistas! Ese tema ni se toca en la novela. Entonces nos reunimos Gimferrer y yo (y fue el principio de una tradici¨®n) y despu¨¦s de darle muchas vueltas sali¨® ese t¨ªtulo, La verdad sobre el caso Savolta.
P.??Qu¨¦ dijo el informe de censura?
R.?Muy escueto: follet¨®n confuso y est¨²pido. [Esto dice, exactamente, lo que escribi¨® el funcionario el 14 de septiembre de 1973: "Novel¨®n est¨²pido y confuso, escrito sin pies ni cabeza. La acci¨®n pasa en Barcelona en 1917, y el tema son los enredos de una empresa comercial, todo mezclado con historias internas de los miembros de la sociedad, casamientos, cuernos, asesinatos y todo lo t¨ªpico de las novelas p¨¦simas escritas por escritores que no saben escribir"].
P.?En 1973 Barral lanza la narrativa espa?ola m¨¢s experimental. ?Qu¨¦ le hace estar m¨¢s con Flaubert que con Joyce?
R.?Es que esa del grupo de Barral era mi literatura, y sus autores eran mis amigos¡ Si no hubiera sido mi mundo quiz¨¢ no me hubiera dado por enterado pero, claro, yo viv¨ªa sumergido en esa literatura y pens¨¦: ¡°Yo aqu¨ª me asfixio, quiero salir de eso¡±. Sab¨ªa que iba a contracorriente, pero lo que no pensaba es que eso formara parte de la evoluci¨®n literaria. Y lo que hice se parece a lo que proclam¨® Savater luego: la infancia recuperada. Recuperar la narraci¨®n, la aventura.
P.?Se recuperaba tambi¨¦n la sintaxis.
R.?La sintaxis, el placer de la narraci¨®n¡ Ante eso yo reaccionaba de una manera muy primaria. Luego, cuando he racionalizado y me preguntan por la novela de la Transici¨®n, ?claro que yo no sab¨ªa que estaba escribiendo novela de la Transici¨®n! Entre otras cosas ?porque no sab¨ªa que iba a haber una Transici¨®n! Eso en 1971 no estaba ni en los sue?os.
P.?Ahora que ha habido cambio de guardia en la Monarqu¨ªa se cita su novela como la que marc¨® aquel parteaguas.
La felicidad que me produjo lo que escribi¨® Hortelano ya nunca m¨¢s la he vuelto a tener
R.?Hay la idea de que todo ha de ser como en una novela: que empez¨® el Rey, y hubo nudo y desenlace. Las cosas no son as¨ª. La Historia no es literaria.
P.?Ten¨ªa 26 a?os. Espa?a es la que usted describe, un burro en torno a una noria. Pero ?qu¨¦ literatura hay en usted entonces?
R.?La m¨ªa, en comparaci¨®n con la que leen mis compa?eros de tiempo, es reaccionaria, es arcaica. Primero, porque estoy formado por la literatura juvenil (Salgari, Verne, Haggard), que es la que me marca cuando empiezo a escribir. Y luego encuentro en las memorias de Baroja un pasaje que dice que cuando se form¨® como escritor era un ni?o y le¨ªa novelas de aventuras, y sigui¨® escribiendo esas novelas aunque escribe de otros temas. Esto de Baroja me marc¨® definitivamente. Yo me form¨¦ leyendo eso.
P.?Y sigue en ello, como Baroja¡
R.?A m¨ª lo que me gustaba era eso: novelas de aventuras, de misterio, negra, pel¨ªculas de g¨¢nsteres, pel¨ªculas en general. Soy de una generaci¨®n m¨¢s formada en el cine que en los libros. El western y el cine negro son influencias muy fuertes. Y yo pienso: "?Por qu¨¦ cuando me pongo a escribir tengo que renunciar a esto, que es lo que me da alegr¨ªa de vivir, para ponerme a hacer un experimento ling¨¹¨ªstico que no me interesa nada?".
P.?Juan Garc¨ªa Hortelano dice que en aquel momento la gente se est¨¢ pasando al ensayo y usted irrumpe con una novela que no tiene nada que ver con lo experimental, que est¨¢ de moda¡
R.?La novela experimental creo que era un callej¨®n sin salida necesario. Creo que hizo mucho bien para los que empez¨¢bamos a escribir: haber pasado por el calvario de leer novelas experimentales, novela francesa, incluso haber pasado por el esfuerzo que nos oblig¨® a hacer Benet, que nos hac¨ªa leer unas cosas duras, pero que acept¨¢bamos. Y las acept¨¢bamos primero por su personalidad y luego porque nos d¨¢bamos cuenta de que aquello era muy bueno. Y lo que hizo fue realmente poner el idioma espa?ol en el siglo XX, y liberarnos de todo el lastre decimon¨®nico. ?l odiaba a Gald¨®s, injustamente¡
P.?Pero era amigo de Baroja¡
R.?Y en muchas cosas era muy galdosiano. Pero a ¨¦l le parec¨ªa que ese lenguaje del siglo XIX, que todav¨ªa se arrastraba en el siglo XX, era gastado, ret¨®rico, epistolero. ?l impuso un lenguaje mucho m¨¢s roto, m¨¢s moderno, que a nosotros nos permiti¨® recuperar la narraci¨®n con un motor de coche actual, no de tartana. Esa conjunci¨®n del deseo de recuperar y, al tiempo, la dura lecci¨®n de los experimentales que le¨ªamos, no Benet, que era estupendo, pero aquellos experimentales¡
P.?Benet qued¨®.
R.?La verdad es que Juan Benet impuso un rigor que nos fue muy bien para los que escrib¨ªamos entonces. Yo pensaba, escribiendo: ¡°Qu¨¦ pensar¨¢, qu¨¦ dir¨¢ Juan Benet¡¡±. Recuerdo que cuando publiqu¨¦ La ciudad de los prodigios Benet public¨® un art¨ªculo en la revista Leer. Primero tuve una cena con ¨¦l en Madrid. Me dijo: "Eso es una tonter¨ªa; parece mentira, tendr¨ªa que darte verg¨¹enza haber publicado eso". Y yo me pas¨¦ toda la noche sin dormir. El resto del mundo me daba igual, pero lo que dec¨ªa Benet¡ Y luego result¨® que todo era una broma porque public¨® ese art¨ªculo: "Esta novela me gusta mucho, me hubiera gustado escribirla a m¨ª". Y era una novela de pistolas, de aventuras, de tiros, de persecuciones. Bueno, ah¨ª influ¨ªa la amistad, pero eso fue lo que escribi¨®.
P.?Respecto a usted, Hortelano fue el adelantado.
R.?S¨ª. Hortelano, Carmen Rico Godoy. Y Rafael Conte, que tambi¨¦n apost¨® desde EL PA?S y dijo: "Esto es lo que viene, la moda es esta". Y ¨¦l era una autoridad.
P.??C¨®mo era su relaci¨®n de lector con Hortelano?
La novela experimental creo que era un callej¨®n sin salida necesario
R.?Yo era un devoto lector de Juan Garc¨ªa Hortelano. Gente de Madrid, por ejemplo, me parece una de las cosas m¨¢s importantes e interesantes que se han escrito en Espa?a. En aquel momento, a m¨ª Mary Tribune me pareci¨® una gran novela, muy americana, en la onda de las de Updike. De un an¨¢lisis profundo de la soledad. Ahora que ha muerto tambi¨¦n Ana Mar¨ªa Matute: qu¨¦ poco homenaje se ha hecho a esa generaci¨®n, Ana Mar¨ªa Matute, Zunzunegui, Aldecoa, Hortelano¡ Todos los que nos ense?aron a escribir.
P.??Por qu¨¦ ha ocurrido eso?
R.?En parte porque no hay inter¨¦s por nuestra literatura; ni por la nuestra ni por ninguna. Por la nuestra no lo hay en absoluto. A nadie le preocupa. Por ejemplo, ha habido una recuperaci¨®n de la literatura falangista, bueno, algo es; pero ha habido poco inter¨¦s en ver en conjunto lo que fue aquello.
P.?Dec¨ªa Hortelano que La verdad sobre el caso Savolta iba a reconciliar la novela con la ficci¨®n. ?Tuvo raz¨®n en la predicci¨®n?
R.?Por supuesto, el m¨¦rito no es m¨ªo, aunque yo formo parte de esa revoluci¨®n o renovaci¨®n, o como quieras llamarla, que sigue hasta el d¨ªa de hoy. La narrativa espa?ola sigue siendo una de las m¨¢s importantes del mundo para los editores extranjeros, que siempre est¨¢n pendientes de ver lo que pasa, porque tiene esa vitalidad que arranc¨® entonces y que sigue hasta el d¨ªa de hoy. Fen¨®menos como Ruiz Zaf¨®n o como Ildefonso Falcones, traducidos y best sellers en todos los idiomas del mundo. Fue una recuperaci¨®n de la ficci¨®n que en otros pa¨ªses no se lleg¨® a hacer. Mientras, sorprendentemente, la literatura francesa e italiana no salen de una especie de marasmo localista, la literatura espa?ola contin¨²a ocupando todos los puestos: Javier Mar¨ªas, Enrique Vila-Matas, Antonio Mu?oz Molina¡
P.?Dice Hortelano que la novela no era el fruto de la improvisaci¨®n. ?C¨®mo surge?
R.?El azar me lleva a trabajar en el caso de la Barcelona Traction, que es famoso internacionalmente; tiene que ver con las fuerzas el¨¦ctricas que entran en Catalu?a y que hacen la revoluci¨®n industrial a principios del XIX. En los a?os sesenta se convierte en un caso que se ve en el Tribunal de La Haya. Para ello hay que revisar el historial de estas compa?¨ªas multinacionales. Trabajo ah¨ª porque soy abogado, y porque tengo el franc¨¦s y el ingl¨¦s bien sabidos. Y entonces tengo que entrar en los archivos de esta compa?¨ªa. As¨ª que tengo acceso a una historia del submundo de los negocios, de los trapicheos y el politiqueo de los primeros a?os del siglo XX en Catalu?a; y eso pasa por la Primera Guerra Mundial, por el espionaje. Eso me ense?a que ah¨ª hay una historia que contar y yo tengo la exclusiva en mis manos. Y descubro tambi¨¦n que el documento en s¨ª es m¨¢s interesante que cualquier estilo literario que se me pueda dar.
P.?Y dec¨ªa Hortelano que usted tiene la cortes¨ªa de contar todo eso todo lo bien que se puede. Un elogio.
R.??Un gran elogio! Imagina lo que es para m¨ª, un novato que ha publicado una novela, lleno de verg¨¹enza y de miedo, que Hortelano diga una cosa as¨ª. La felicidad que me produjo lo que escribi¨® ya nunca m¨¢s la he vuelto a tener. No hay premio ni reconocimiento que supere ese momento. Es verdad que me he esforzado por no dejar nunca una frase que no pudiera ser un poquito mejor pero no, como dice Hortelano, por cortes¨ªa, sino porque si no no podr¨ªa irme a dormir tranquilo.
P.??l habla de la historia repetitiva de este pa¨ªs "en el que no obstante vivimos¡". No se acaba el mundo y viene otro, advierte.
R.??l ten¨ªa esa visi¨®n, luego hemos visto que la ten¨ªan otros: est¨¢bamos viviendo un momento de eclosi¨®n, pero era un par¨¦ntesis; ¨ªbamos a vivir en el pa¨ªs de siempre, como se sigue demostrando. Yo creo que el gran m¨¦rito de El caso Savolta es haber dado ocasi¨®n al art¨ªculo de Hortelano, ?mucho m¨¢s interesante que todo el libro! Tener una novela que sigue siendo la m¨¢s importante de las que he escrito, a veces me da una rabia tremenda, pero nada de eso supera el cari?o y la gratitud que le tengo por haberme dado tanto como me sigue dando.
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