La Fura dels Baus fusiona ¨®pera, cabaret y teatro experimental
Estreno en Lucerna de la ¨®pera ¡®Cantos de Sirena¡®, propuesta osada del grupo catal¨¢n
La idea ven¨ªa de lejos. Desde que La Fura dels Baus adquiri¨® el barco noruego Naum¨®n, varios de sus promotores estaban obsesionados en montar en la bodega un espect¨¢culo lieder¨ªstico con el canto de las sirenas como motivo conductor. En principio se pens¨® en un desplazamiento por el Rin partiendo de Colonia. All¨ª, Carlus Padrissa es un ¨ªdolo desde que puso en escena Sonntag, de Stockhausen, y Parsifal, de Wagner. De hecho, la ?pera de Colonia participa en esta nueva aventura est¨¦tica como coproductora y lo llevar¨¢ a su ciudad a partir del 16 de mayo, en una versi¨®n que supongo va a ser muy distinta de la estrenada el s¨¢bado, m¨¢s que nada por cuestiones de espacio. En Lucerna se ha dado el primer paso de esta work in progressen la secci¨®n aeron¨¢utica de su imponente Museo de Transportes. El lago de los Cuatro Cantones no es aconsejable en el duro invierno, sobre todo por el peligro de que se hiele. Las representaciones son hasta el 22 de febrero.
El Museo de Transportes de Lucerna es el escenario de la obra
El Teatro de Lucerna celebra sus 175 a?os de existencia y se ha hecho con el privilegio de ese estreno. Para Padrissa, hab¨ªa un motivo afectivo adicional. Su t¨ªa Montserrat emigr¨® a Lucerna en pleno franquismo y enviaba a la familia dinero, ropa y chocolate blanco desde all¨ª. Padrissa ha contado en alguna ocasi¨®n que Lucerna era para ¨¦l como el para¨ªso so?ado y que aprendi¨® su nombre antes que el de Barcelona. En Cantos de sirena ha fundido hasta lo inimaginable los conceptos de ¨®pera de c¨¢mara; cercan¨ªa con el p¨²blico al estilo furero; cabaret l¨ªrico; alta tecnolog¨ªa con la incorporaci¨®n de instrumentos electroac¨²sticos robotizados que conviven con los instrumentos convencionales; ballet; cantantes en posiciones y actitudes de extrema dificultad, e incluso una sinfon¨ªa de sabores llevada a cabo por el gran cocinero suizo Stefan Wiesner, el hechicero del michelinado restaurante Gasthof R?ssli en Escholzmatt, con la colaboraci¨®n sorprendente de una combinaci¨®n de ma¨ªz y chocolate del mism¨ªsimo Ferran Adri¨¤. ?Que qu¨¦ les estoy contando? Pues en cierto modo una variante siglo XXI de la famosa gesamtkunstwerk, obra de arte total que mencionaba Wagner. Imag¨ªnense. La Villa Tribschen, donde se instal¨® el compositor alem¨¢n en una de sus ¨¦pocas m¨¢s felices y creativas, est¨¢ justamente enfrente del Museo de Transportes. Y a Wagner suena un fragmento de la Sinfon¨ªa Fausto, de Liszt, con el que finaliza el espect¨¢culo. Y Wagner se llama uno de los personajes de la trama en seis escenas y un ep¨ªlogo sobre Fausto/Fausta que ha escrito Marc Rosich para mantener un car¨¢cter de ¨®pera convencional.
El espect¨¢culo goza de momentos rebosantes de imaginaci¨®n
Vayamos por partes. Se combina m¨²sica de nueva creaci¨®n del Howard Arman ¡ªque adem¨¢s dirige la Orquesta Sinf¨®nica de Lucerna tambi¨¦n hay una mano robotizada para los sofisticados instrumentos electroac¨²sticos creados por Roland Olbeter¡ª con hits l¨ªricos de Haendel, Purcell, Monteverdi, Vivaldi, Broschi, Offenbach, Dvorak, Delibes o Saint Saens. En el fragmento de Semele, pongamos por caso, la soprano da vueltas de 360 grados en una estructura met¨¢lica mientras despliega su endemoniada coloratura vocal. En Rusalka, la cantante est¨¢ en un cubo lleno de agua. Las tres protagonistas vocales ¡ªla alemana Marie Luise Dressen, la brasile?a Carla Mafioletti y la ucraniana Stella Motina¡ª estuvieron verdaderamente heroicas, tanto desde el punto de vista l¨ªrico como teatral. El espect¨¢culo tiene altibajos, pero goza de momentos rebosantes de imaginaci¨®n y originalidad.
Los bailarines del grupo de danza del teatro de Lucerna realizan una gran labor descriptiva y evocadora, catapultados por el excelente vestuario que Chu Uroz ha dise?ado para la ocasi¨®n, y se mueven entre el p¨²blico para invitar a la degustaci¨®n de frambuesas, anillos de manzana, flor de sal y otras sugerencias que han preparado los cocineros. De hecho, el espectador tiene en su localidad ¡ªbutacas de avi¨®n con cintur¨®n de seguridad incluido¡ª un sobre en el que est¨¢ escrito el men¨², asociado a lo que se est¨¢ contando en escena, y en cuyo interior hay una hierbas para el momento en el que Fausto comienza su nueva y delirante vida dedicada al placer. El p¨²blico de Lucerna reaccion¨® con entusiasmo ante una propuesta est¨¦tica tan absolutamente fuera de lo com¨²n.
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